Los ciudadanos “de a pie” que acompañaron el reclamo de los jubilados: “No tenemos que ser cobardes”

Las primeras expresiones de la movilización frente al Congreso se replegaron casi en su totalidad a la avenida Rivadavia, cuyos edificios ofrecieron la primera sombra de la tarde. Allí, pero también desparramados en otras zonas de la Plaza del Congreso, aparecieron los primeros manifestantes “de a pie” que, sin afiliaciones partidarias ni vínculos con las organizaciones gremiales o sociales que convocaron, se fundieron con la protesta por los haberes de los jubilados.
Sentado de cara al edificio parlamentario, arriba de una alfombra y con dos botellas de agua fría para aguantar el golpe de calor, Lino Amado, de 57 años, se lamentaba de que para las 14.30 la manifestación todavía no había tomado forma. Pensaba que podía ser el resultado de una campaña de “amedrentamiento” que, aseguró, fue lanzada desde el Ministerio de Seguridad para evitar una convocatoria nutrida. “Esta es la manera: pacífica, pero con determinación. No hay que darles argumentos”, afirmó. Desde entonces, la protesta fue ganando volumen, pero el frente de la plaza se mantenía despejado.
Para plantar sus reclamos frente al Congreso, Amado aseguró que viajó especialmente desde Mar del Plata, donde trabaja como horticultor. Acompañó a los jubilados en su protesta, pero lo suyo excedía las consignas de este miércoles. “Somos un país pobre y de rodillas porque los que nos gobiernan son todos ricos”, afirmó. “Y hoy tenemos un jefe de Estado que te dice que la justicia social, o sea, los derechos nuestros, son una aberración”, agregó.
Meda Florián, de 46 años, es peruana y está en el país desde hace 25 años. En 2006 perdió las dos piernas en un accidente. Trabaja como mantera vendiendo medias en Flores. Este miércoles, recostada a la sombra de una de las vallas que separa al Congreso de la Plaza, estuvo “haciendo un reclamo personal” mientras golpeaba una cacerola. Fue una de las primeras en llegar a la plaza. “Hay mucha discriminación. No respetan los derechos de las personas, cuando no están las cámaras te pasan por encima”, dijo, en relación a las fuerzas de seguridad, que, aseguró, le han quitado su mercadería en más de una oportunidad.
Para las 16.30, por lo menos una treintena de personas la imitaban y golpeaban el vallado con pies y manos.
En busca de una amiga, sobre la avenida Rivadavia iba y venía con su bastón Armando Chávez, un jubilado con “30 años de aportes”. Cobra “un poco más de la mínima” y su reclamo pasaba por el desfase entre sus ingresos y el costo de los medicamentos que toma para la diabetes. A modo de protesta, los llevaba consigo en una bolsa. “No tenemos que ser cobardes”, dijo, con la voz agrietada.
Juan Carlos Gauna tiene 74 años y es jubilado hace 10. Como especialista en instalación de turbinas eléctricas, afirma haber trabajado para varias empresas y recorrido el mundo, especialmente Medio Oriente y Europa. “No quiero que vendan los recursos del país. Y quiero que el Fondo Monetario se vaya”, enfatizó, mientras enarbolaba una cartel con una leyenda dedicada al Presidente: “Bocón, no se vende Argentina”.
“Chueco”, un hincha de Nueva Chicago, dijo que se autoconvocó a la marcha con los colores de su club. Portaba sobre su cabeza una imagen de la virgen. “Antes que hinchas somos parte del pueblo argentino, después queremos a los colores de nuestro barrio. La iniciativa la tuvo la gente de Chacarita, yo los felicité porque todos tenemos que estar acá, juntando los colores de nuestros equipos con los de la patria. Muchas hinchadas siempre cantan en contra de gobiernos que en vez de fomentar la felicidad del pueblo, lo hacen sufrir”, le dijo a LA NACION.
Los rosarinos Paula, Carolina y Guillermo tienen 34 años. Terminada la votación, permanecían sentados en la plaza. “Venimos a acompañar un reclamo que nos parece justo. Los jubilados son los grandes perdedores de la era Milei”, afirmó Paula, la única que vive en la Ciudad. “Sentíamos que era importante poner el cuerpo para salir de las redes”, sumó Carolina, cuyos padres son jubilados y cobran la mínima, que roza los 280.000 pesos. “Con minoría en el Congreso ha logrado hacer lo que quiso”, evaluó Guillermo luego de que el oficialismo se anotara otra victoria legislativa.
Los anillos del amplio operativo desplegado desde la mañana se repartieron entre 900 policías porteños y más de 1000 efectivos que aportan las fuerzas federales que dirige la ministra Patricia Bullrich. El Congreso estuvo vallado desde las primeras horas del día, y el rectángulo conformado por las 15 primeras manzanas que lo rodean estuvo cerrado al tránsito vehicular. Había, además, 600 agentes de tránsito afectados al operativo, según dijeron desde el ministerio.
Hábeas corpus
Ayer, la justicia porteña rechazó dos pedidos distintos de “hábeas corpus preventivos” para que se exhorte a las fuerzas de seguridad a “no reprimir ni realizar detenciones arbitrarias”. Uno de ellos fue realizado por un grupo de organizaciones sociales y el otro por los legisladores del Movimiento Socialista de los Trabajadores (MST), presente en la movilización de esta tarde. Plantearon que el pasado 12 de marzo se dio un “estado de excepción” con suspensión de derechos fundamentales, incluyendo represión y detenciones arbitrarias a manifestantes.
Ambos pedidos, que tramitaban en dos juzgados distintos, fueron rechazados con argumentos similares: se afirmó que no hubo evidencia de una instrucción precisa por parte del ministerio para “reprimir” en la movilización del pasado miércoles, y que tampoco existen indicios de que el protocolo de hoy ponga el riesgo el derecho a manifestarse en esta nueva marcha.
Las primeras expresiones de la movilización frente al Congreso se replegaron casi en su totalidad a la avenida Rivadavia, cuyos edificios ofrecieron la primera sombra de la tarde. Allí, pero también desparramados en otras zonas de la Plaza del Congreso, aparecieron los primeros manifestantes “de a pie” que, sin afiliaciones partidarias ni vínculos con las organizaciones gremiales o sociales que convocaron, se fundieron con la protesta por los haberes de los jubilados.
Sentado de cara al edificio parlamentario, arriba de una alfombra y con dos botellas de agua fría para aguantar el golpe de calor, Lino Amado, de 57 años, se lamentaba de que para las 14.30 la manifestación todavía no había tomado forma. Pensaba que podía ser el resultado de una campaña de “amedrentamiento” que, aseguró, fue lanzada desde el Ministerio de Seguridad para evitar una convocatoria nutrida. “Esta es la manera: pacífica, pero con determinación. No hay que darles argumentos”, afirmó. Desde entonces, la protesta fue ganando volumen, pero el frente de la plaza se mantenía despejado.
Para plantar sus reclamos frente al Congreso, Amado aseguró que viajó especialmente desde Mar del Plata, donde trabaja como horticultor. Acompañó a los jubilados en su protesta, pero lo suyo excedía las consignas de este miércoles. “Somos un país pobre y de rodillas porque los que nos gobiernan son todos ricos”, afirmó. “Y hoy tenemos un jefe de Estado que te dice que la justicia social, o sea, los derechos nuestros, son una aberración”, agregó.
Meda Florián, de 46 años, es peruana y está en el país desde hace 25 años. En 2006 perdió las dos piernas en un accidente. Trabaja como mantera vendiendo medias en Flores. Este miércoles, recostada a la sombra de una de las vallas que separa al Congreso de la Plaza, estuvo “haciendo un reclamo personal” mientras golpeaba una cacerola. Fue una de las primeras en llegar a la plaza. “Hay mucha discriminación. No respetan los derechos de las personas, cuando no están las cámaras te pasan por encima”, dijo, en relación a las fuerzas de seguridad, que, aseguró, le han quitado su mercadería en más de una oportunidad.
Para las 16.30, por lo menos una treintena de personas la imitaban y golpeaban el vallado con pies y manos.
En busca de una amiga, sobre la avenida Rivadavia iba y venía con su bastón Armando Chávez, un jubilado con “30 años de aportes”. Cobra “un poco más de la mínima” y su reclamo pasaba por el desfase entre sus ingresos y el costo de los medicamentos que toma para la diabetes. A modo de protesta, los llevaba consigo en una bolsa. “No tenemos que ser cobardes”, dijo, con la voz agrietada.
Juan Carlos Gauna tiene 74 años y es jubilado hace 10. Como especialista en instalación de turbinas eléctricas, afirma haber trabajado para varias empresas y recorrido el mundo, especialmente Medio Oriente y Europa. “No quiero que vendan los recursos del país. Y quiero que el Fondo Monetario se vaya”, enfatizó, mientras enarbolaba una cartel con una leyenda dedicada al Presidente: “Bocón, no se vende Argentina”.
“Chueco”, un hincha de Nueva Chicago, dijo que se autoconvocó a la marcha con los colores de su club. Portaba sobre su cabeza una imagen de la virgen. “Antes que hinchas somos parte del pueblo argentino, después queremos a los colores de nuestro barrio. La iniciativa la tuvo la gente de Chacarita, yo los felicité porque todos tenemos que estar acá, juntando los colores de nuestros equipos con los de la patria. Muchas hinchadas siempre cantan en contra de gobiernos que en vez de fomentar la felicidad del pueblo, lo hacen sufrir”, le dijo a LA NACION.
Los rosarinos Paula, Carolina y Guillermo tienen 34 años. Terminada la votación, permanecían sentados en la plaza. “Venimos a acompañar un reclamo que nos parece justo. Los jubilados son los grandes perdedores de la era Milei”, afirmó Paula, la única que vive en la Ciudad. “Sentíamos que era importante poner el cuerpo para salir de las redes”, sumó Carolina, cuyos padres son jubilados y cobran la mínima, que roza los 280.000 pesos. “Con minoría en el Congreso ha logrado hacer lo que quiso”, evaluó Guillermo luego de que el oficialismo se anotara otra victoria legislativa.
Los anillos del amplio operativo desplegado desde la mañana se repartieron entre 900 policías porteños y más de 1000 efectivos que aportan las fuerzas federales que dirige la ministra Patricia Bullrich. El Congreso estuvo vallado desde las primeras horas del día, y el rectángulo conformado por las 15 primeras manzanas que lo rodean estuvo cerrado al tránsito vehicular. Había, además, 600 agentes de tránsito afectados al operativo, según dijeron desde el ministerio.
Hábeas corpus
Ayer, la justicia porteña rechazó dos pedidos distintos de “hábeas corpus preventivos” para que se exhorte a las fuerzas de seguridad a “no reprimir ni realizar detenciones arbitrarias”. Uno de ellos fue realizado por un grupo de organizaciones sociales y el otro por los legisladores del Movimiento Socialista de los Trabajadores (MST), presente en la movilización de esta tarde. Plantearon que el pasado 12 de marzo se dio un “estado de excepción” con suspensión de derechos fundamentales, incluyendo represión y detenciones arbitrarias a manifestantes.
Ambos pedidos, que tramitaban en dos juzgados distintos, fueron rechazados con argumentos similares: se afirmó que no hubo evidencia de una instrucción precisa por parte del ministerio para “reprimir” en la movilización del pasado miércoles, y que tampoco existen indicios de que el protocolo de hoy ponga el riesgo el derecho a manifestarse en esta nueva marcha.
Llegaron con planteos contra el Gobierno, demandas de medicamentos o críticas a las fuerzas de seguridad; rechazo judicial a dos hábeas corpus colectivos LA NACION