Prisión perpetua. Condenaron a Néstor Soto por el femicidio de la influencer cordobesa Catalina Gutiérrez

CÓRDOBA. Néstor Soto, el confeso asesino de la influencer cordobesa Catalina Gutiérrez, amiga y compañera de facultad a la que ahorcó en julio del año pasado, fue condenado por los jurados populares por femicidio, por lo que recibirá la pena de prisión perpetua.
En la última audiencia del juicio ante la Cámara 11 del Crimen de Córdoba, un día después de haber dado detalles de cómo mató a la joven de 21 años y haber llorado y pedido perdón a la familia, esta vez optó por el silencio cuando el tribunal lo invitó a decir sus últimas palabras antes del veredicto.
Tampoco levantó la mirada cuando la madre de la víctima, Eleonora Vollenweider, le pidió que la mirara a la cara.
“Me sobra un lugar en la mesa, me sobra una cama, me sobra un lugar en el auto y me sobra todo el amor que tengo que no puedo darle a Catalina. La extraño y su ausencia es durísima”, dijo la madre de Gutiérrez, visiblemente quebrada.
Fue entonces cuando miró al asesino -lo que no hizo ayer, cuando él declaró- y le soltó “Néstor, no solo mataste a Catalina, me mataste a mí, a Marcelo y a Lucía. Mataste proyectos y futuro. Vos como nadie conocías a Catalina, sabías lo que te quería”.
Marcelo Gutiérrez, el padre de la joven, le sostuvo la mano a su esposa mientras ella explicaba que, como familia, siempre habían querido “darles lo mejor” a sus dos hijas.
“Estaba tan preocupada en que sean chicas sanas, comprometidas, que nunca les enseñé a cuidarse de un amigo. No sé si es culpa mía. Yo no quise esta vida, es durísimo estar acá. Éramos una familia de cuatro y nos obligaste a ser una de tres″.
A pocos metros, Soto estaba con la cabeza gacha y nunca la movió, aun cuando ella insistió: “Me gustaría que me miraras, Néstor, mirame. No te voy a volver a ver, lamento tanto el día que Catalina te conoció”.
Vollenweider le siguió hablando: “Te escucho decir que estás en una celda, que tu vida era perfecta… ¿sabés dónde está Catalina? en un cajón. Ahí está mi hija por culpa tuya. Agregó que Soto cambió la “a” de Arquitectura -la carrera que estudiaba- por la “a” de asesino. “Te arruinaste la vida vos también y yo también quería un mejor futuro para vos”, le dijo.
Ayer, cuando declaró, Soto afirmó que lo “primero” que quería era “pedir perdón, de todo corazón. A la familia de Catalina y a Catalina, antes que todo».
Luego agregó: “Soy el responsable de que ella no esté acá. No hay día en el que no piense en ella”. Añadió: “Soy un homicida, lo dije desde el momento cero. Lo hice, pero sí me voy a defender de las acusaciones de que soy un femicida, de que tenía celos y de que lo planeé”.
En su alegato, el fiscal Marcelo Sicardi pidió la pena de prisión perpetua: “Estamos ante un femicidio”, dijo, y definió al acusado como “un lobo con piel de cordero”.
Subrayó: “La víctima es una sola, Catalina Gutiérrez. De acá derivan sus papás. Néstor Soto es victimario, solo él es el responsable de dejar de haber sido amigo, de que lo sindiquen en la cárcel. Él es el victimario”.
Hizo también un “reconocimiento especial a Eleonora, Marcelo, Lucía”, madre, padre y hermana de la víctima, y a sus amigos.
“No es fácil estar escuchando mentiras. Este homicidio concursa idealmente con femicidio. Finalmente, la consecuencia es la pena única posible de prisión perpetua”.
Soto asesinó a su amiga el 17 de julio del 2024 en su casa, cuando ella fue a buscarlo para ir a una reunión de amigos.
Le aplicó la maniobra conocida como “mataleón”, una técnica de sumisión en las artes marciales mixtas, y ella murió por asfixia mecánica por estrangulamiento manual.
En su confesión, Soto dijo ayer que cuando se dio cuenta de que la había matado pensó en quitarse la vida de inmediato. “Se me pasó por la cabeza matarme, agarrar el auto y chocar. Vi arriba de la heladera el alcohol y dije ‘me prendo fuego acá en el departamento’. No sabía qué hacer, iba y venía, me senté y no entendía qué hacer”, comentó.
Después, la subió a su auto, ya sin vida, y dio unas vueltas, donde volvió a intentar suicidarse, aunque sin éxito: “Agarré el alcohol, tiré en el piso y me tiré a mí. Prendí un fósforo y se empezó a prender despacito. Ahí es cuando no me dieron los huevos, el fuego avanzaba paulatinamente y arranqué a caminar”.
CÓRDOBA. Néstor Soto, el confeso asesino de la influencer cordobesa Catalina Gutiérrez, amiga y compañera de facultad a la que ahorcó en julio del año pasado, fue condenado por los jurados populares por femicidio, por lo que recibirá la pena de prisión perpetua.
En la última audiencia del juicio ante la Cámara 11 del Crimen de Córdoba, un día después de haber dado detalles de cómo mató a la joven de 21 años y haber llorado y pedido perdón a la familia, esta vez optó por el silencio cuando el tribunal lo invitó a decir sus últimas palabras antes del veredicto.
Tampoco levantó la mirada cuando la madre de la víctima, Eleonora Vollenweider, le pidió que la mirara a la cara.
“Me sobra un lugar en la mesa, me sobra una cama, me sobra un lugar en el auto y me sobra todo el amor que tengo que no puedo darle a Catalina. La extraño y su ausencia es durísima”, dijo la madre de Gutiérrez, visiblemente quebrada.
Fue entonces cuando miró al asesino -lo que no hizo ayer, cuando él declaró- y le soltó “Néstor, no solo mataste a Catalina, me mataste a mí, a Marcelo y a Lucía. Mataste proyectos y futuro. Vos como nadie conocías a Catalina, sabías lo que te quería”.
Marcelo Gutiérrez, el padre de la joven, le sostuvo la mano a su esposa mientras ella explicaba que, como familia, siempre habían querido “darles lo mejor” a sus dos hijas.
“Estaba tan preocupada en que sean chicas sanas, comprometidas, que nunca les enseñé a cuidarse de un amigo. No sé si es culpa mía. Yo no quise esta vida, es durísimo estar acá. Éramos una familia de cuatro y nos obligaste a ser una de tres″.
A pocos metros, Soto estaba con la cabeza gacha y nunca la movió, aun cuando ella insistió: “Me gustaría que me miraras, Néstor, mirame. No te voy a volver a ver, lamento tanto el día que Catalina te conoció”.
Vollenweider le siguió hablando: “Te escucho decir que estás en una celda, que tu vida era perfecta… ¿sabés dónde está Catalina? en un cajón. Ahí está mi hija por culpa tuya. Agregó que Soto cambió la “a” de Arquitectura -la carrera que estudiaba- por la “a” de asesino. “Te arruinaste la vida vos también y yo también quería un mejor futuro para vos”, le dijo.
Ayer, cuando declaró, Soto afirmó que lo “primero” que quería era “pedir perdón, de todo corazón. A la familia de Catalina y a Catalina, antes que todo».
Luego agregó: “Soy el responsable de que ella no esté acá. No hay día en el que no piense en ella”. Añadió: “Soy un homicida, lo dije desde el momento cero. Lo hice, pero sí me voy a defender de las acusaciones de que soy un femicida, de que tenía celos y de que lo planeé”.
En su alegato, el fiscal Marcelo Sicardi pidió la pena de prisión perpetua: “Estamos ante un femicidio”, dijo, y definió al acusado como “un lobo con piel de cordero”.
Subrayó: “La víctima es una sola, Catalina Gutiérrez. De acá derivan sus papás. Néstor Soto es victimario, solo él es el responsable de dejar de haber sido amigo, de que lo sindiquen en la cárcel. Él es el victimario”.
Hizo también un “reconocimiento especial a Eleonora, Marcelo, Lucía”, madre, padre y hermana de la víctima, y a sus amigos.
“No es fácil estar escuchando mentiras. Este homicidio concursa idealmente con femicidio. Finalmente, la consecuencia es la pena única posible de prisión perpetua”.
Soto asesinó a su amiga el 17 de julio del 2024 en su casa, cuando ella fue a buscarlo para ir a una reunión de amigos.
Le aplicó la maniobra conocida como “mataleón”, una técnica de sumisión en las artes marciales mixtas, y ella murió por asfixia mecánica por estrangulamiento manual.
En su confesión, Soto dijo ayer que cuando se dio cuenta de que la había matado pensó en quitarse la vida de inmediato. “Se me pasó por la cabeza matarme, agarrar el auto y chocar. Vi arriba de la heladera el alcohol y dije ‘me prendo fuego acá en el departamento’. No sabía qué hacer, iba y venía, me senté y no entendía qué hacer”, comentó.
Después, la subió a su auto, ya sin vida, y dio unas vueltas, donde volvió a intentar suicidarse, aunque sin éxito: “Agarré el alcohol, tiré en el piso y me tiré a mí. Prendí un fósforo y se empezó a prender despacito. Ahí es cuando no me dieron los huevos, el fuego avanzaba paulatinamente y arranqué a caminar”.
El jurado popular lo halló culpable de los cargos por los cuales la fiscalía había pedido la pena máxima; el acusado contó ayer cómo fue el momento del crimen y cuál fue la maniobra con la que ahorcó a la chica LA NACION