La dramática imagen de perros siberianos que corren sobre el agua que revela el rápido deshielo de Groenlandia

En junio de 2019, una impresionante imagen de perros husky siberianos se hizo rápidamente viral y asombró al mundo. Mostraba a los animales aparentemente caminando sobre el agua en Groenlandia. La foto fue tomada por el científico climático Steffen Olsen, del Instituto Meteorológico Danés. Dirige el proyecto europeo Blue Action, que investiga los efectos de los cambios en el Ártico sobre el clima del planeta. “La reacción me sorprendió”, afirma. “Me sorprendió ver que tanta gente pensaba que la foto era bonita. Yo lo veía como una situación aterradora”.
Los perros, de hecho, caminaban en medio de una capa de agua derretida, de la altura de un tobillo humano, sobre el hielo marino en Inglefield Bredning, un área de 80 kilómetros de largo en el noroeste de Groenlandia. “Aprendí a ver la foto como un espejismo”, dice Olsen. “La gente no ve hielo marino, sino perros caminando sobre el agua”.
Olsen tomó la foto mientras viajaba con un equipo de científicos que analizaban las condiciones del mar y el hielo cerca de Qaanaaq, una de las ciudades más septentrionales del planeta. Estaban recuperando instrumentos científicos que habían instalado durante el invierno. “Llevábamos unas horas de viaje y se hizo evidente que el deshielo era muy grave… (El hielo) se derretía más o menos bajo nuestros pies mientras caminábamos sobre él”, recuerda Olsen.
“Los cazadores locales y yo estábamos muy sorprendidos… buscábamos lugares secos para sacar a los perros y los esquís del agua y no había ninguno a la vista. Dimos media vuelta y regresamos a la costa”. Los perros suelen ser muy reacios a meter las patas en el agua, según Olsen.
“Normalmente, cuando encontramos agua, es porque hay grietas en el hielo marino y los perros tienen que saltar por encima del agua… lo odian. Pero, hacía mucho calor y pensamos que estaban contentos de poder refrescarse los pies”. Dice que ese día las temperaturas alcanzaron los 14 °C.
Los científicos consiguieron recuperar sus instrumentos unos días después, cuando el agua ya se había filtrado por las pequeñas grietas de la capa de hielo. “Entonces se dispone de un breve periodo de tiempo para poder viajar de nuevo, hasta que el hielo se derrumba y se rompe”, explica Olsen.
El científico afirma que le sorprendió enormemente el rápido deshielo que observó cuando tomó la foto el 13 de junio de 2019. Solo había experimentado este evento extremo una vez antes en los 15 años que lleva investigando en Groenlandia. Según él, es insólito que el deshielo se produzca tan rápido. “Se necesita una ola repentina de aire caliente cuando todavía hay nieve fresca sobre el hielo marino sólido”, explica Olsen. “Así que este es un ejemplo de un acontecimiento extremo que se desarrolla al principio de la temporada… La comunidad local me dijo: ‘Tendréis que esperar 100 años para volver a verlo’”.
Los deshielos como el que presenció Olsen suelen ocurrir solo al final de la temporada, a finales de junio o julio. Pero, en 2019, el deshielo comenzó a mediados de abril, alrededor de seis a ocho semanas antes que el promedio de 1981-2020, afectando a alrededor del 95% de la capa de hielo de Groenlandia, según la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA, por sus siglas en inglés).
Estos fenómenos pueden tener un “efecto bola de nieve”, generando nuevos deshielos al haber menos nieve y hielo que reflejen los rayos solares hacia el espacio y mantengan fría la superficie, explica la paleoclimatóloga Bianca Perren, del Servicio Antártico Británico (BAS). Perren estudia núcleos de sedimentos de las regiones polares para comprender la variabilidad climática a largo plazo.
Groenlandia sufrió una pérdida récord de hielo en 2019. En total, se desprendieron 532.000 millones de toneladas de su enorme capa de hielo, según un estudio de 2020. De media, la isla pierde 234.000 millones de toneladas de hielo al año, lo suficiente como para llenar 6324 edificios Empire State de Nueva York, en Estados Unidos.
“2019 fue inusualmente muy cálido, al igual que 2012”, afirma la geofísica marina del BAS Kelly Hogan, que estudia los impactos del deshielo de Groenlandia. En 2012, la temperatura estival (de junio a agosto) fue más de 2°C superior a la media de 1981-2010 en las zonas ya sometidas al deshielo estival, y más de 1,5°C superior en el conjunto de la capa de hielo.
“Estos extremos están volviendo con más frecuencia de lo que hubiéramos imaginado”, explica Hogan. “Están ocurriendo cada pocos años. Lo realmente característico de Groenlandia es la cantidad de deshielo que se produce en la superficie durante el verano, porque no hay nada parecido en la Antártida. Ver enormes volúmenes de agua (en el hielo) es realmente impresionante”, agrega.
Aun así, Perren subraya que es raro ver “charcos gigantes de agua” en la superficie, como en la foto de Olsen. Normalmente, el agua fluye a través de grietas en el hielo. “Básicamente, el agua rompe la capa de hielo y la hace flotar hasta la orilla”, explica. “Así que normalmente no se tienen estos charcos de agua, sino agua caliente que se introduce bajo la capa de hielo de Groenlandia, básicamente calentándolo todo”.
El rápido deshielo ya está afectando a la vida de las comunidades locales. “Tienen que adaptar sus hábitos de caza y pesca”, dice Olsen. Si caminar sobre el hielo ya no es seguro, también será más difícil para los científicos llevar a cabo sus investigaciones, señala. “Tendremos que adaptarnos y depender más de instrumentos automáticos que de la vigilancia comunitaria”. La seguridad ya es una preocupación, según Perren. “Le prometí a mi hijo que no pondré un pie en la capa de hielo porque es demasiado peligroso”, dice.
La foto ayudó a concienciar sobre la vulnerabilidad de Groenlandia al cambio climático, según Olsen. “Definitivamente, descubrí que se puede llamar mucho la atención sobre el problema con una foto… fue muy eficaz”, dice. “Pero, también me interpeló gente diciendo: ‘¿cómo podés hacer una foto del cambio climático?’ Estoy de acuerdo, no podés hacer una foto y llamarlo cambio climático, que es algo que se desarrolla durante un periodo de tiempo más largo. Tenemos que explicar la foto y darle el contexto adecuado”.
Las fotografías son herramientas útiles para iniciar conversaciones sobre el medio ambiente y explicar fenómenos científicos, según Perren. Para ella, “la ciencia tiene un problema de comunicación”. “Cuando vi la foto por primera vez en 2019, recuerdo que pensé: ‘Dios mío, es una imagen impresionante’”, recuerda Perren.
“Es una imagen simbólica de cómo se ve el cambio climático en Groenlandia. Pero también tiene un lado científico: quizá no tenga precedentes, pero también [ofrece] una gran imagen, algo emblemática, de cómo podría ser el futuro”. Para Hogan, esa foto “realmente nos acerca a la magnitud del problema”.
“Parece como si los perros estuvieran esquiando sobre algo sin fondo… la sensación es que podrían hundirse en cualquier momento, lo que quizá sea una especie de metáfora de la capa de hielo y del futuro”.
*Por Isabelle Gerretsen
En junio de 2019, una impresionante imagen de perros husky siberianos se hizo rápidamente viral y asombró al mundo. Mostraba a los animales aparentemente caminando sobre el agua en Groenlandia. La foto fue tomada por el científico climático Steffen Olsen, del Instituto Meteorológico Danés. Dirige el proyecto europeo Blue Action, que investiga los efectos de los cambios en el Ártico sobre el clima del planeta. “La reacción me sorprendió”, afirma. “Me sorprendió ver que tanta gente pensaba que la foto era bonita. Yo lo veía como una situación aterradora”.
Los perros, de hecho, caminaban en medio de una capa de agua derretida, de la altura de un tobillo humano, sobre el hielo marino en Inglefield Bredning, un área de 80 kilómetros de largo en el noroeste de Groenlandia. “Aprendí a ver la foto como un espejismo”, dice Olsen. “La gente no ve hielo marino, sino perros caminando sobre el agua”.
Olsen tomó la foto mientras viajaba con un equipo de científicos que analizaban las condiciones del mar y el hielo cerca de Qaanaaq, una de las ciudades más septentrionales del planeta. Estaban recuperando instrumentos científicos que habían instalado durante el invierno. “Llevábamos unas horas de viaje y se hizo evidente que el deshielo era muy grave… (El hielo) se derretía más o menos bajo nuestros pies mientras caminábamos sobre él”, recuerda Olsen.
“Los cazadores locales y yo estábamos muy sorprendidos… buscábamos lugares secos para sacar a los perros y los esquís del agua y no había ninguno a la vista. Dimos media vuelta y regresamos a la costa”. Los perros suelen ser muy reacios a meter las patas en el agua, según Olsen.
“Normalmente, cuando encontramos agua, es porque hay grietas en el hielo marino y los perros tienen que saltar por encima del agua… lo odian. Pero, hacía mucho calor y pensamos que estaban contentos de poder refrescarse los pies”. Dice que ese día las temperaturas alcanzaron los 14 °C.
Los científicos consiguieron recuperar sus instrumentos unos días después, cuando el agua ya se había filtrado por las pequeñas grietas de la capa de hielo. “Entonces se dispone de un breve periodo de tiempo para poder viajar de nuevo, hasta que el hielo se derrumba y se rompe”, explica Olsen.
El científico afirma que le sorprendió enormemente el rápido deshielo que observó cuando tomó la foto el 13 de junio de 2019. Solo había experimentado este evento extremo una vez antes en los 15 años que lleva investigando en Groenlandia. Según él, es insólito que el deshielo se produzca tan rápido. “Se necesita una ola repentina de aire caliente cuando todavía hay nieve fresca sobre el hielo marino sólido”, explica Olsen. “Así que este es un ejemplo de un acontecimiento extremo que se desarrolla al principio de la temporada… La comunidad local me dijo: ‘Tendréis que esperar 100 años para volver a verlo’”.
Los deshielos como el que presenció Olsen suelen ocurrir solo al final de la temporada, a finales de junio o julio. Pero, en 2019, el deshielo comenzó a mediados de abril, alrededor de seis a ocho semanas antes que el promedio de 1981-2020, afectando a alrededor del 95% de la capa de hielo de Groenlandia, según la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA, por sus siglas en inglés).
Estos fenómenos pueden tener un “efecto bola de nieve”, generando nuevos deshielos al haber menos nieve y hielo que reflejen los rayos solares hacia el espacio y mantengan fría la superficie, explica la paleoclimatóloga Bianca Perren, del Servicio Antártico Británico (BAS). Perren estudia núcleos de sedimentos de las regiones polares para comprender la variabilidad climática a largo plazo.
Groenlandia sufrió una pérdida récord de hielo en 2019. En total, se desprendieron 532.000 millones de toneladas de su enorme capa de hielo, según un estudio de 2020. De media, la isla pierde 234.000 millones de toneladas de hielo al año, lo suficiente como para llenar 6324 edificios Empire State de Nueva York, en Estados Unidos.
“2019 fue inusualmente muy cálido, al igual que 2012”, afirma la geofísica marina del BAS Kelly Hogan, que estudia los impactos del deshielo de Groenlandia. En 2012, la temperatura estival (de junio a agosto) fue más de 2°C superior a la media de 1981-2010 en las zonas ya sometidas al deshielo estival, y más de 1,5°C superior en el conjunto de la capa de hielo.
“Estos extremos están volviendo con más frecuencia de lo que hubiéramos imaginado”, explica Hogan. “Están ocurriendo cada pocos años. Lo realmente característico de Groenlandia es la cantidad de deshielo que se produce en la superficie durante el verano, porque no hay nada parecido en la Antártida. Ver enormes volúmenes de agua (en el hielo) es realmente impresionante”, agrega.
Aun así, Perren subraya que es raro ver “charcos gigantes de agua” en la superficie, como en la foto de Olsen. Normalmente, el agua fluye a través de grietas en el hielo. “Básicamente, el agua rompe la capa de hielo y la hace flotar hasta la orilla”, explica. “Así que normalmente no se tienen estos charcos de agua, sino agua caliente que se introduce bajo la capa de hielo de Groenlandia, básicamente calentándolo todo”.
El rápido deshielo ya está afectando a la vida de las comunidades locales. “Tienen que adaptar sus hábitos de caza y pesca”, dice Olsen. Si caminar sobre el hielo ya no es seguro, también será más difícil para los científicos llevar a cabo sus investigaciones, señala. “Tendremos que adaptarnos y depender más de instrumentos automáticos que de la vigilancia comunitaria”. La seguridad ya es una preocupación, según Perren. “Le prometí a mi hijo que no pondré un pie en la capa de hielo porque es demasiado peligroso”, dice.
La foto ayudó a concienciar sobre la vulnerabilidad de Groenlandia al cambio climático, según Olsen. “Definitivamente, descubrí que se puede llamar mucho la atención sobre el problema con una foto… fue muy eficaz”, dice. “Pero, también me interpeló gente diciendo: ‘¿cómo podés hacer una foto del cambio climático?’ Estoy de acuerdo, no podés hacer una foto y llamarlo cambio climático, que es algo que se desarrolla durante un periodo de tiempo más largo. Tenemos que explicar la foto y darle el contexto adecuado”.
Las fotografías son herramientas útiles para iniciar conversaciones sobre el medio ambiente y explicar fenómenos científicos, según Perren. Para ella, “la ciencia tiene un problema de comunicación”. “Cuando vi la foto por primera vez en 2019, recuerdo que pensé: ‘Dios mío, es una imagen impresionante’”, recuerda Perren.
“Es una imagen simbólica de cómo se ve el cambio climático en Groenlandia. Pero también tiene un lado científico: quizá no tenga precedentes, pero también [ofrece] una gran imagen, algo emblemática, de cómo podría ser el futuro”. Para Hogan, esa foto “realmente nos acerca a la magnitud del problema”.
“Parece como si los perros estuvieran esquiando sobre algo sin fondo… la sensación es que podrían hundirse en cualquier momento, lo que quizá sea una especie de metáfora de la capa de hielo y del futuro”.
*Por Isabelle Gerretsen
La imagen fue tomada en 2019 por el científico climático Steffen Olsen, que investiga los efectos de los cambios en el Ártico sobre el clima del planeta LA NACION