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Un mes particular. Cómo es la intimidad del Ramadán en la Argentina

Su inicio varía cada año, ya que el calendario islámico sigue las fases de la Luna. El principio y el final del Ramadán son determinados por un comité de observación lunar en Arabia Saudita. Este año, empieza el 1° de marzo y termina el 30 del mismo mes. Durante este período, los musulmanes buscan crecer espiritualmente y fortalecer su relación con Alá (dios en árabe). Rezan, recitan el Corán, procuran realizar sus acciones de forma intencionada y desinteresada, y se abstienen de comer desde el amanecer hasta la puesta del sol. “No es solo dejar de comer y tomar agua, sino controlar la mente y el corazón”, explicó Nahuel Francisco Díaz, de 26 años, estudiante de derecho, que va a vivir su tercer mes del ayuno.

Nahuel Francisco Díaz con Marwan Sarwar Gill, imán (religioso musulmán) y presidente de la Comunidad Musulmana Ahmadia en la Argentina

El nombre Ramadán proviene de la raíz árabe ar-ramad, que significa calor abrumador. En el año 610, el ángel Gabriel habría aparecido al profeta Mahoma y le habría revelado el Corán, el libro sagrado del islam. Esta revelación, conocida como Laylat Al Qadar –o la “Noche del Destino”–, habría tenido lugar durante el Ramadán. Por ello, los musulmanes ayunan durante este mes para conmemorar la revelación del Corán.

“El argentino siempre se emociona bastante, ya sea al conducir, jugando un partido o en cualquier otra situación; uno suele experimentar ese odio común, y el islam ayuda muchísimo en ese sentido a contrarrestarlo y a vivir de manera más espiritual”, señaló Díaz. Según él: “Se observa un cambio muy notorio entre una persona común en su vida cotidiana y aquella que practica el islam, ya sea que recién comience o que ya se encuentre en un proceso más avanzado; hay un cambio rotundo en sus pensamientos, palabras y acciones”.

Biblioteca del Centro de la Comunidad Musulmana Ahmadia, en Palermo

“Parte del camino espiritual”

Uno de los mayores retos del ayuno es la abstención de líquidos. “Lo más difícil no es no comer, sino también no beber agua durante todo el día. Con el calor del verano, se vuelve un desafío”, admitió Verónica, de 39 años, empleada administrativa en un ministerio y que va a vivir a partir de hoy su primer Ramadán. El ayuno no es obligatorio para todos. Existen excepciones para personas enfermas, mujeres embarazadas o lactantes, viajeros y niños. Muchos nuevos musulmanes practican pequeños ayunos parciales antes de alcanzar la madurez religiosa para familiarizarse con la tradición. “Es un proceso. Nadie te obliga, pero uno quiere hacerlo porque es parte del camino espiritual”, comentó Verónica.

Verónica, de 39 años, va a vivir su primer Ramadán

Para sobrellevarlo, muchos reducen el consumo de café o refrescos días antes e incorporan alimentos hidratantes en el suhoor, la última comida antes del ayuno, durante el mes de Ramadán. “Lo único que me asusta con este calor, es no tomar líquidos, no tanto no comer. Cuando uno entiende que deja de lado el alimento físico para el espiritual, es más sencillo. Pero lo que sí me mata es el agua. Ir a jugar a la pelota sin tomar agua, nadar sin tomar agua, correr sin tomar agua cuesta mucho”, expresó a LA NACIÓN el estudiante de derecho.

La Argentina es el segundo país de América Latina con más cantidad de musulmanes, después de Brasil y por delante de Chile. Sin embargo, establecer la cantidad exacta de personas que practican esa religión es complicado. Generalmente, se confunden la afiliación cultural, los orígenes y la fe religiosa. “Algunos estiman 500.000, otros 300.000 y algunos, más de un millón. La confusión surge en la contabilización de los árabes, ya que se suman todos, incluso a los maronitas, que son católicos y no musulmanes. Por ejemplo, Juan Manzur, senador nacional por Tucumán [exjefe de Gabinete de la presidencia de Alberto Fernández], es un fiel maronita y de origen libanés. Por eso, tengo la tendencia de pensar que la cifra es mucho menor, alrededor de 300.000″, afirmó Marwan Sarwar Gill, imán y presidente de la Comunidad Musulmana Ahmadia en la Argentina.

La jornada laboral y académica sigue su ritmo habitual y los practicantes deben ajustar su cotidianeidad durante este período. “Una cosa es hacerlo un día o dos a la semana y otra cosa es 30 días seguidos”, afirmó Verónica.

Algunos adaptan su rutina de sueño, adelantando el descanso nocturno para poder levantarse antes del amanecer y comer el suhoor. “Mi pareja no es practicante. Está más metida en el hinduismo. Pero siempre fue muy compañera conmigo. Me pone la alarma y me despierta para el desayuno antes del ayuno”, relató Nahuel Francisco Díaz. Otros reorganizan su jornada para asegurarse de que el iftar, la comida que rompe el ayuno, sea un momento de calma y conexión espiritual.

La preparación en las casas y mezquitas

La ciudad de Buenos Aires es el lugar con más mezquitas de toda la Argentina. Entre otras, cuenta con el Centro Cultural Islámico Rey Fahd, que es la más grande de América Latina, y los templos Al Tauhid, Al Ahmad y tekkia Sufi Halveti-Yerrahi.

El patio de la mezquita tekkia Sufi Halveti-Yerrahi, en el barrio porteño de Colegiales

Muchas de ellas abren sus puertas por la tarde para el rezo comunitario y la ruptura del ayuno en grupo. “Acá no tenemos la cultura de los países musulmanes, donde todo se adapta al Ramadán. Por eso, reunirnos en la mezquita nos da un sentido de comunidad”, expresó el estudiante universitario. A pesar de eso, muchos practicantes rezan en sus proopias casas porque las distancias son largas y el número de mezquitas es reducido.

Además, no existen celebraciones previas al inicio del Ramadán, porque la celebración llega al final del mes sagrado, cuando se conmemora el esfuerzo y el compromiso dedicados durante ese tiempo. “Al día siguiente, se juntan en las mezquitas y se celebra: se visten de la mejor forma, se comparten comidas en comunidad, se intercambian –sobre todo–regalos para los chicos y, en general, se festeja el logro, el yihad (esfuerzo en árabe) realizado durante un mes”, comentó Marwan Sarwar Gill. “El verdadero yihad, no es la lucha contra los no musulmanes, sino el esfuerzo por superar la maldad interna y el ego propio. El mes de Ramadán, por ejemplo, es un mes de yihad”, sostuvo.

Marwan Sarwar Gill, imán y presidente de Comunidad Musulmana Ahmadia en la Argentina

Entre la fe y los prejuicios

Ser musulmán en la Argentina implica navegar entre la fe y ciertos estereotipos que aún persisten. Muchos enfrentan preguntas sobre su vestimenta, su fe, sus costumbres o el motivo del ayuno. “Cuando contás que no vas a comer ni a beber agua en todo el día, la gente se sorprende o te dice que es imposible”, comentó Verónica. Además, señaló: “En el trabajo también me han hecho chistes, como ¿ya estás aprendiendo a armar bombas?, pero lo tomo como un chiste”.

Cuando Díaz se convirtió al islam hace un poco más de tres años, la conversión no fue tan sencilla. “Imagínate que, donde vivo en la zona sur, no existe nadie que sea musulmán; ni siquiera hay un centro como acá”, argumentó Díaz. ”Hubo aceptación por parte de mi familia y mis amigos, pero era muy raro para todo el mundo que yo quiera ser musulmán. Después sí, tuve mucha aceptación, pero fue algo bastante complicado en decidirlo”.

Las mujeres que usan hijab a menudo deben lidiar con miradas y comentarios. ”Si una monja usa un velo, nadie lo cuestiona, pero si una musulmana decide usarlo, enseguida asumen que está oprimida”, señaló el imán. Verónica también compartió su visión sobre esa religión: “El islam es muy diferente a la información que solemos tener sobre él; se da la idea de que es una religión machista, en la que la mujer está oprimida, y eso no lo veo así. Fue, en cierto modo, una grata sorpresa”.

Su inicio varía cada año, ya que el calendario islámico sigue las fases de la Luna. El principio y el final del Ramadán son determinados por un comité de observación lunar en Arabia Saudita. Este año, empieza el 1° de marzo y termina el 30 del mismo mes. Durante este período, los musulmanes buscan crecer espiritualmente y fortalecer su relación con Alá (dios en árabe). Rezan, recitan el Corán, procuran realizar sus acciones de forma intencionada y desinteresada, y se abstienen de comer desde el amanecer hasta la puesta del sol. “No es solo dejar de comer y tomar agua, sino controlar la mente y el corazón”, explicó Nahuel Francisco Díaz, de 26 años, estudiante de derecho, que va a vivir su tercer mes del ayuno.

Nahuel Francisco Díaz con Marwan Sarwar Gill, imán (religioso musulmán) y presidente de la Comunidad Musulmana Ahmadia en la Argentina

El nombre Ramadán proviene de la raíz árabe ar-ramad, que significa calor abrumador. En el año 610, el ángel Gabriel habría aparecido al profeta Mahoma y le habría revelado el Corán, el libro sagrado del islam. Esta revelación, conocida como Laylat Al Qadar –o la “Noche del Destino”–, habría tenido lugar durante el Ramadán. Por ello, los musulmanes ayunan durante este mes para conmemorar la revelación del Corán.

“El argentino siempre se emociona bastante, ya sea al conducir, jugando un partido o en cualquier otra situación; uno suele experimentar ese odio común, y el islam ayuda muchísimo en ese sentido a contrarrestarlo y a vivir de manera más espiritual”, señaló Díaz. Según él: “Se observa un cambio muy notorio entre una persona común en su vida cotidiana y aquella que practica el islam, ya sea que recién comience o que ya se encuentre en un proceso más avanzado; hay un cambio rotundo en sus pensamientos, palabras y acciones”.

Biblioteca del Centro de la Comunidad Musulmana Ahmadia, en Palermo

“Parte del camino espiritual”

Uno de los mayores retos del ayuno es la abstención de líquidos. “Lo más difícil no es no comer, sino también no beber agua durante todo el día. Con el calor del verano, se vuelve un desafío”, admitió Verónica, de 39 años, empleada administrativa en un ministerio y que va a vivir a partir de hoy su primer Ramadán. El ayuno no es obligatorio para todos. Existen excepciones para personas enfermas, mujeres embarazadas o lactantes, viajeros y niños. Muchos nuevos musulmanes practican pequeños ayunos parciales antes de alcanzar la madurez religiosa para familiarizarse con la tradición. “Es un proceso. Nadie te obliga, pero uno quiere hacerlo porque es parte del camino espiritual”, comentó Verónica.

Verónica, de 39 años, va a vivir su primer Ramadán

Para sobrellevarlo, muchos reducen el consumo de café o refrescos días antes e incorporan alimentos hidratantes en el suhoor, la última comida antes del ayuno, durante el mes de Ramadán. “Lo único que me asusta con este calor, es no tomar líquidos, no tanto no comer. Cuando uno entiende que deja de lado el alimento físico para el espiritual, es más sencillo. Pero lo que sí me mata es el agua. Ir a jugar a la pelota sin tomar agua, nadar sin tomar agua, correr sin tomar agua cuesta mucho”, expresó a LA NACIÓN el estudiante de derecho.

La Argentina es el segundo país de América Latina con más cantidad de musulmanes, después de Brasil y por delante de Chile. Sin embargo, establecer la cantidad exacta de personas que practican esa religión es complicado. Generalmente, se confunden la afiliación cultural, los orígenes y la fe religiosa. “Algunos estiman 500.000, otros 300.000 y algunos, más de un millón. La confusión surge en la contabilización de los árabes, ya que se suman todos, incluso a los maronitas, que son católicos y no musulmanes. Por ejemplo, Juan Manzur, senador nacional por Tucumán [exjefe de Gabinete de la presidencia de Alberto Fernández], es un fiel maronita y de origen libanés. Por eso, tengo la tendencia de pensar que la cifra es mucho menor, alrededor de 300.000″, afirmó Marwan Sarwar Gill, imán y presidente de la Comunidad Musulmana Ahmadia en la Argentina.

La jornada laboral y académica sigue su ritmo habitual y los practicantes deben ajustar su cotidianeidad durante este período. “Una cosa es hacerlo un día o dos a la semana y otra cosa es 30 días seguidos”, afirmó Verónica.

Algunos adaptan su rutina de sueño, adelantando el descanso nocturno para poder levantarse antes del amanecer y comer el suhoor. “Mi pareja no es practicante. Está más metida en el hinduismo. Pero siempre fue muy compañera conmigo. Me pone la alarma y me despierta para el desayuno antes del ayuno”, relató Nahuel Francisco Díaz. Otros reorganizan su jornada para asegurarse de que el iftar, la comida que rompe el ayuno, sea un momento de calma y conexión espiritual.

La preparación en las casas y mezquitas

La ciudad de Buenos Aires es el lugar con más mezquitas de toda la Argentina. Entre otras, cuenta con el Centro Cultural Islámico Rey Fahd, que es la más grande de América Latina, y los templos Al Tauhid, Al Ahmad y tekkia Sufi Halveti-Yerrahi.

El patio de la mezquita tekkia Sufi Halveti-Yerrahi, en el barrio porteño de Colegiales

Muchas de ellas abren sus puertas por la tarde para el rezo comunitario y la ruptura del ayuno en grupo. “Acá no tenemos la cultura de los países musulmanes, donde todo se adapta al Ramadán. Por eso, reunirnos en la mezquita nos da un sentido de comunidad”, expresó el estudiante universitario. A pesar de eso, muchos practicantes rezan en sus proopias casas porque las distancias son largas y el número de mezquitas es reducido.

Además, no existen celebraciones previas al inicio del Ramadán, porque la celebración llega al final del mes sagrado, cuando se conmemora el esfuerzo y el compromiso dedicados durante ese tiempo. “Al día siguiente, se juntan en las mezquitas y se celebra: se visten de la mejor forma, se comparten comidas en comunidad, se intercambian –sobre todo–regalos para los chicos y, en general, se festeja el logro, el yihad (esfuerzo en árabe) realizado durante un mes”, comentó Marwan Sarwar Gill. “El verdadero yihad, no es la lucha contra los no musulmanes, sino el esfuerzo por superar la maldad interna y el ego propio. El mes de Ramadán, por ejemplo, es un mes de yihad”, sostuvo.

Marwan Sarwar Gill, imán y presidente de Comunidad Musulmana Ahmadia en la Argentina

Entre la fe y los prejuicios

Ser musulmán en la Argentina implica navegar entre la fe y ciertos estereotipos que aún persisten. Muchos enfrentan preguntas sobre su vestimenta, su fe, sus costumbres o el motivo del ayuno. “Cuando contás que no vas a comer ni a beber agua en todo el día, la gente se sorprende o te dice que es imposible”, comentó Verónica. Además, señaló: “En el trabajo también me han hecho chistes, como ¿ya estás aprendiendo a armar bombas?, pero lo tomo como un chiste”.

Cuando Díaz se convirtió al islam hace un poco más de tres años, la conversión no fue tan sencilla. “Imagínate que, donde vivo en la zona sur, no existe nadie que sea musulmán; ni siquiera hay un centro como acá”, argumentó Díaz. ”Hubo aceptación por parte de mi familia y mis amigos, pero era muy raro para todo el mundo que yo quiera ser musulmán. Después sí, tuve mucha aceptación, pero fue algo bastante complicado en decidirlo”.

Las mujeres que usan hijab a menudo deben lidiar con miradas y comentarios. ”Si una monja usa un velo, nadie lo cuestiona, pero si una musulmana decide usarlo, enseguida asumen que está oprimida”, señaló el imán. Verónica también compartió su visión sobre esa religión: “El islam es muy diferente a la información que solemos tener sobre él; se da la idea de que es una religión machista, en la que la mujer está oprimida, y eso no lo veo así. Fue, en cierto modo, una grata sorpresa”.

 Integrantes de esa comunidad en nuestro país revelan detalles de ese período de 30 días, que comienza hoy, y significa una etapa de purificación y ayuno  LA NACION

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