Quién fue Tutmosis II, el faraón opacado por su esposa e hijo, y cuya tumba acaba de ser descubierta en Egipto
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Su reinado quedó opacado por su esposa, que también era su media hermana, y luego también por su hijo. Tutmosis II fue el cuarto rey de la dinastía XVIII de Egipto, 1500 años antes de Cristo.
El histórico hallazgo de su primera tumba en los valles occidentales de la necrópolis tebana, cerca de la ciudad de Luxor, en el sur del país, fue informado esta semana.
Era la última tumba real no descubierta de la dinastía XVIII de Egipto y el primer hallazgo de la tumba de un faraón desde que encontraron la de Tutankamón hace más de 100 años (Tutmosis II era el bisabuelo del bisabuelo de Tutankamón).
Tutmosis II era hijo de Tutmosis I pero no de la Gran Esposa Real, Ahmose, de donde venía la línea sucesoria monárquica, sino de Mutnofret, una reina secundaria.
Con Ahmose, Tutmosis I tuvo a la princesa Hatshepsut.
Para proteger el linaje real, el padre de ambos ordenó que se casaran, así que cuando él murió, los medio hermanos heredaron el trono sin ser desafiados.
Los historiadores creen que Tutmosis II vivió hasta los 30 años, aproximadamente, y no está claro cuántos años duró su reinado.
Algunos creen que fue corto -de tres o cuatro años-, mientras que otros han señalado que puede haber durado 14 y hasta 18 años.
Su período como faraón egipcio quedó poco documentado, o al menos los egiptólogos no han encontrado hasta el momento mayor información.
Se sabe que lideró exitosas campañas militares en Nubia, en el sur de Egipto, y en la zona del Levante, donde hoy se encuentran los territorios palestinos, Israel y Siria.
Por el estado en que fue encontrado su cuerpo momificado, se cree que padeció problemas de salud.
Su sarcófago fue descubierto en 1881 por los egiptólogos Gaston Maspero y Émile Brugsch en Deir el-Bahari, un sitio de templos y tumbas frente a la antigua ciudad de Tebas, en la vera occidental del río Nilo.
Pero esa no era su tumba original. La momia había sido trasladada junto con los cuerpos de varios faraones para protegerlos de saqueadores de tumbas.
La faraona Hatshepsut
Al morir Tutmosis II, el trono debía pasar al hijo varón que había tenido con una de sus esposas, Iset.
Pero Tutmosis III, que apenas había aprendido a caminar, era demasiado pequeño para tomar las riendas del gobierno.
Pese a que no era raro que las madres se ocuparan de gobernar si los faraones eran muy niños, Iset no tenía ninguna preparación para desempeñar tal rol.
Fue por eso que el lugar lo asumió Hatshepsut, la reina viuda, quien con poco más de 20 años de edad se encargaría de las tareas al frente del Imperio Nuevo de Egipto como regente.
Hatshepsut, que con su esposo había tenido dos hijas, Neferura y Neferubity, cuidaría el trono de su hijastro -y a la vez sobrino, por ser media hermana de Tutmosis II-, hasta que el joven pudiera hacerse cargo de las labores de faraón.
Sin embargo, unos años después y por motivos que se desconocen, Hatshepsut se convirtió en faraona.
Si bien era preferible que el faraón fuera un hombre -y si era fuerte, valiente y bello, mejor-, no existía ninguna norma que prohibiera a una mujer asumir el cargo.
Se daba, especialmente, cuando una madre protegía el trono de su hijo o cuando su esposo estaba ausente en contiendas militares.
La diferencia en este caso es que Hatshepsut tomó el poder para sí, no en representación de Tutmosis III, y entendía que, como los dioses, un faraón era eterno.
Es por eso que cuando su hijastro creció y estaba en condiciones de asumir al frente del gobierno, Hatshepsut no abdicó y el trono siguió estando en sus manos.
En las representaciones pictóricas que se hallaron de Hatshepsut se la puede ver con rasgos masculinos, incluso con la barba postiza considerada un atributo divino de los dioses.
Pero en los textos se dejaba claro que era una mujer.
Su intención, desde los dibujos y estatuas, era ser vista como una líder.
Su reinado fue muy bueno, con avances no solo militares sino, sobre todo, en el comercio, lo que hizo que el reinado de su marido quedara en el olvido.
El problema fue que tras su muerte, Tutmosis III se dedicó a borrar el nombre de su madrastra, aunque el grueso de la destrucción se produjo 20 años después de que ella falleciera, algo que aún no una tiene explicación clara.
Lo que sí se sabe es que para entonces, Hatshepsut había quedado muy atrás en el recuerdo, quienes la habían conocido ya no estaban vivos y Tutmosis III se apropió de las grandezas de su legado, quedando como uno de los más importantes faraones de la dinastía XVIII de Egipto.
Su reinado quedó opacado por su esposa, que también era su media hermana, y luego también por su hijo. Tutmosis II fue el cuarto rey de la dinastía XVIII de Egipto, 1500 años antes de Cristo.
El histórico hallazgo de su primera tumba en los valles occidentales de la necrópolis tebana, cerca de la ciudad de Luxor, en el sur del país, fue informado esta semana.
Era la última tumba real no descubierta de la dinastía XVIII de Egipto y el primer hallazgo de la tumba de un faraón desde que encontraron la de Tutankamón hace más de 100 años (Tutmosis II era el bisabuelo del bisabuelo de Tutankamón).
Tutmosis II era hijo de Tutmosis I pero no de la Gran Esposa Real, Ahmose, de donde venía la línea sucesoria monárquica, sino de Mutnofret, una reina secundaria.
Con Ahmose, Tutmosis I tuvo a la princesa Hatshepsut.
Para proteger el linaje real, el padre de ambos ordenó que se casaran, así que cuando él murió, los medio hermanos heredaron el trono sin ser desafiados.
Los historiadores creen que Tutmosis II vivió hasta los 30 años, aproximadamente, y no está claro cuántos años duró su reinado.
Algunos creen que fue corto -de tres o cuatro años-, mientras que otros han señalado que puede haber durado 14 y hasta 18 años.
Su período como faraón egipcio quedó poco documentado, o al menos los egiptólogos no han encontrado hasta el momento mayor información.
Se sabe que lideró exitosas campañas militares en Nubia, en el sur de Egipto, y en la zona del Levante, donde hoy se encuentran los territorios palestinos, Israel y Siria.
Por el estado en que fue encontrado su cuerpo momificado, se cree que padeció problemas de salud.
Su sarcófago fue descubierto en 1881 por los egiptólogos Gaston Maspero y Émile Brugsch en Deir el-Bahari, un sitio de templos y tumbas frente a la antigua ciudad de Tebas, en la vera occidental del río Nilo.
Pero esa no era su tumba original. La momia había sido trasladada junto con los cuerpos de varios faraones para protegerlos de saqueadores de tumbas.
La faraona Hatshepsut
Al morir Tutmosis II, el trono debía pasar al hijo varón que había tenido con una de sus esposas, Iset.
Pero Tutmosis III, que apenas había aprendido a caminar, era demasiado pequeño para tomar las riendas del gobierno.
Pese a que no era raro que las madres se ocuparan de gobernar si los faraones eran muy niños, Iset no tenía ninguna preparación para desempeñar tal rol.
Fue por eso que el lugar lo asumió Hatshepsut, la reina viuda, quien con poco más de 20 años de edad se encargaría de las tareas al frente del Imperio Nuevo de Egipto como regente.
Hatshepsut, que con su esposo había tenido dos hijas, Neferura y Neferubity, cuidaría el trono de su hijastro -y a la vez sobrino, por ser media hermana de Tutmosis II-, hasta que el joven pudiera hacerse cargo de las labores de faraón.
Sin embargo, unos años después y por motivos que se desconocen, Hatshepsut se convirtió en faraona.
Si bien era preferible que el faraón fuera un hombre -y si era fuerte, valiente y bello, mejor-, no existía ninguna norma que prohibiera a una mujer asumir el cargo.
Se daba, especialmente, cuando una madre protegía el trono de su hijo o cuando su esposo estaba ausente en contiendas militares.
La diferencia en este caso es que Hatshepsut tomó el poder para sí, no en representación de Tutmosis III, y entendía que, como los dioses, un faraón era eterno.
Es por eso que cuando su hijastro creció y estaba en condiciones de asumir al frente del gobierno, Hatshepsut no abdicó y el trono siguió estando en sus manos.
En las representaciones pictóricas que se hallaron de Hatshepsut se la puede ver con rasgos masculinos, incluso con la barba postiza considerada un atributo divino de los dioses.
Pero en los textos se dejaba claro que era una mujer.
Su intención, desde los dibujos y estatuas, era ser vista como una líder.
Su reinado fue muy bueno, con avances no solo militares sino, sobre todo, en el comercio, lo que hizo que el reinado de su marido quedara en el olvido.
El problema fue que tras su muerte, Tutmosis III se dedicó a borrar el nombre de su madrastra, aunque el grueso de la destrucción se produjo 20 años después de que ella falleciera, algo que aún no una tiene explicación clara.
Lo que sí se sabe es que para entonces, Hatshepsut había quedado muy atrás en el recuerdo, quienes la habían conocido ya no estaban vivos y Tutmosis III se apropió de las grandezas de su legado, quedando como uno de los más importantes faraones de la dinastía XVIII de Egipto.
El histórico hallazgo de su primera tumba en los valles occidentales de la necrópolis tebana, cerca de la ciudad de Luxor, en el sur del país, fue informado esta semana LA NACION