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Una “sala al aire libre”: el Bellas Artes inauguró su Parque de las Esculturas

Ahí está, finalmente, después de una verdadera odisea: el Heracles arquero, creado por Antoine Bourdelle a principios del siglo XX, todavía en una incómoda pose destinada a disparar su flecha. Esta obra de gran valor patrimonial fue removida en 2020 de la Plaza Dante, frente al Palais de Glace, para protegerla de la ola de robos de piezas de bronce que sufría Buenos Aires. Cuatro años después de que su arco desapareciera en un acto de vandalismo.

El álbum personal de Beatriz Sarlo: de niña obediente a modelo de campaña y mujer reflexiva

Ahora integra, junto a otras cuatro de autores de distintas épocas, el nuevo Paseo de las Esculturas del Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA), concebido como una “nueva sala” al aire libre de 2000 metros cuadrados y abierto público todos los días, de 9 a 19. Ubicado entre el museo y su Asociación de Amigos, también debió esperar durante años igual que Heracles, debido a un frustrado proyecto de ampliación del edificio ubicado sobre la Avenida del Libertador 1473.

“Por ahora no se va a hacer, pero es compatible con el diseño que hicimos en el Paseo de Esculturas. Está previsto que si se hace esa ampliación no interfiera, porque es un puente y una bajada”, aclaró a LA NACION Andrés Duprat, director del MNBA. Y explicó, además, por qué el recorrido tiene sólo cinco esculturas y no una docena, como estaba previsto originalmente: “Decidimos junto con la gente de Ciudad [el subsecretario de Paisaje Urbano, Juan Pablo Vacas] hacer una selección más ajustada para que se luzcan mejor las obras elegidas”.

Integran ese “Dream Team” dos obras del acervo porteño: el mencionado arquero, realizado en 1909 por quien fue ayudante de Auguste Rodin y tiene su propio museo en París, y El Inmigrante (1936), de Alberto Lagos. Y otras tres del MNBA: Marejada (1970), de Noemí Gerstein –donada por su Asociación Amigos en 2022-; El deseo (1955), de Líbero Badii, y Juegos del viento (2014), de Vechy Logioio, cedida recientemente por la artista.

Fuera de la selección quedaron Rugby y La danza, de Pablo Curatella Manes; Jinete a caballo, de Marino Marini, y torsos de Antonio Sibellino y Rogelio Yrurtia, así como otras que se preveía que aportaría la ciudad: La primavera y El hombre que habla, de Léon-Ernest Drivier, y El segador, El sembrador, de Constantin Meunier, y El centauro herido, de Bourdelle, instalada en la vecina Plaza Rubén Darío.

En esta última se emplazan entre otras Hierroform, de María Juana Heras Velasco; Clamor de la fraternidad, de Luis Arata, Serena, de Silvio Giangrande; Hacia la luz, de Julio Le Parc, y Desarrollo espacial, de Enio Iommi.

El paseo está abierto todos los días, de 9 a 19

Este lugar se encontraba degradado, se usaba de estacionamiento y tenía construcciones precarias adosadas al magnífico pabellón ideado en 1960 por los arquitectos César Janello, Rubén Fraile y Jorge Gómez Alais. Ahora, en una asociación virtuosa entre Nación, Ciudad, la Asociación de Amigos y el propio museo, lo hemos vuelto a su estado original como parque público”, declaró Duprat en un comunicado, ya que no hubo acto inaugural. Y anticipó que “además de disfrutar del paseo y de las obras de arte allí expuestas, los visitantes podrán participar de actividades al aire libre como conciertos, performances, visitas guiadas y demás acciones culturales programadas para los diferentes públicos”.

“El deseo” (1955), de Líbero Badii

Ahí está, finalmente, después de una verdadera odisea: el Heracles arquero, creado por Antoine Bourdelle a principios del siglo XX, todavía en una incómoda pose destinada a disparar su flecha. Esta obra de gran valor patrimonial fue removida en 2020 de la Plaza Dante, frente al Palais de Glace, para protegerla de la ola de robos de piezas de bronce que sufría Buenos Aires. Cuatro años después de que su arco desapareciera en un acto de vandalismo.

El álbum personal de Beatriz Sarlo: de niña obediente a modelo de campaña y mujer reflexiva

Ahora integra, junto a otras cuatro de autores de distintas épocas, el nuevo Paseo de las Esculturas del Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA), concebido como una “nueva sala” al aire libre de 2000 metros cuadrados y abierto público todos los días, de 9 a 19. Ubicado entre el museo y su Asociación de Amigos, también debió esperar durante años igual que Heracles, debido a un frustrado proyecto de ampliación del edificio ubicado sobre la Avenida del Libertador 1473.

“Por ahora no se va a hacer, pero es compatible con el diseño que hicimos en el Paseo de Esculturas. Está previsto que si se hace esa ampliación no interfiera, porque es un puente y una bajada”, aclaró a LA NACION Andrés Duprat, director del MNBA. Y explicó, además, por qué el recorrido tiene sólo cinco esculturas y no una docena, como estaba previsto originalmente: “Decidimos junto con la gente de Ciudad [el subsecretario de Paisaje Urbano, Juan Pablo Vacas] hacer una selección más ajustada para que se luzcan mejor las obras elegidas”.

Integran ese “Dream Team” dos obras del acervo porteño: el mencionado arquero, realizado en 1909 por quien fue ayudante de Auguste Rodin y tiene su propio museo en París, y El Inmigrante (1936), de Alberto Lagos. Y otras tres del MNBA: Marejada (1970), de Noemí Gerstein –donada por su Asociación Amigos en 2022-; El deseo (1955), de Líbero Badii, y Juegos del viento (2014), de Vechy Logioio, cedida recientemente por la artista.

Fuera de la selección quedaron Rugby y La danza, de Pablo Curatella Manes; Jinete a caballo, de Marino Marini, y torsos de Antonio Sibellino y Rogelio Yrurtia, así como otras que se preveía que aportaría la ciudad: La primavera y El hombre que habla, de Léon-Ernest Drivier, y El segador, El sembrador, de Constantin Meunier, y El centauro herido, de Bourdelle, instalada en la vecina Plaza Rubén Darío.

En esta última se emplazan entre otras Hierroform, de María Juana Heras Velasco; Clamor de la fraternidad, de Luis Arata, Serena, de Silvio Giangrande; Hacia la luz, de Julio Le Parc, y Desarrollo espacial, de Enio Iommi.

El paseo está abierto todos los días, de 9 a 19

Este lugar se encontraba degradado, se usaba de estacionamiento y tenía construcciones precarias adosadas al magnífico pabellón ideado en 1960 por los arquitectos César Janello, Rubén Fraile y Jorge Gómez Alais. Ahora, en una asociación virtuosa entre Nación, Ciudad, la Asociación de Amigos y el propio museo, lo hemos vuelto a su estado original como parque público”, declaró Duprat en un comunicado, ya que no hubo acto inaugural. Y anticipó que “además de disfrutar del paseo y de las obras de arte allí expuestas, los visitantes podrán participar de actividades al aire libre como conciertos, performances, visitas guiadas y demás acciones culturales programadas para los diferentes públicos”.

“El deseo” (1955), de Líbero Badii Abierto todos los días de 9 a 19, el paseo público está ubicado entre el museo y su Asociación de Amigos; incluye el Heracles arquero de Bourdelle pero está conformado por cinco esculturas y no por una docena, como estaba previsto  LA NACION

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