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“La mejor carne del mundo”: son emprendedores y quieren llegar a “todos los argentinos” con cortes premium

Con una mirada puesta en los requerimientos actuales de los consumidores, pero conservando la esencia del negocio familiar, Francisco Cabrales, de la cabaña San Jorge, y Johanna y Alan Rueco, segunda generación en el Frigorífico Los Pinos Ham, buscaron dar un plus, una vuelta de tuerca y llevar a lo más alto la carne vacuna con el sello de la certificación de la Asociación Argentina de Angus.

Juntos, a través de un proyecto llamado Tango Beef, tienen como objetivo central hacer crecer el consumo interno con un producto certificado con valor agregado. Según dijeron en la asociación de la raza, esta iniciativa conjunta responde a la creciente demanda de carnes premium en el mercado interno, “destacando el compromiso por ofrecer excelencia y trazabilidad en cada corte”.

“Antes de lo que pensaba”: el secretario de Agricultura auguró el fin de las retenciones

Johanna Rueco, gerente general de Agropecuaria Los Pinos, una empresa familiar dedicada a la actividad ganadera, detalló que ese proyecto nació para ofrecerle algo más al público, un producto de calidad superior.

“Sabíamos que Angus era la raza que cumplía con esas características. Y surgió esta simbiosis de carne certificada Angus by Los Pinos Ham. Fue algo que impulsamos Alan y yo y, obviamente tuvimos el apoyo de mi papá, Adrián. La idea es poder hacernos fuertes en el consumo interno”, contó a LA NACION.

“Murió la vaca lechera”: un intendente bonaerense quería subir 110% una tasa y, sin apoyo, ahora pretende un 40%

La historia del frigorífico tiene 20 años, en 2004 cuando Rueco arrancó como matarife, vendiendo a abastecedores y a carnicerías tradicionales. Pero en 2019 empezó a observar que lo que se vendría hacia el futuro era la carne envasada al vacío y que cada vez menos la gente iba a ir a la carnicería tradicional, por cuestiones bromatológicas y hasta de comodidad: “Después vino la pandemia y para mi papá fue reafirmar esta idea. Ahí salimos con la venta de carne envasada al vacío que es un producto que tiene una trazabilidad superior”.

La otra pata del proyecto es Francisco Cabrales que, con una larga tradición en el negocio del café, hace tiempo también que su familia incursiona en la ganadería. En General Pirán, provincia de Buenos Aires, desde hace 30 años que hacen ganadería y ocho años que comenzaron con una cabaña de Angus. Reacio y rebelde para estudiar, el joven de 24 años decidió, una vez que terminó la secundaria, volcarse de lleno al trabajo en el campo.

“El proyecto Tango Beef apunta a que el argentino común pueda consumir lo que mejor producimos en el país que es carne vacuna certificada Angus y que no solo se exporte. Queremos que el consumo interno de carne vacuna crezca y deje de estar estancado”, comentó.

Según describió, el camino hasta llegar a la comercialización comienza con la faena en el frigorífico en el AMBA y luego que se desposta en cortes se lo envasa al vacío. De allí se envía a Mar del Plata, donde será vendida en un principio a restaurantes de categoría, a mercados boutiques y en eventos sociales y empresariales, así también estará disponible para clientes particulares.

“Por ahora es un producto de nicho para un público ABC1 pero apuntamos a agrandar el abanico de clientela para quien pueda valorar todo el trabajo que hay detrás del producto final. Queremos que todos los argentinos tenga a su alcance la mejor carne del mundo que se produce en el país”, indicó Cabrales.

En el lanzamiento, otro joven chef fue el encargado de hacer una demostración de la calidad de la carne vacuna. Con 33 años y 15 dedicándose a la gastronomía, Felipe Cuneo Libarona, hijo del ministro de Justicia, deleitó con su cocina de platos con carne.

Legado

Recibido en el IAG y con pasantías en San Sebastián, España, y en México, Estados Unidos y Costa Rica, su relación con la ganadería y la carne vacuna viene de niño. “Mi bisabuelo era productor agropecuario en Entre Ríos. También mi abuelo, que continuó con ese legado, me apoyó”, dijo. Para el cocinero, “la sagrada parrilla nacional es una institución en la Argentina y el mundo, donde la materia prima es lo más importante, es la estrella, porque uno puede tener un gran asador, pero si la carne no acompaña, el resultado no va a ser óptimo”.

Destacó: “Los ganaderos no toman dimensión del potencial que tienen en la producción de carne vacuna. Somos una marca de exportación”.

Por último, Alfonso Bustillo, presidente de Angus, dijo que como asociación están convencidos de que el producto de la carne de la raza tiene un diferencial: “El mundo entero lo quiere, lo pide. Este año, como certificadora de carne Angus vamos a llegar a las 8000 toneladas, casi duplicando las del año pasado. Y creemos que el mercado interno se merece tener este producto a disposición”.

Con una mirada puesta en los requerimientos actuales de los consumidores, pero conservando la esencia del negocio familiar, Francisco Cabrales, de la cabaña San Jorge, y Johanna y Alan Rueco, segunda generación en el Frigorífico Los Pinos Ham, buscaron dar un plus, una vuelta de tuerca y llevar a lo más alto la carne vacuna con el sello de la certificación de la Asociación Argentina de Angus.

Juntos, a través de un proyecto llamado Tango Beef, tienen como objetivo central hacer crecer el consumo interno con un producto certificado con valor agregado. Según dijeron en la asociación de la raza, esta iniciativa conjunta responde a la creciente demanda de carnes premium en el mercado interno, “destacando el compromiso por ofrecer excelencia y trazabilidad en cada corte”.

“Antes de lo que pensaba”: el secretario de Agricultura auguró el fin de las retenciones

Johanna Rueco, gerente general de Agropecuaria Los Pinos, una empresa familiar dedicada a la actividad ganadera, detalló que ese proyecto nació para ofrecerle algo más al público, un producto de calidad superior.

“Sabíamos que Angus era la raza que cumplía con esas características. Y surgió esta simbiosis de carne certificada Angus by Los Pinos Ham. Fue algo que impulsamos Alan y yo y, obviamente tuvimos el apoyo de mi papá, Adrián. La idea es poder hacernos fuertes en el consumo interno”, contó a LA NACION.

“Murió la vaca lechera”: un intendente bonaerense quería subir 110% una tasa y, sin apoyo, ahora pretende un 40%

La historia del frigorífico tiene 20 años, en 2004 cuando Rueco arrancó como matarife, vendiendo a abastecedores y a carnicerías tradicionales. Pero en 2019 empezó a observar que lo que se vendría hacia el futuro era la carne envasada al vacío y que cada vez menos la gente iba a ir a la carnicería tradicional, por cuestiones bromatológicas y hasta de comodidad: “Después vino la pandemia y para mi papá fue reafirmar esta idea. Ahí salimos con la venta de carne envasada al vacío que es un producto que tiene una trazabilidad superior”.

La otra pata del proyecto es Francisco Cabrales que, con una larga tradición en el negocio del café, hace tiempo también que su familia incursiona en la ganadería. En General Pirán, provincia de Buenos Aires, desde hace 30 años que hacen ganadería y ocho años que comenzaron con una cabaña de Angus. Reacio y rebelde para estudiar, el joven de 24 años decidió, una vez que terminó la secundaria, volcarse de lleno al trabajo en el campo.

“El proyecto Tango Beef apunta a que el argentino común pueda consumir lo que mejor producimos en el país que es carne vacuna certificada Angus y que no solo se exporte. Queremos que el consumo interno de carne vacuna crezca y deje de estar estancado”, comentó.

Según describió, el camino hasta llegar a la comercialización comienza con la faena en el frigorífico en el AMBA y luego que se desposta en cortes se lo envasa al vacío. De allí se envía a Mar del Plata, donde será vendida en un principio a restaurantes de categoría, a mercados boutiques y en eventos sociales y empresariales, así también estará disponible para clientes particulares.

“Por ahora es un producto de nicho para un público ABC1 pero apuntamos a agrandar el abanico de clientela para quien pueda valorar todo el trabajo que hay detrás del producto final. Queremos que todos los argentinos tenga a su alcance la mejor carne del mundo que se produce en el país”, indicó Cabrales.

En el lanzamiento, otro joven chef fue el encargado de hacer una demostración de la calidad de la carne vacuna. Con 33 años y 15 dedicándose a la gastronomía, Felipe Cuneo Libarona, hijo del ministro de Justicia, deleitó con su cocina de platos con carne.

Legado

Recibido en el IAG y con pasantías en San Sebastián, España, y en México, Estados Unidos y Costa Rica, su relación con la ganadería y la carne vacuna viene de niño. “Mi bisabuelo era productor agropecuario en Entre Ríos. También mi abuelo, que continuó con ese legado, me apoyó”, dijo. Para el cocinero, “la sagrada parrilla nacional es una institución en la Argentina y el mundo, donde la materia prima es lo más importante, es la estrella, porque uno puede tener un gran asador, pero si la carne no acompaña, el resultado no va a ser óptimo”.

Destacó: “Los ganaderos no toman dimensión del potencial que tienen en la producción de carne vacuna. Somos una marca de exportación”.

Por último, Alfonso Bustillo, presidente de Angus, dijo que como asociación están convencidos de que el producto de la carne de la raza tiene un diferencial: “El mundo entero lo quiere, lo pide. Este año, como certificadora de carne Angus vamos a llegar a las 8000 toneladas, casi duplicando las del año pasado. Y creemos que el mercado interno se merece tener este producto a disposición”.

 Francisco Cabrales, de la cabaña San Jorge, y Joana y Alan Rueco, segunda generación en el Frigorífico Los Pinos Ham, proyectan llevar a lo más alto el producto con el sello de la certificación de la Asociación Argentina de Angus  LA NACION

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