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No es malo tropezar, lo malo es que te guste la piedra

Una cosa lleva a la otra. La primera es que el Gobierno definió que en 2025 habrá tres fines de semana extralargos, adicionando jornadas puente, pero con una diferencia fundamental respecto de lo que venía sucediendo. No serán feriados nacionales, sino días no laborables, es decir, no regirán de forma obligatoria, sino que quedará en manos de cada empleador la decisión de trabajarlos o no. La segunda cuestión es la clausura del boliche bailable clandestino –con luces, telones, barras y bebidas alcohólicas– hallado dentro de un edificio que había sido cedido por el gobierno de Alberto Fernández a la Universidad Nacional Madres de Plaza de Mayo. Ergo, ¿para qué queremos más feriados si nos cierran los antros de festichola?

Menos claro resulta otro de los puntos de la disposición. Mientras se promueve la actividad turística, figuras del oficialismo surten a la vicepresidenta precisamente por viajar demasiado probando fusiles de asalto, canturreando en el Festival de Jesús María o mimetizándose con los gauchos dispersos por la patria.

Es interesante el lío que se armó en el oficialismo con Victoria Villarruel, no tanto por esos viajes ni porque reivindicó a Isabelita o dialogue con la casta –es sabida la difícil relación entre presidentes y vices en nuestro país–, sino porque, si la quieren confinar a tocar la campanita en el Senado, deberían reparar en que es la única que tiene el poder de desempatar con su voto cuando fracasan todos los alargues y todos los penales en el recinto.

Volviendo a la clausura del Mau Mau universitario (centennials, abstenerse), el vocero presidencial dijo que quienes dieron otro fin al centro educativo “no se conformaban con el bolichito”. Relató que allí también vivía una familia, que funcionaban un partido vinculado a un piquetero y un par de agrupaciones de refugiados, y que se encontraron fotos de Cristina y leyendas alusivas a la vuelta del kirchnerismo al Gobierno.

La universidad, que justo dos días antes había logrado que una jueza suspendiera la intervención del gobierno mileísta sobre esa casa de estudios, obligándolo a enviarle fondos, retrucó que el inmueble de la discordia nunca le fue transferido como había decidido el profe Alberto, sino que se mantuvo en el área de Justicia, que por entonces manejaba Martín Soria. O sea que el boliche dependía del mismo gobierno kirchnerista, pero las entradas se conseguían en otra boletería. Como reza el refrán, no es malo tropezar, lo malo es que te guste la piedra.

Una cosa lleva a la otra. La primera es que el Gobierno definió que en 2025 habrá tres fines de semana extralargos, adicionando jornadas puente, pero con una diferencia fundamental respecto de lo que venía sucediendo. No serán feriados nacionales, sino días no laborables, es decir, no regirán de forma obligatoria, sino que quedará en manos de cada empleador la decisión de trabajarlos o no. La segunda cuestión es la clausura del boliche bailable clandestino –con luces, telones, barras y bebidas alcohólicas– hallado dentro de un edificio que había sido cedido por el gobierno de Alberto Fernández a la Universidad Nacional Madres de Plaza de Mayo. Ergo, ¿para qué queremos más feriados si nos cierran los antros de festichola?

Menos claro resulta otro de los puntos de la disposición. Mientras se promueve la actividad turística, figuras del oficialismo surten a la vicepresidenta precisamente por viajar demasiado probando fusiles de asalto, canturreando en el Festival de Jesús María o mimetizándose con los gauchos dispersos por la patria.

Es interesante el lío que se armó en el oficialismo con Victoria Villarruel, no tanto por esos viajes ni porque reivindicó a Isabelita o dialogue con la casta –es sabida la difícil relación entre presidentes y vices en nuestro país–, sino porque, si la quieren confinar a tocar la campanita en el Senado, deberían reparar en que es la única que tiene el poder de desempatar con su voto cuando fracasan todos los alargues y todos los penales en el recinto.

Volviendo a la clausura del Mau Mau universitario (centennials, abstenerse), el vocero presidencial dijo que quienes dieron otro fin al centro educativo “no se conformaban con el bolichito”. Relató que allí también vivía una familia, que funcionaban un partido vinculado a un piquetero y un par de agrupaciones de refugiados, y que se encontraron fotos de Cristina y leyendas alusivas a la vuelta del kirchnerismo al Gobierno.

La universidad, que justo dos días antes había logrado que una jueza suspendiera la intervención del gobierno mileísta sobre esa casa de estudios, obligándolo a enviarle fondos, retrucó que el inmueble de la discordia nunca le fue transferido como había decidido el profe Alberto, sino que se mantuvo en el área de Justicia, que por entonces manejaba Martín Soria. O sea que el boliche dependía del mismo gobierno kirchnerista, pero las entradas se conseguían en otra boletería. Como reza el refrán, no es malo tropezar, lo malo es que te guste la piedra.

 “No se conformaban con el bolichito”. (De Manuel Adorni)  LA NACION

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