Marcos Di Cesare, caudillo de Racing a los 22 años: la filosofía aprendida del papá Daniel y el contagio que genera Costas como DT
ASUNCIÓN (Enviado especial).- Unos 30 minutos al sur de Asunción, en la tranquila localidad de Lambaré, Racing busca calmar su ansiedad en el Resort Yacht & Golf Club Paraguayo. Aislado del ruido asunceño y de la efervescencia racinguista que de a poco empieza a pintar de celeste y blanco la capital paraguaya, el plantel que comanda Gustavo Costas se refugia en este oasis verde donde los minutos hasta el sábado a las 17 parecen no correr tan lentos como en otros puntos de la ciudad. El nombre de esta localidad proviene del Cacique Lambaré, un personaje mítico que se creó en los primeros años de la conquista en esta zona. Se lo describía como un líder audaz, defensor de su pueblo, enemigo de los invasores que llegaban a tierras que les eran ajenas. Ese es, al cabo, el rol que cumple en este equipo Marco Di Cesare, que en su primer año en Avellaneda se transformó en el líder de la defensa del cuadro de Costas.
Para Di Cesare, nacido en Mendoza hace 22 años, este 2024 ha sido desde el comienzo un año de finales. Desde el Preolímpico que se disputó en Venezuela entre enero y febrero hasta este histórico momento que vive con la Academia en el partido decisivo de la Copa Sudamericana. “Ha sido un año increíble. El Preolímpico que cerramos con ese triunfo hermoso, el llegar a este club con una adaptación muy buena para lo que significa jugar en un club grande de Argentina, los Juegos Olímpicos en París… Fueron muchas cosas”, dice Di Césare, el zaguero que llegó a la Academia desde Argentinos Juniors en un intercambio por los pases de Nicolás Oroz y Maximiliano Romero.
El calendario exigido, los momentos decisivos que vivió Di Césare en este 2024 resultan un entrenamiento perfecto para encontrar algo de tranquilidad en la previa a esta final que Racing espera hace 32 años. “Todo sirve. Cada partido, cada acierto, cada error te prepara para estos momentos. Cuando estás ante un juego así, decisivo, la memoria de las situaciones vividas aparece sin dudas. Trato de tomar cada partido igual, sin importar el nombre del rival o la situación. Pero la verdad es que estos partidos te llevan a una presión y a un nivel más alto porque los rivales tienen más jerarquía, porque requieren otra responsabilidad. Hay que pensar que cada minuto, cada jugada, es la decisiva del partido”, explica.
Y agrega: “Yo hablo mucho con mi papá, que ve mucho fútbol. Y él me dice que, aciertes o falles, vos te tenés que mentalizar que cada intervención tuya puede definir el partido. De esa manera, vaya bien o vaya mal, no te vas a reprochar nada”, explica el mendocino que también tiene pasaporte italiano, lo que sumado a su gran nivel hace crecer los rumores de un posible traspaso a Italia en un futuro próximo. “Ni pienso en eso ahora”.
Más allá de su fe religiosa, el mencionado papá Daniel y su familia son una buena manera de explicar la mentalidad con la que juega Di Cesare pese a que aún no llegó al centenar de partidos en Primera División (88). Daniel Di Césare jugaba como volante central en Godoy Cruz. Llegó hasta séptima división, cuando se dio cuenta que el talento lo llevaba en las manos: se dedicó al vóley. Fue uno de los mejores jugadores de la provincia cuyana y hasta jugó en Italia. Ahora, es entrenador del equipo de la Universidad Nacional de Cuyo. Y también fue el formador de sus hijas Michela (1997) y Florencia (1995), son destacadas en el Beach Vóley, con títulos regionales y nacionales que incluso han representado a la Argentina en certámenes internacionales.
-¿Van a estar el sábado en la Nueva Olla?
-Mi viejo no puede venir. Ya había pedido escaparse para los Juegos. Le dijeron ‘vas, pero no te vas más’. Encima este fin de semana tiene los playoffs con el equipo de la universidad. Pero sí vienen mi esposa, mi hijo y mi suegra. Y después viene parte de mis hermanas, con mi cuñado, ellos vienen en auto. Creo que ver todo ese movimiento de la familia, de la gente suma mucho. Si uno sabe cómo llevarlo, te da ánimo, te da energía, te llena de cosas buenas. Pero también hay que tener claro que cuando arranca el partido somos 11 contra 11. Hay que saber llevar esa presión, ese entorno.
-¿Te sorprendió el hincha de Racing?
-Sí, la verdad que sí. Uno sabe lo que es Racing. Me había tocado jugar en contra. Pero ser parte te sorprende, es otra cosa. Lo que viví con Corinthians, no me lo imaginé vivir nunca en una cancha. En Aeroparque, un miércoles a las tres de la tarde, la gente estaba loca en medio de la calle. Solo porque nos íbamos a tomar un avión. Si lo pensás, no tiene explicación. Sabemos que acá va a venir más gente sin entrada que con entrada. Son momentos únicos. Ese apoyo te hace poner la piel de gallina. Contra Corinthians sentíamos que todo eso que pasaba ahí era nuestro, que no se nos iba a escapar. ¿Sabés como ayuda eso? Ayuda. Somos un equipo que quizá a veces no tenemos un buen funcionamiento, pero somos un grupo aguerrido que a cada pelota la vamos a ir a trabar con toda. El rival nos podrá ganar, pero le va a costar mucho, no le va a ser fácil.
-Definí a Gustavo Costas, como entrenador, como persona, como hincha.
-Es un loco hermoso. Un amante del fútbol, sobre todo de este club. De lo que genera, lo que moviliza Racing. Es muy buena persona. Creo que es el entrenador ideal que me tocó para llegar a un club nuevo, con todo lo que significa llegar a un grande, y poder acompañarme así. Ya desde antes de conocerlo me demostró cómo era. Cuando estaba en el Preolímpico me llamó para mi cumpleaños, que es el 30 de enero. Y me pedía: ‘dale, vení, volvé’. ‘Pero Gustavo, estoy acá con la selección’, le decía yo. ‘Y bueno… quedá afuera y vení, dale’, me respondía. Un loco lindo. Después para los Juegos me decía ‘yo quiero que te llamen, quiero que te llamen, pero no te voy a dejar ir eh, no te voy a dejar’. En broma, me jodía. Pero es así como lo vive.
ASUNCIÓN (Enviado especial).- Unos 30 minutos al sur de Asunción, en la tranquila localidad de Lambaré, Racing busca calmar su ansiedad en el Resort Yacht & Golf Club Paraguayo. Aislado del ruido asunceño y de la efervescencia racinguista que de a poco empieza a pintar de celeste y blanco la capital paraguaya, el plantel que comanda Gustavo Costas se refugia en este oasis verde donde los minutos hasta el sábado a las 17 parecen no correr tan lentos como en otros puntos de la ciudad. El nombre de esta localidad proviene del Cacique Lambaré, un personaje mítico que se creó en los primeros años de la conquista en esta zona. Se lo describía como un líder audaz, defensor de su pueblo, enemigo de los invasores que llegaban a tierras que les eran ajenas. Ese es, al cabo, el rol que cumple en este equipo Marco Di Cesare, que en su primer año en Avellaneda se transformó en el líder de la defensa del cuadro de Costas.
Para Di Cesare, nacido en Mendoza hace 22 años, este 2024 ha sido desde el comienzo un año de finales. Desde el Preolímpico que se disputó en Venezuela entre enero y febrero hasta este histórico momento que vive con la Academia en el partido decisivo de la Copa Sudamericana. “Ha sido un año increíble. El Preolímpico que cerramos con ese triunfo hermoso, el llegar a este club con una adaptación muy buena para lo que significa jugar en un club grande de Argentina, los Juegos Olímpicos en París… Fueron muchas cosas”, dice Di Césare, el zaguero que llegó a la Academia desde Argentinos Juniors en un intercambio por los pases de Nicolás Oroz y Maximiliano Romero.
El calendario exigido, los momentos decisivos que vivió Di Césare en este 2024 resultan un entrenamiento perfecto para encontrar algo de tranquilidad en la previa a esta final que Racing espera hace 32 años. “Todo sirve. Cada partido, cada acierto, cada error te prepara para estos momentos. Cuando estás ante un juego así, decisivo, la memoria de las situaciones vividas aparece sin dudas. Trato de tomar cada partido igual, sin importar el nombre del rival o la situación. Pero la verdad es que estos partidos te llevan a una presión y a un nivel más alto porque los rivales tienen más jerarquía, porque requieren otra responsabilidad. Hay que pensar que cada minuto, cada jugada, es la decisiva del partido”, explica.
Y agrega: “Yo hablo mucho con mi papá, que ve mucho fútbol. Y él me dice que, aciertes o falles, vos te tenés que mentalizar que cada intervención tuya puede definir el partido. De esa manera, vaya bien o vaya mal, no te vas a reprochar nada”, explica el mendocino que también tiene pasaporte italiano, lo que sumado a su gran nivel hace crecer los rumores de un posible traspaso a Italia en un futuro próximo. “Ni pienso en eso ahora”.
Más allá de su fe religiosa, el mencionado papá Daniel y su familia son una buena manera de explicar la mentalidad con la que juega Di Cesare pese a que aún no llegó al centenar de partidos en Primera División (88). Daniel Di Césare jugaba como volante central en Godoy Cruz. Llegó hasta séptima división, cuando se dio cuenta que el talento lo llevaba en las manos: se dedicó al vóley. Fue uno de los mejores jugadores de la provincia cuyana y hasta jugó en Italia. Ahora, es entrenador del equipo de la Universidad Nacional de Cuyo. Y también fue el formador de sus hijas Michela (1997) y Florencia (1995), son destacadas en el Beach Vóley, con títulos regionales y nacionales que incluso han representado a la Argentina en certámenes internacionales.
-¿Van a estar el sábado en la Nueva Olla?
-Mi viejo no puede venir. Ya había pedido escaparse para los Juegos. Le dijeron ‘vas, pero no te vas más’. Encima este fin de semana tiene los playoffs con el equipo de la universidad. Pero sí vienen mi esposa, mi hijo y mi suegra. Y después viene parte de mis hermanas, con mi cuñado, ellos vienen en auto. Creo que ver todo ese movimiento de la familia, de la gente suma mucho. Si uno sabe cómo llevarlo, te da ánimo, te da energía, te llena de cosas buenas. Pero también hay que tener claro que cuando arranca el partido somos 11 contra 11. Hay que saber llevar esa presión, ese entorno.
-¿Te sorprendió el hincha de Racing?
-Sí, la verdad que sí. Uno sabe lo que es Racing. Me había tocado jugar en contra. Pero ser parte te sorprende, es otra cosa. Lo que viví con Corinthians, no me lo imaginé vivir nunca en una cancha. En Aeroparque, un miércoles a las tres de la tarde, la gente estaba loca en medio de la calle. Solo porque nos íbamos a tomar un avión. Si lo pensás, no tiene explicación. Sabemos que acá va a venir más gente sin entrada que con entrada. Son momentos únicos. Ese apoyo te hace poner la piel de gallina. Contra Corinthians sentíamos que todo eso que pasaba ahí era nuestro, que no se nos iba a escapar. ¿Sabés como ayuda eso? Ayuda. Somos un equipo que quizá a veces no tenemos un buen funcionamiento, pero somos un grupo aguerrido que a cada pelota la vamos a ir a trabar con toda. El rival nos podrá ganar, pero le va a costar mucho, no le va a ser fácil.
-Definí a Gustavo Costas, como entrenador, como persona, como hincha.
-Es un loco hermoso. Un amante del fútbol, sobre todo de este club. De lo que genera, lo que moviliza Racing. Es muy buena persona. Creo que es el entrenador ideal que me tocó para llegar a un club nuevo, con todo lo que significa llegar a un grande, y poder acompañarme así. Ya desde antes de conocerlo me demostró cómo era. Cuando estaba en el Preolímpico me llamó para mi cumpleaños, que es el 30 de enero. Y me pedía: ‘dale, vení, volvé’. ‘Pero Gustavo, estoy acá con la selección’, le decía yo. ‘Y bueno… quedá afuera y vení, dale’, me respondía. Un loco lindo. Después para los Juegos me decía ‘yo quiero que te llamen, quiero que te llamen, pero no te voy a dejar ir eh, no te voy a dejar’. En broma, me jodía. Pero es así como lo vive.
“Somos un grupo aguerrido que a cada pelota la vamos a ir a trabar con toda” LA NACION