Una desregulación parcial que no termina con algunos monopolios puso al Correo Argentino en la “lista” de las privatizables
La ola desreguladora del gobierno de Javier Milei pasó por el mundo de las cartas, los envíos y las encomiendas. Para poner en perspectiva el anuncio: se removió un registro que obligaba a pasar por un escritorio a pedir una solicitud para operar. Pero, en rigor, se trata de uno de los mercados más libres que existen, ya que el Correo Argentino compite con grandes empresas de logística, con motos, taxis y hasta bodegas de colectivos que actualmente pueden mover cartas y encomiendas.
El anuncio se publicó en el Boletín Oficial y fue el ministro de Desregulación y Transformación del Estado, Federico Sturzenegger, quien anticipó que se avanzará en la privatización del Correo Argentino, una de las empresas públicas que fue quitada de la Ley Bases y para la que será necesario el paso por el Congreso. Formalmente, lo que sucedió es que el Gobierno quitó algunos requisitos que se pedían a la hora de formar una empresa de correos.
Es decir, como explicó el ministro, a partir del decreto que se publicó ayer y que lleva el número 1005/24, no existe más un proceso de habilitación. “Cualquier persona jurídica que desee manejar un correo podrá hacerlo y solo deberá informar que está involucrado en dicha actividad. En mensajería urbana también lo podrán hacer las personas humanas. No se necesitará entregar documentación ni comprobar la tenencia de vehículos u otras instalaciones; se caen todos los trámites de habilitación: el negocio pasa a ser libre”, escribió en su cuenta de X, ex-Twitter.
Ahora bien, más allá de la efectividad del anuncio, en los hechos el mercado de correo y correspondencia ya no respetaba esa normativa, sino que funciona de una manera absolutamente libre. De hecho, los taxistas, las remiserías, las motos, las aplicaciones, los colectivos de larga distancia, las empresas de logística, Aerolíneas Argentinas y sus sistema Jet Paq y cualquier persona con una bicicleta puede hacer servicios similares a los que realiza el Correo Argentino sin la necesidad de pasar por los registros. Se hace de hecho, más allá de la norma.
Además, la norma permite la plena digitalización de telegramas y documentos certificados que se podrán certificar con la firma digital. “Esperamos que esto abra un nuevo e interesante negocio”, dijo Sturzenegger.
Desde ahora no habrá exigencia para comprobar el parque de vehículos en la mensajería urbana. “Implica que cualquier actor podrá operar como punto de entrega y repartidor de envíos postales; facilita el desarrollo del comercio electrónico y genera una fuente de ingresos adicionales para comercios, canillitas, remiseros y operadores de plataformas”, agregó.
Justamente esto es lo que ya se hace en los hechos. Por caso, los sistemas de entrega a domicilio han proliferado en todo el país, de las maneras más variadas, especialmente desde la pandemia y el crecimiento del comercio electrónico.
En el mercado, el decreto fue interpretado como positivo aunque esperan que sea el inicio de una batería de normas que finalmente desregulen totalmente el sistema de correos.
“Es positivo que se establezca qué es un paquete, que se hable del comercio electrónico, que se definan algunas cosas como qué es un servicio postal universal”, dijo un hombre fuerte del mercado que participó en la redacción de la norma.
Se refiere a un enorme apartado del decreto en el que se define todo el mercado. “La norma que había era de 1993, cuando no existía el comercio electrónico”, explicó.
Como se dijo, no hay una gran desregulación; más bien un orden y un reconocimiento de lo que sucede en la práctica. Para entender el asunto, es necesario contar que el mundo del correo tiene dos grandes sectores donde hay competencia. El primero es de las cartas; el segundo, el de las encomiendas.
Las cartas que se envían por correo son cada vez menos y los clientes que las mandan, también. Por caso, los grandes son las empresas de servicios públicos, los bancos y el Estado. En general, como son firmas importantes u organismos públicos, pues usan sistemas de contratación por licitación o concursos de precios. Para ese mercado es que existe la regulación de la inscripción, el registro y la necesidad de demostrar capacidad operacional. Ese segmento, cada vez más chico, es el que se desreguló de la mano de la revoltosa lapicera de Sturzenegger.
Pero, sin dudas, el mercado más importante, que no para de crecer y que tiene por delante una expansión exponencial es el de los envíos de paquetes. Ahí se compite ferozmente, entre grandes, chicos y pequeños, con tarifas, servicios, trazabilidad, soluciones logísticas, tiempos, etc. En ese segmento donde se juega el negocio no hay regulación para remover porque, en los hechos, hay plena libertad.
Pero hay algunas cosas que se esperaban y no llegaron. La Libertad Avanza no quiso avanzar tanto, al menos por ahora. La primera es la posibilidad de que se abra la competencia en la logística electoral. Actualmente, el Correo Argentino no solo es el encargado del escrutinio, sino también de llevar y traer las urnas a todo el país.
Ahora bien, la empresa estatal no tiene un sólo vehículo para distribuir cartas, encomiendas o urnas. Todo se terceriza o se contrata.
Otro de los puntos neurálgicos de la desregulación que se espera es la llamada Aduana Postal. Se trata de la posibilidad de que los envíos que llegan desde el exterior y los que salen de aquí hacia el exterior puedan ser enviados por cualquier empresa y no sólo por Correo Argentino. Esto no se removió con la norma publicada.
Actualmente, para comprar algún tipo de mercadería u objeto en el exterior hay dos sistemas: el courier y el correo postal. El primero esta liberado y se puede comprar hasta cinco veces al año hasta 1000 dólares como máximo por cada envío. Ahí sí se puede elegir qué courier utilizar.
El otro es el correo convencional. En ese mundo no hay manera de que sea otro el prestador salvo el Correo Argentino. En ese atractivo mercado hay un monopolio del que goza la empresa estatal y nada de eso estuvo en el decreto. “Esperemos sea la próxima norma. Se trabaja mucho en eso como en otra que promueve el comercio en sentido inverso. Es decir, que un vendedor online de la Argentina pueda vender su mercadería afuera y enviarla por correo”, contó una fuente oficial.
De hecho, no son pocos quienes dicen que en pocas semanas esta norma será complementada por estas dos desregulaciones. “Hay trabajo serio para avanzar”, confió.
La venta del Correo
La privatización del Correo Argentino fue otro de los temas que Sturzenegger puso sobre la mesa. “Creo que fue más un comentario que un anuncio”, confiaron cerca del ministro en referencia a la charla que tuvo ayer con Radio Mitre en la que habló del asunto.
Ahora bien, en la práctica, el Gobierno se ha mostrado desde su origen partidario de ese camino para las empresas públicas. Sin embargo, no hay pliegos ni planes concretos para ninguna de las que están en la lista. El Correo, de hecho, salió de la nómina de las privatizables que se enumeran en la Ley Bases, por lo que habría que pasar por el Congreso.
Ahora bien, qué activos se venderían. Nadie habla del asunto aún. En principio, los intangibles como los permisos o los monopolios, desaparecerían con la desregulación. Es decir, eso vale cero. Flota propia para la logística, no tiene. Pero claro, es un formidable muestrario de inmuebles en cada lugar del país.
La ola desreguladora del gobierno de Javier Milei pasó por el mundo de las cartas, los envíos y las encomiendas. Para poner en perspectiva el anuncio: se removió un registro que obligaba a pasar por un escritorio a pedir una solicitud para operar. Pero, en rigor, se trata de uno de los mercados más libres que existen, ya que el Correo Argentino compite con grandes empresas de logística, con motos, taxis y hasta bodegas de colectivos que actualmente pueden mover cartas y encomiendas.
El anuncio se publicó en el Boletín Oficial y fue el ministro de Desregulación y Transformación del Estado, Federico Sturzenegger, quien anticipó que se avanzará en la privatización del Correo Argentino, una de las empresas públicas que fue quitada de la Ley Bases y para la que será necesario el paso por el Congreso. Formalmente, lo que sucedió es que el Gobierno quitó algunos requisitos que se pedían a la hora de formar una empresa de correos.
Es decir, como explicó el ministro, a partir del decreto que se publicó ayer y que lleva el número 1005/24, no existe más un proceso de habilitación. “Cualquier persona jurídica que desee manejar un correo podrá hacerlo y solo deberá informar que está involucrado en dicha actividad. En mensajería urbana también lo podrán hacer las personas humanas. No se necesitará entregar documentación ni comprobar la tenencia de vehículos u otras instalaciones; se caen todos los trámites de habilitación: el negocio pasa a ser libre”, escribió en su cuenta de X, ex-Twitter.
Ahora bien, más allá de la efectividad del anuncio, en los hechos el mercado de correo y correspondencia ya no respetaba esa normativa, sino que funciona de una manera absolutamente libre. De hecho, los taxistas, las remiserías, las motos, las aplicaciones, los colectivos de larga distancia, las empresas de logística, Aerolíneas Argentinas y sus sistema Jet Paq y cualquier persona con una bicicleta puede hacer servicios similares a los que realiza el Correo Argentino sin la necesidad de pasar por los registros. Se hace de hecho, más allá de la norma.
Además, la norma permite la plena digitalización de telegramas y documentos certificados que se podrán certificar con la firma digital. “Esperamos que esto abra un nuevo e interesante negocio”, dijo Sturzenegger.
Desde ahora no habrá exigencia para comprobar el parque de vehículos en la mensajería urbana. “Implica que cualquier actor podrá operar como punto de entrega y repartidor de envíos postales; facilita el desarrollo del comercio electrónico y genera una fuente de ingresos adicionales para comercios, canillitas, remiseros y operadores de plataformas”, agregó.
Justamente esto es lo que ya se hace en los hechos. Por caso, los sistemas de entrega a domicilio han proliferado en todo el país, de las maneras más variadas, especialmente desde la pandemia y el crecimiento del comercio electrónico.
En el mercado, el decreto fue interpretado como positivo aunque esperan que sea el inicio de una batería de normas que finalmente desregulen totalmente el sistema de correos.
“Es positivo que se establezca qué es un paquete, que se hable del comercio electrónico, que se definan algunas cosas como qué es un servicio postal universal”, dijo un hombre fuerte del mercado que participó en la redacción de la norma.
Se refiere a un enorme apartado del decreto en el que se define todo el mercado. “La norma que había era de 1993, cuando no existía el comercio electrónico”, explicó.
Como se dijo, no hay una gran desregulación; más bien un orden y un reconocimiento de lo que sucede en la práctica. Para entender el asunto, es necesario contar que el mundo del correo tiene dos grandes sectores donde hay competencia. El primero es de las cartas; el segundo, el de las encomiendas.
Las cartas que se envían por correo son cada vez menos y los clientes que las mandan, también. Por caso, los grandes son las empresas de servicios públicos, los bancos y el Estado. En general, como son firmas importantes u organismos públicos, pues usan sistemas de contratación por licitación o concursos de precios. Para ese mercado es que existe la regulación de la inscripción, el registro y la necesidad de demostrar capacidad operacional. Ese segmento, cada vez más chico, es el que se desreguló de la mano de la revoltosa lapicera de Sturzenegger.
Pero, sin dudas, el mercado más importante, que no para de crecer y que tiene por delante una expansión exponencial es el de los envíos de paquetes. Ahí se compite ferozmente, entre grandes, chicos y pequeños, con tarifas, servicios, trazabilidad, soluciones logísticas, tiempos, etc. En ese segmento donde se juega el negocio no hay regulación para remover porque, en los hechos, hay plena libertad.
Pero hay algunas cosas que se esperaban y no llegaron. La Libertad Avanza no quiso avanzar tanto, al menos por ahora. La primera es la posibilidad de que se abra la competencia en la logística electoral. Actualmente, el Correo Argentino no solo es el encargado del escrutinio, sino también de llevar y traer las urnas a todo el país.
Ahora bien, la empresa estatal no tiene un sólo vehículo para distribuir cartas, encomiendas o urnas. Todo se terceriza o se contrata.
Otro de los puntos neurálgicos de la desregulación que se espera es la llamada Aduana Postal. Se trata de la posibilidad de que los envíos que llegan desde el exterior y los que salen de aquí hacia el exterior puedan ser enviados por cualquier empresa y no sólo por Correo Argentino. Esto no se removió con la norma publicada.
Actualmente, para comprar algún tipo de mercadería u objeto en el exterior hay dos sistemas: el courier y el correo postal. El primero esta liberado y se puede comprar hasta cinco veces al año hasta 1000 dólares como máximo por cada envío. Ahí sí se puede elegir qué courier utilizar.
El otro es el correo convencional. En ese mundo no hay manera de que sea otro el prestador salvo el Correo Argentino. En ese atractivo mercado hay un monopolio del que goza la empresa estatal y nada de eso estuvo en el decreto. “Esperemos sea la próxima norma. Se trabaja mucho en eso como en otra que promueve el comercio en sentido inverso. Es decir, que un vendedor online de la Argentina pueda vender su mercadería afuera y enviarla por correo”, contó una fuente oficial.
De hecho, no son pocos quienes dicen que en pocas semanas esta norma será complementada por estas dos desregulaciones. “Hay trabajo serio para avanzar”, confió.
La venta del Correo
La privatización del Correo Argentino fue otro de los temas que Sturzenegger puso sobre la mesa. “Creo que fue más un comentario que un anuncio”, confiaron cerca del ministro en referencia a la charla que tuvo ayer con Radio Mitre en la que habló del asunto.
Ahora bien, en la práctica, el Gobierno se ha mostrado desde su origen partidario de ese camino para las empresas públicas. Sin embargo, no hay pliegos ni planes concretos para ninguna de las que están en la lista. El Correo, de hecho, salió de la nómina de las privatizables que se enumeran en la Ley Bases, por lo que habría que pasar por el Congreso.
Ahora bien, qué activos se venderían. Nadie habla del asunto aún. En principio, los intangibles como los permisos o los monopolios, desaparecerían con la desregulación. Es decir, eso vale cero. Flota propia para la logística, no tiene. Pero claro, es un formidable muestrario de inmuebles en cada lugar del país.
El Gobierno dispuso la eliminación de un registro para operadores de correspondencia pero mantuvo otros monopolios; el mercado de los paquetes y las entregas, el más importante, ya era libre LA NACION