En Brasil, la sombra de Turmp proyecta incomodidad en Lula y esperanzas en Bolsonaro
BRASILIA.- Luiz Inacio Lula da Silva no esperó la conclusión del rito formal. El escrutinio estaba en marcha, con una tendencia irreversible en favor del candidato republicano, cuando en las primeras horas del miércoles el presidente de Brasil fue a las redes sociales para felicitar a Donald Trump.
“La democracia es la voz del pueblo y debe ser respetada. Le deseo suerte y éxito al nuevo gobierno”, escribió Lula.
Meus parabéns ao presidente Donald Trump pela vitória eleitoral e retorno à presidência dos Estados Unidos. A democracia é a voz do povo e ela deve ser sempre respeitada. O mundo precisa de diálogo e trabalho conjunto para termos mais paz, desenvolvimento e prosperidade. Desejo…
— Lula (@LulaOficial) November 6, 2024
Una semana después de haber tildado el proyecto político de Trump de “fascismo con otro rostro”, el gobierno de Brasil empezó a ensayar un pragmatismo forzado para encarar una relación compleja con la próxima administración de los Estados Unidos que, según analistas consultados por LA NACION, representará un riesgo elevado para el éxito de la tercera administración de Lula y puede comprometer las posibilidades de reelección en 2026.
El principal asesor en asuntos internacionales de la presidencia y excanciller, Celso Amorim, se animó a especular que la relación del mandatario brasileño con Trump será similar a la que tuvo con el expresidente norteamericano George W. Bush (2001-2009), con quien, pese a las críticas, mantuvo trato.
“Vamos a sostener el pragmatismo. Lula demostró simpatía por Kamala [Harris], pero mucho más graves fueron las críticas que Brasil hizo a Bush por el ataque a Irak. Y Bush vino dos veces y hasta usó un casco de Petrobras”, dijo Amorim, mano derecha de Lula, al periódico O Globo.
El profesor del Instituto de Relaciones Internacionales de la Universidad de Brasilia (UNB), Roberto Goulart, ponderó, sin embargo, que la comparación “no es una analogía válida”.
“Bush era un político de la derecha tradicional republicana. Hoy la extrema derecha es hegemónica en ese partido”, explicó Goulart.
Para su segundo mandato en la presidencia de Estados Unidos, Trump prometió un cierre progresivo del país al comercio internacional, con el levantamiento de barreras arancelarias y la expulsión de inmigrantes, factores que podrían recalentar el mercado de trabajo doméstico y generar una presión inflacionaria.
El republicano prometió un arancel del 10% para todas las importaciones, cifra que podría llegar al 60% para las provenientes de China, hoy principal socio comercial de Brasil.
“Aunque Brasil no esté en la línea de frente, es posible que las medidas indiscriminadas adoptadas contra China terminen afectando”, dijo Goulart.
Una mayor inflación en los Estados Unidos podría llevar a la Reserva Federal a sostener tasas elevadas por más tiempo, con el consiguiente impacto para las economías emergentes, que sufrirían la desvalorización de sus monedas. Así, los emergentes tendrán menos estímulos para reducir sus tasas, una mala noticia para el presidente Lula, que desde que asumió empuja para que el Banco Central recorte la tasa básica.
El Banco Central brasileño pisó el acelerador esta semana en la subida de tasas y dejó la básica, llamada Selic, en 11.25% al año, entre las mayores en términos reales -descontada la inflación- del mundo.
“La relación va a ser muy difícil, y solo el pragmatismo no será suficiente para superar las dificultades que Trump va a crear”, agregó el profesor de la UNB.
La posibilidad de perder a Estados Unidos como aliado para la protección medioambiental significa otra mala noticia para la administración de Lula, que ha intentado utilizar la agenda ambiental para aumentar su influencia global y recibirá en 2025 la COP30 en la ciudad amazónica de Belén.
Trump prometió abandonar el Acuerdo de París, además de su intención de volcarse a la explotación de combustibles fósiles.
“Trump tiene una agenda contradictoria con temas importantes para Lula. Su negacionismo del cambio climático va a perjudicar los esfuerzos brasileños para conseguir apoyo financiero”, dijo Mauricio Santoro, politólogo y profesor del Centro de Estudios Político-Estratégicos de la Marina de Brasil.
La administración de Joe Biden se había comprometido en abril de 2023 a aportar 500 millones de dólares para el Fondo Amazonía, de los cuales solo pudo girar 50 debido a las trabas impuestas por el Congreso. Con la nueva configuración del legislativo estadounidense, es probable que se interrumpan las contribuciones.
El retorno de Trump animó esta semana a aliados del expresidente Jair Bolsonaro, inhabilitado políticamente para 2026 y en una situación delicada por su presunta participación como autor intelectual del intento de golpe de Estado en Brasilia el 8 de enero de 2023.
“Mucho del resultado tiene que ver con la persecución que él (Trump) sufrió. El remedio en exceso se convierte en veneno y la población tiende a solidarizarse con quien es perseguido, como acá con Bolsonaro”, dijo el senador Flávio Bolsonaro esta semana, ilusionándose con un retorno de su padre a la presidencia de Brasil.
Según Santoro, sin embargo, en el corto plazo las posibilidades de que Bolsonaro sea perdonado son escasas. Inclusive, la elección de Trump reduce esas posibilidades, de acuerdo con el analista.
“Para la Corte de Brasil, las penas rigurosas contra quien intentó dar un golpe son fundamentales para evitar otro intento, y la elección de Trump tiende a reforzar ese sentimiento, ya que él no fue castigado por la invasión al Capitolio y volvió al poder”, dijo el profesor.
“Pero si la derecha vence las elecciones de 2026 y consigue mayoría en el Congreso, con una relación fuerte con Trump, el gobierno americano podría convertirse en un factor de presión para conseguir amnistías”, agregó Santoro.
Por último, los escenarios macroeconómicos positivos podrían prestarse para comparaciones entre Brasil y Estados Unidos. La mayor economía sudamericana crecerá este año 3%, según proyecciones del Fondo Monetario Internacional, en el lote de las economías que más crecerán y tras haber sorprendido positivamente en 2023.
El desempleo está en el piso histórico, en 6.4%, y sin embargo, como a los estadounidenses, un mal aqueja a los brasileños y no los hace sentir partícipes de una cierta bonanza: la inflación. El 33% de los brasileños considera el trabajo del gobierno de Brasil bueno u óptimo, según un sondeo de la consultora Ipec revelado el viernes.
“El gobierno de Lula tiene que mirar con atención a Estados Unidos. Los puntos positivos y negativos de su economía son muy parecidos, y debería obligar al gobierno a revisar su situación fiscal y atender prioritariamente la inflación”, concluyó Santoro.
BRASILIA.- Luiz Inacio Lula da Silva no esperó la conclusión del rito formal. El escrutinio estaba en marcha, con una tendencia irreversible en favor del candidato republicano, cuando en las primeras horas del miércoles el presidente de Brasil fue a las redes sociales para felicitar a Donald Trump.
“La democracia es la voz del pueblo y debe ser respetada. Le deseo suerte y éxito al nuevo gobierno”, escribió Lula.
Meus parabéns ao presidente Donald Trump pela vitória eleitoral e retorno à presidência dos Estados Unidos. A democracia é a voz do povo e ela deve ser sempre respeitada. O mundo precisa de diálogo e trabalho conjunto para termos mais paz, desenvolvimento e prosperidade. Desejo…
— Lula (@LulaOficial) November 6, 2024
Una semana después de haber tildado el proyecto político de Trump de “fascismo con otro rostro”, el gobierno de Brasil empezó a ensayar un pragmatismo forzado para encarar una relación compleja con la próxima administración de los Estados Unidos que, según analistas consultados por LA NACION, representará un riesgo elevado para el éxito de la tercera administración de Lula y puede comprometer las posibilidades de reelección en 2026.
El principal asesor en asuntos internacionales de la presidencia y excanciller, Celso Amorim, se animó a especular que la relación del mandatario brasileño con Trump será similar a la que tuvo con el expresidente norteamericano George W. Bush (2001-2009), con quien, pese a las críticas, mantuvo trato.
“Vamos a sostener el pragmatismo. Lula demostró simpatía por Kamala [Harris], pero mucho más graves fueron las críticas que Brasil hizo a Bush por el ataque a Irak. Y Bush vino dos veces y hasta usó un casco de Petrobras”, dijo Amorim, mano derecha de Lula, al periódico O Globo.
El profesor del Instituto de Relaciones Internacionales de la Universidad de Brasilia (UNB), Roberto Goulart, ponderó, sin embargo, que la comparación “no es una analogía válida”.
“Bush era un político de la derecha tradicional republicana. Hoy la extrema derecha es hegemónica en ese partido”, explicó Goulart.
Para su segundo mandato en la presidencia de Estados Unidos, Trump prometió un cierre progresivo del país al comercio internacional, con el levantamiento de barreras arancelarias y la expulsión de inmigrantes, factores que podrían recalentar el mercado de trabajo doméstico y generar una presión inflacionaria.
El republicano prometió un arancel del 10% para todas las importaciones, cifra que podría llegar al 60% para las provenientes de China, hoy principal socio comercial de Brasil.
“Aunque Brasil no esté en la línea de frente, es posible que las medidas indiscriminadas adoptadas contra China terminen afectando”, dijo Goulart.
Una mayor inflación en los Estados Unidos podría llevar a la Reserva Federal a sostener tasas elevadas por más tiempo, con el consiguiente impacto para las economías emergentes, que sufrirían la desvalorización de sus monedas. Así, los emergentes tendrán menos estímulos para reducir sus tasas, una mala noticia para el presidente Lula, que desde que asumió empuja para que el Banco Central recorte la tasa básica.
El Banco Central brasileño pisó el acelerador esta semana en la subida de tasas y dejó la básica, llamada Selic, en 11.25% al año, entre las mayores en términos reales -descontada la inflación- del mundo.
“La relación va a ser muy difícil, y solo el pragmatismo no será suficiente para superar las dificultades que Trump va a crear”, agregó el profesor de la UNB.
La posibilidad de perder a Estados Unidos como aliado para la protección medioambiental significa otra mala noticia para la administración de Lula, que ha intentado utilizar la agenda ambiental para aumentar su influencia global y recibirá en 2025 la COP30 en la ciudad amazónica de Belén.
Trump prometió abandonar el Acuerdo de París, además de su intención de volcarse a la explotación de combustibles fósiles.
“Trump tiene una agenda contradictoria con temas importantes para Lula. Su negacionismo del cambio climático va a perjudicar los esfuerzos brasileños para conseguir apoyo financiero”, dijo Mauricio Santoro, politólogo y profesor del Centro de Estudios Político-Estratégicos de la Marina de Brasil.
La administración de Joe Biden se había comprometido en abril de 2023 a aportar 500 millones de dólares para el Fondo Amazonía, de los cuales solo pudo girar 50 debido a las trabas impuestas por el Congreso. Con la nueva configuración del legislativo estadounidense, es probable que se interrumpan las contribuciones.
El retorno de Trump animó esta semana a aliados del expresidente Jair Bolsonaro, inhabilitado políticamente para 2026 y en una situación delicada por su presunta participación como autor intelectual del intento de golpe de Estado en Brasilia el 8 de enero de 2023.
“Mucho del resultado tiene que ver con la persecución que él (Trump) sufrió. El remedio en exceso se convierte en veneno y la población tiende a solidarizarse con quien es perseguido, como acá con Bolsonaro”, dijo el senador Flávio Bolsonaro esta semana, ilusionándose con un retorno de su padre a la presidencia de Brasil.
Según Santoro, sin embargo, en el corto plazo las posibilidades de que Bolsonaro sea perdonado son escasas. Inclusive, la elección de Trump reduce esas posibilidades, de acuerdo con el analista.
“Para la Corte de Brasil, las penas rigurosas contra quien intentó dar un golpe son fundamentales para evitar otro intento, y la elección de Trump tiende a reforzar ese sentimiento, ya que él no fue castigado por la invasión al Capitolio y volvió al poder”, dijo el profesor.
“Pero si la derecha vence las elecciones de 2026 y consigue mayoría en el Congreso, con una relación fuerte con Trump, el gobierno americano podría convertirse en un factor de presión para conseguir amnistías”, agregó Santoro.
Por último, los escenarios macroeconómicos positivos podrían prestarse para comparaciones entre Brasil y Estados Unidos. La mayor economía sudamericana crecerá este año 3%, según proyecciones del Fondo Monetario Internacional, en el lote de las economías que más crecerán y tras haber sorprendido positivamente en 2023.
El desempleo está en el piso histórico, en 6.4%, y sin embargo, como a los estadounidenses, un mal aqueja a los brasileños y no los hace sentir partícipes de una cierta bonanza: la inflación. El 33% de los brasileños considera el trabajo del gobierno de Brasil bueno u óptimo, según un sondeo de la consultora Ipec revelado el viernes.
“El gobierno de Lula tiene que mirar con atención a Estados Unidos. Los puntos positivos y negativos de su economía son muy parecidos, y debería obligar al gobierno a revisar su situación fiscal y atender prioritariamente la inflación”, concluyó Santoro.
El presidente brasileño había tildado de fascista al líder republicano durante la campaña; su canciller dice que apostará al pragmatismo LA NACION