“Había gente a los gritos tratando de bajar de los aviones”: malestar y descontrol en Aeroparque por un paro de Intercargo
El Aeroparque se convirtió en un hervidero de frustración y desorden por una medida de fuerza sorpresiva que desde la mañana del miércoles realizó el personal de la empresa Intercargo y que se disipó al caer la noche. Frente a la falta de respuestas por parte de las compañías aéreas afectadas y con una multitud cada vez más impaciente, agentes de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) intentaron organizar la situación, mediante la implementación de un sistema de control para guiar a los pasajeros en una única fila que rodea la terminal.
Según indicaron fuentes de PSA a LA NACION, se desconocía hasta cuándo va a durar el paro. “Lo que hicimos fue sacar a la gente que estaba en los aviones porque era un descontrol, gente a los gritos que pedía bajar”, relataron. Sin embargo, el intento de organización preció insuficiente: en el interior de Aeroparque, la situación era caótica, y los empleados de las aerolíneas, superados, no lograban contener las demandas de los viajeros. Los pasajeros, irritados, gritaban en busca de soluciones y, entre la confusión, se oían reclamos constantes: “¡Siempre lo mismo!”.
Entre los afectados, varios casos reflejaron el impacto de esta paralización. Uno de ellos era el de Carmen Salazar, de 89 años, quien llegó al aeropuerto en silla de ruedas, acompañada por su hija, con la ilusión de visitar a su familia en el sur del país. “Hace meses que organizamos este viaje. Mi familia me está esperando y quería ir a ver a mis nietos que no veo desde hace años”, comentó, mientras observaba el desorden a su alrededor. Su hija explicó que, debido a la cancelación, han intentado obtener información en distintos mostradores, pero solo reciben respuestas ambiguas. “Nos dicen que esperemos, pero ya llevamos horas acá y mi mamá está muy incómoda. Pedimos alguna solución, pero no hay respuesta. Es desesperante porque, con su edad, cualquier espera prolongada se vuelve un problema”, añadió. Carmen, visiblemente afectada, agregó: “No sé si voy a poder volver a verlos, es un sueño que se está convirtiendo en pesadilla”.
Otro caso conmovedor era el de una pareja de turistas extranjeros que planeaban continuar su viaje por la Argentina. Pierre y Amélie, ambos de nacionalidad francesa, se encontraban en medio de la multitud, tratando de comprender la situación. Con poco manejo del idioma y una agenda ajustada, el bloqueo de su vuelo fue un golpe inesperado. “Nos mandan de un lado a otro, pero nadie nos dice cuándo podremos volar. Vinimos con toda la ilusión de conocer estos paisajes tan conocidos en el mundo, y ahora parece que nos vamos a perder esta oportunidad”, indicó Pierre. “Nuestras valijas ya estaban en el avión y no sabemos si podremos recuperarlas. Tenemos todo ahí: la ropa, los documentos”, agregó Amélie, con decepción.
El caso de Ana Mansilla fue otro de los testimonios que resaltaba la urgencia de los pasajeros. Ella, que reside en la Capital, debía despedirse de su madre, que está gravemente enferma en Salta. “Recibí una llamada esta mañana diciéndome que el estado de mi mamá empeoró y que no le queda mucho tiempo. Vine acá corriendo, con la esperanza de llegar a tiempo, pero ahora estoy atrapada en esta situación”, contó con la voz quebrada. Mientras intentaba contener las lágrimas, agregó: “Le expliqué a la aerolínea lo que estaba pasando, que no podía esperar a mañana o pasado, pero no me dan ninguna respuesta concreta. Es como si no les importara. Solo necesito estar con mi mamá en este momento, pero parece que ni siquiera me van a permitir eso”.
Caos en Aeroparque
Cientos de pasajeros, frustrados y agotados, intentaban recuperar su equipaje. Algunos no lograron despachar sus valijas, mientras que otros se encontraban en la incómoda situación de haber embarcado su equipaje y no poder acceder a él. Entre ellos, había un grupo de jóvenes chilenas: “Hace cinco minutos nos llegó el mail de cancelación y tuvimos que venir a retirar las valijas”, dijeron. Una de ellas enfrentaba una situación aún más complicada, ya que su valija ya había sido despachada. “Cuando pregunté cuándo me la devolverían, me dijeron que recién la tendré cuando se levante el paro”.
Incertidumbre
Otra pasajera, con destino a Córdoba en un vuelo de JetSmart, describió el desconcierto y la larga espera. “Me subí al avión a las 10.30, mi valija ya había sido despachada y el vuelo debía salir a las 11.20″, explicó. Sin embargo, el avión permaneció en la pista por una hora sin despegar, y finalmente todos fueron obligados a descender. “Mi valija la estoy esperando, no apareció”, comentó la mujer, que a las 16.20 continuaba sentada frente a la cinta transportadora, observando cada maleta que pasaba. “No me puedo ir del aeropuerto, porque no me devuelven el equipaje, no sé dónde está”, añadió con resignación.
Una pasajera, entre lágrimas, expresaba su desesperación: “No me dicen nada, me ofrecen un vuelo para pasado mañana y yo no puedo seguir haciéndome cargo de los gastos del hotel. Vine con lo justo”. Viajando sola y con pocos recursos, explicó que la única alternativa que le brindaron es un vuelo de más de 15 horas que implicaría un trayecto desde Buenos Aires a Bariloche, de allí a Córdoba y finalmente a Tucumán. “Es todo un periplo; llegaría recién a las dos de la tarde de pasado mañana”, lamentó.
Paro sorpresivo en Aeroparque
La pasajera, agotada tras haberse levantado a las 3, mostraba signos de agotamiento físico y emocional. “Estoy muy cansada, muy cansada”, dijo mientras su voz se quebraba. Su familia la espera en Tucumán, pero las respuestas en el aeropuerto eran vagas y confusas. “Les pedí que al menos me ofrezcan un hotel hasta que puedan reprogramar el vuelo, pero nadie me dice nada claro. Nadie sabe dónde queda la asistencia al cliente ni dónde se gestiona la ayuda”, explicó.
Espera a bordo
Matías Bianchi, uno de los pasajeros afectados por el paro, contó a LA NACIÓN su experiencia desde el momento en que aterrizó su vuelo. “El vuelo llegó a las 14.50, aterrizó, pero se quedó esperando a que le asignen un lugar para estacionarse”, relató. Fue entonces cuando les informaron que había una huelga y que el personal de Intercargo no estaba trabajando, lo que impedía asignarles una posición para desembarcar. “No podían estimar dónde y a qué hora nos iban a dar una posición para bajar del avión”, comentó.
Después de unos 15 o 20 minutos, el avión comenzó a carretear, cruzó la pista hasta estacionarse en el sector de los hangares de Aeroparque, lejos de la terminal. “Ahí esperamos como 40 minutos más, con el aire acondicionado funcionando, y vuelven a pedir disculpas, diciendo que la situación era consecuencia de la huelga”, indicó. Durante la espera, permitieron a los pasajeros moverse dentro del avión, ir al baño y conversar entre ellos, aunque el malestar era evidente. “La gente empieza a decir que es una vergüenza, que nos tienen secuestrados, que tienen que ir a trabajar”, agregó.
Finalmente, tras aproximadamente 40 minutos adicionales, varios policías de la PSA llegaron al lugar en una camioneta y habilitaron el desembarco por una escalera. “Nos subieron a un colectivo que dio toda la vuelta por atrás de la pista, como una vuelta olímpica, hasta llegar al lado de la terminal”, contó. Sin embargo, su odisea no terminó ahí, ya que al llegar a la cinta de equipajes, el caos era evidente. “Ahora hay un lío con las valijas, estaban todas las máquinas apagadas, y cuando empezaron a aparecer valijas se amontonaban en la salida, se caían al piso y en otros sectores las acumulaban contra las paredes”, concluyó Bianchi.
Poco antes de las 19.30, el caos en la terminal aérea porteña comenzó a disiparse lentamente, aunque la espera seguía siendo exasperante para algunos. Las valijas, que permanecieron retenidas durante horas, finalmente empezaron a ser entregadas a sus dueños. “Tres horas esperé para que me dieran mi valija”, comentó un pasajero, mientras sostenía su equipaje con alivio. La situación en la zona de preembarque de Flybondi, que antes estaba abarrotada, cambió: ya casi no hay personas esperando, y la montaña de valijas que antes se acumulaba allí ha desaparecido.
Sin embargo, el panorama es distinto en las áreas de JetSmart, Latam y Gol, donde aún se observan largas filas de pasajeros esperando para hacer el preembarque.
En las pantallas de vuelos, persisten las cancelaciones y demoras. Los vuelos cancelados incluyen dos servicios de JetSmart con destino a Córdoba, uno a las 20 y otro a las 21.06. Entre los servicios demorados se encuentran el de JetSmart de las 20.15 hacia Neuquén y el de Gol a Florianópolis, programado para las 20:20. El resto, por el momento, se mantienen en horario.
En el sector de ventas de pasajes de Flybondi, la fila, que durante el mediodía y la tarde salía del Aeroparque, disminuyó considerablemente, llegando ahora solo hasta la entrada de la zona de partidas.
El Aeroparque se convirtió en un hervidero de frustración y desorden por una medida de fuerza sorpresiva que desde la mañana del miércoles realizó el personal de la empresa Intercargo y que se disipó al caer la noche. Frente a la falta de respuestas por parte de las compañías aéreas afectadas y con una multitud cada vez más impaciente, agentes de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) intentaron organizar la situación, mediante la implementación de un sistema de control para guiar a los pasajeros en una única fila que rodea la terminal.
Según indicaron fuentes de PSA a LA NACION, se desconocía hasta cuándo va a durar el paro. “Lo que hicimos fue sacar a la gente que estaba en los aviones porque era un descontrol, gente a los gritos que pedía bajar”, relataron. Sin embargo, el intento de organización preció insuficiente: en el interior de Aeroparque, la situación era caótica, y los empleados de las aerolíneas, superados, no lograban contener las demandas de los viajeros. Los pasajeros, irritados, gritaban en busca de soluciones y, entre la confusión, se oían reclamos constantes: “¡Siempre lo mismo!”.
Entre los afectados, varios casos reflejaron el impacto de esta paralización. Uno de ellos era el de Carmen Salazar, de 89 años, quien llegó al aeropuerto en silla de ruedas, acompañada por su hija, con la ilusión de visitar a su familia en el sur del país. “Hace meses que organizamos este viaje. Mi familia me está esperando y quería ir a ver a mis nietos que no veo desde hace años”, comentó, mientras observaba el desorden a su alrededor. Su hija explicó que, debido a la cancelación, han intentado obtener información en distintos mostradores, pero solo reciben respuestas ambiguas. “Nos dicen que esperemos, pero ya llevamos horas acá y mi mamá está muy incómoda. Pedimos alguna solución, pero no hay respuesta. Es desesperante porque, con su edad, cualquier espera prolongada se vuelve un problema”, añadió. Carmen, visiblemente afectada, agregó: “No sé si voy a poder volver a verlos, es un sueño que se está convirtiendo en pesadilla”.
Otro caso conmovedor era el de una pareja de turistas extranjeros que planeaban continuar su viaje por la Argentina. Pierre y Amélie, ambos de nacionalidad francesa, se encontraban en medio de la multitud, tratando de comprender la situación. Con poco manejo del idioma y una agenda ajustada, el bloqueo de su vuelo fue un golpe inesperado. “Nos mandan de un lado a otro, pero nadie nos dice cuándo podremos volar. Vinimos con toda la ilusión de conocer estos paisajes tan conocidos en el mundo, y ahora parece que nos vamos a perder esta oportunidad”, indicó Pierre. “Nuestras valijas ya estaban en el avión y no sabemos si podremos recuperarlas. Tenemos todo ahí: la ropa, los documentos”, agregó Amélie, con decepción.
El caso de Ana Mansilla fue otro de los testimonios que resaltaba la urgencia de los pasajeros. Ella, que reside en la Capital, debía despedirse de su madre, que está gravemente enferma en Salta. “Recibí una llamada esta mañana diciéndome que el estado de mi mamá empeoró y que no le queda mucho tiempo. Vine acá corriendo, con la esperanza de llegar a tiempo, pero ahora estoy atrapada en esta situación”, contó con la voz quebrada. Mientras intentaba contener las lágrimas, agregó: “Le expliqué a la aerolínea lo que estaba pasando, que no podía esperar a mañana o pasado, pero no me dan ninguna respuesta concreta. Es como si no les importara. Solo necesito estar con mi mamá en este momento, pero parece que ni siquiera me van a permitir eso”.
Caos en Aeroparque
Cientos de pasajeros, frustrados y agotados, intentaban recuperar su equipaje. Algunos no lograron despachar sus valijas, mientras que otros se encontraban en la incómoda situación de haber embarcado su equipaje y no poder acceder a él. Entre ellos, había un grupo de jóvenes chilenas: “Hace cinco minutos nos llegó el mail de cancelación y tuvimos que venir a retirar las valijas”, dijeron. Una de ellas enfrentaba una situación aún más complicada, ya que su valija ya había sido despachada. “Cuando pregunté cuándo me la devolverían, me dijeron que recién la tendré cuando se levante el paro”.
Incertidumbre
Otra pasajera, con destino a Córdoba en un vuelo de JetSmart, describió el desconcierto y la larga espera. “Me subí al avión a las 10.30, mi valija ya había sido despachada y el vuelo debía salir a las 11.20″, explicó. Sin embargo, el avión permaneció en la pista por una hora sin despegar, y finalmente todos fueron obligados a descender. “Mi valija la estoy esperando, no apareció”, comentó la mujer, que a las 16.20 continuaba sentada frente a la cinta transportadora, observando cada maleta que pasaba. “No me puedo ir del aeropuerto, porque no me devuelven el equipaje, no sé dónde está”, añadió con resignación.
Una pasajera, entre lágrimas, expresaba su desesperación: “No me dicen nada, me ofrecen un vuelo para pasado mañana y yo no puedo seguir haciéndome cargo de los gastos del hotel. Vine con lo justo”. Viajando sola y con pocos recursos, explicó que la única alternativa que le brindaron es un vuelo de más de 15 horas que implicaría un trayecto desde Buenos Aires a Bariloche, de allí a Córdoba y finalmente a Tucumán. “Es todo un periplo; llegaría recién a las dos de la tarde de pasado mañana”, lamentó.
Paro sorpresivo en Aeroparque
La pasajera, agotada tras haberse levantado a las 3, mostraba signos de agotamiento físico y emocional. “Estoy muy cansada, muy cansada”, dijo mientras su voz se quebraba. Su familia la espera en Tucumán, pero las respuestas en el aeropuerto eran vagas y confusas. “Les pedí que al menos me ofrezcan un hotel hasta que puedan reprogramar el vuelo, pero nadie me dice nada claro. Nadie sabe dónde queda la asistencia al cliente ni dónde se gestiona la ayuda”, explicó.
Espera a bordo
Matías Bianchi, uno de los pasajeros afectados por el paro, contó a LA NACIÓN su experiencia desde el momento en que aterrizó su vuelo. “El vuelo llegó a las 14.50, aterrizó, pero se quedó esperando a que le asignen un lugar para estacionarse”, relató. Fue entonces cuando les informaron que había una huelga y que el personal de Intercargo no estaba trabajando, lo que impedía asignarles una posición para desembarcar. “No podían estimar dónde y a qué hora nos iban a dar una posición para bajar del avión”, comentó.
Después de unos 15 o 20 minutos, el avión comenzó a carretear, cruzó la pista hasta estacionarse en el sector de los hangares de Aeroparque, lejos de la terminal. “Ahí esperamos como 40 minutos más, con el aire acondicionado funcionando, y vuelven a pedir disculpas, diciendo que la situación era consecuencia de la huelga”, indicó. Durante la espera, permitieron a los pasajeros moverse dentro del avión, ir al baño y conversar entre ellos, aunque el malestar era evidente. “La gente empieza a decir que es una vergüenza, que nos tienen secuestrados, que tienen que ir a trabajar”, agregó.
Finalmente, tras aproximadamente 40 minutos adicionales, varios policías de la PSA llegaron al lugar en una camioneta y habilitaron el desembarco por una escalera. “Nos subieron a un colectivo que dio toda la vuelta por atrás de la pista, como una vuelta olímpica, hasta llegar al lado de la terminal”, contó. Sin embargo, su odisea no terminó ahí, ya que al llegar a la cinta de equipajes, el caos era evidente. “Ahora hay un lío con las valijas, estaban todas las máquinas apagadas, y cuando empezaron a aparecer valijas se amontonaban en la salida, se caían al piso y en otros sectores las acumulaban contra las paredes”, concluyó Bianchi.
Poco antes de las 19.30, el caos en la terminal aérea porteña comenzó a disiparse lentamente, aunque la espera seguía siendo exasperante para algunos. Las valijas, que permanecieron retenidas durante horas, finalmente empezaron a ser entregadas a sus dueños. “Tres horas esperé para que me dieran mi valija”, comentó un pasajero, mientras sostenía su equipaje con alivio. La situación en la zona de preembarque de Flybondi, que antes estaba abarrotada, cambió: ya casi no hay personas esperando, y la montaña de valijas que antes se acumulaba allí ha desaparecido.
Sin embargo, el panorama es distinto en las áreas de JetSmart, Latam y Gol, donde aún se observan largas filas de pasajeros esperando para hacer el preembarque.
En las pantallas de vuelos, persisten las cancelaciones y demoras. Los vuelos cancelados incluyen dos servicios de JetSmart con destino a Córdoba, uno a las 20 y otro a las 21.06. Entre los servicios demorados se encuentran el de JetSmart de las 20.15 hacia Neuquén y el de Gol a Florianópolis, programado para las 20:20. El resto, por el momento, se mantienen en horario.
En el sector de ventas de pasajes de Flybondi, la fila, que durante el mediodía y la tarde salía del Aeroparque, disminuyó considerablemente, llegando ahora solo hasta la entrada de la zona de partidas.
En la terminal porteña, hubo demoras y cancelaciones de vuelos por una medida de fuerza sorpresiva que inició temprano en la mañana y se disipó hacia la noche; las historias de los pasajeros LA NACION