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Brasil, preocupado por la postura del gobierno de Milei en la próxima cumbre de presidentes del G20

Las alarmas en el palacio Itamaraty se encendieron hace dos semanas, cuando llegó la hora de votar el documento conjunto, luego de la primera reunión ministerial de empoderamiento femenino del G20. “Todos los miembros del grupo excepto Argentina estuvieron de acuerdo con el contenido del siguiente texto”, comienza el documento final, con repetidas alusiones a los compromisos asumidos por los miembros del G20 para promover la igualdad de género”; entre ellos, “implementar la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing y los documentos finales de sus conferencias de revisión, y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en el centro de la estrategia 2030″, una estrategia que el gobierno libertario resiste, desde lo discursivo y también a la hora de levantar la mano en los organismos internacionales.

La disidencia argentina en este foro, que según distintas fuentes del Gobierno lleva el sello del joven nuevo secretario de Culto y Civilización, Nahuel Sotelo, preocupa al gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva, que ya comenzó la cuenta regresiva para ser anfitrión de la cumbre de presidentes del G20, el 18 y 19 del mes próximo en Río de Janeiro, donde estarán presentes los líderes de las veinte potencias económicas mundiales, incluido el presidente argentino, Javier Milei.

El contraataque del outsider empedernido

“Nos preocupa que Argentina haya bloqueado un documento que firmaron países como Arabia Saudita, Rusia o Indonesia, que reciben críticas por su política de género y de derechos humanos”, dejaron trascender voces autorizadas de la diplomacia brasileña. Para esas fuentes, la “Argentina podría haber evitado bloquear el consenso con una aclaración posterior, diciendo que no acordaba con alguno de los puntos, pero no lo hizo”, comentaron. Desde la dirección del próximo G20 recordaron que las representantes de Canadá y Australia cuestionaron fuertemente la postura argentina, que incluso tuvo una voz distante de la que llevó adelante Italia, gobernada por Giorgia Meloni, primera ministro de ese país y afín ideológicamente con Milei.

Además de promover los derechos de las mujeres a la educación, salud e igual retribución económica que los hombres, el documento que Argentina rechazó es muy crítico de la “misoginia”, la “violencia de género”, y promueve “la salud sexual y reproductiva y los derechos reproductivos de todas las mujeres y niñas”. También pide más participación de las mujeres en el combate al cambio climático, a pesar de que –asegura el texto– “las mujeres y los niños son afectados de manera desproporcionada por los efectos del cambio climático”.

Se trata de un texto con distintos puntos coincidentes con la agenda 2030 de Naciones Unidas, a la que Milei definió, en su reciente carta al cuerpo diplomático, como “un programa de gobierno supranacional de corte socialista que pretende resolver los problemas de la modernidad con soluciones que atentan contra la soberanía de los estados-nación, y violentan el derecho a la vida, a la libertad y a la propiedad de las personas”.

En el Palacio del Planalto, sede el gobierno brasileño, intentan no prejuzgar y esperan “una actitud constructiva” por parte de la delegación argentina, aunque el antecedente del foro femenino, y las advertencias de Milei a los diplomáticos de no apoyar esa agenda motiva suspicacias y temores en la diplomacia brasileña y de otros miembros del G20.

El sherpa argentino en el G20, Federico Pinedo, intentó calmar los ánimos y relativizó la posibilidad de un choque frontal entre Argentina y el resto de los asistentes a la reunión cumbre de Río de Janeiro. “Mi tarea es lograr que haya un documento de consenso”, afirmó Pinedo a LA NACION, y destacó que la agenda 2030 que cuestiona el Gobierno “es una parte muy chica de los problemas que tiene el mundo”, por lo cual, “la idea es llegar a posiciones razonables”, sin dar pistas de cuan flexible será la postura nacional en el debate del documento final del G20.

El exsenador de Pro justificó las recientes salidas de diplomáticos –el embajador en Naciones Unidas, Ricardo Lagorio, y el vicecanciller Leopoldo Sahores, por dar sólo dos casos– porque “se estaban tomando posturas que eran lo contrario de lo que decía el Presidente. Ahora se está construyendo un nuevo orden”, destacó. La llegada de Sotelo a la secretaría de Culto; la activa participación en foros internacionales como la OEA de la experta en temas de familia Ursula Basset, cercana a Karina Milei; y la llegada del diplomático de carrera Eduardo Bustamante en reemplazo de Sahores van en el mismo sentido: homogeneizar posturas de tono conservador, que según opositores al Gobierno “aíslan a Argentina” y complican los acuerdos políticos y económicos a nivel internacional.

Milei ataca en medio del vacío político

En este contexto, la posibilidad de una reunión bilateral entre Milei y Lula da Silva en los márgenes de la cumbre aparece envuelta en incógnitas. Desde ambas cancillerías aseguran que, aún, no hay “nada cerrado”, aunque no descartan un encuentro, el primero en lo que va de la gestión de Milei, más allá de un saludo formal durante la cumbre del G7 en Italia. En Brasilia vieron con agrado los términos de la carta que Milei le envió a Lula da Silva, misiva en la que confirmó su presencia en la cumbre y le deseó éxito en la organización del evento, que en 2018 tuvo a Buenos Aires como sede y al entonces presidente Mauricio Macri como actor protagónico.

“Hay conciencia de la importancia de estas reuniones”, sostuvo Pinedo, mientras Lula ya prepara la confirmada bilateral con el presidente chino, Xi Jinping. Un presidente a quien Milei espera cruzarse en breve, sea en la cumbre de Río de Janeiro, o en el próximo encuentro China-Celac, muy probablemente en abril de 2025.

Las alarmas en el palacio Itamaraty se encendieron hace dos semanas, cuando llegó la hora de votar el documento conjunto, luego de la primera reunión ministerial de empoderamiento femenino del G20. “Todos los miembros del grupo excepto Argentina estuvieron de acuerdo con el contenido del siguiente texto”, comienza el documento final, con repetidas alusiones a los compromisos asumidos por los miembros del G20 para promover la igualdad de género”; entre ellos, “implementar la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing y los documentos finales de sus conferencias de revisión, y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en el centro de la estrategia 2030″, una estrategia que el gobierno libertario resiste, desde lo discursivo y también a la hora de levantar la mano en los organismos internacionales.

La disidencia argentina en este foro, que según distintas fuentes del Gobierno lleva el sello del joven nuevo secretario de Culto y Civilización, Nahuel Sotelo, preocupa al gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva, que ya comenzó la cuenta regresiva para ser anfitrión de la cumbre de presidentes del G20, el 18 y 19 del mes próximo en Río de Janeiro, donde estarán presentes los líderes de las veinte potencias económicas mundiales, incluido el presidente argentino, Javier Milei.

El contraataque del outsider empedernido

“Nos preocupa que Argentina haya bloqueado un documento que firmaron países como Arabia Saudita, Rusia o Indonesia, que reciben críticas por su política de género y de derechos humanos”, dejaron trascender voces autorizadas de la diplomacia brasileña. Para esas fuentes, la “Argentina podría haber evitado bloquear el consenso con una aclaración posterior, diciendo que no acordaba con alguno de los puntos, pero no lo hizo”, comentaron. Desde la dirección del próximo G20 recordaron que las representantes de Canadá y Australia cuestionaron fuertemente la postura argentina, que incluso tuvo una voz distante de la que llevó adelante Italia, gobernada por Giorgia Meloni, primera ministro de ese país y afín ideológicamente con Milei.

Además de promover los derechos de las mujeres a la educación, salud e igual retribución económica que los hombres, el documento que Argentina rechazó es muy crítico de la “misoginia”, la “violencia de género”, y promueve “la salud sexual y reproductiva y los derechos reproductivos de todas las mujeres y niñas”. También pide más participación de las mujeres en el combate al cambio climático, a pesar de que –asegura el texto– “las mujeres y los niños son afectados de manera desproporcionada por los efectos del cambio climático”.

Se trata de un texto con distintos puntos coincidentes con la agenda 2030 de Naciones Unidas, a la que Milei definió, en su reciente carta al cuerpo diplomático, como “un programa de gobierno supranacional de corte socialista que pretende resolver los problemas de la modernidad con soluciones que atentan contra la soberanía de los estados-nación, y violentan el derecho a la vida, a la libertad y a la propiedad de las personas”.

En el Palacio del Planalto, sede el gobierno brasileño, intentan no prejuzgar y esperan “una actitud constructiva” por parte de la delegación argentina, aunque el antecedente del foro femenino, y las advertencias de Milei a los diplomáticos de no apoyar esa agenda motiva suspicacias y temores en la diplomacia brasileña y de otros miembros del G20.

El sherpa argentino en el G20, Federico Pinedo, intentó calmar los ánimos y relativizó la posibilidad de un choque frontal entre Argentina y el resto de los asistentes a la reunión cumbre de Río de Janeiro. “Mi tarea es lograr que haya un documento de consenso”, afirmó Pinedo a LA NACION, y destacó que la agenda 2030 que cuestiona el Gobierno “es una parte muy chica de los problemas que tiene el mundo”, por lo cual, “la idea es llegar a posiciones razonables”, sin dar pistas de cuan flexible será la postura nacional en el debate del documento final del G20.

El exsenador de Pro justificó las recientes salidas de diplomáticos –el embajador en Naciones Unidas, Ricardo Lagorio, y el vicecanciller Leopoldo Sahores, por dar sólo dos casos– porque “se estaban tomando posturas que eran lo contrario de lo que decía el Presidente. Ahora se está construyendo un nuevo orden”, destacó. La llegada de Sotelo a la secretaría de Culto; la activa participación en foros internacionales como la OEA de la experta en temas de familia Ursula Basset, cercana a Karina Milei; y la llegada del diplomático de carrera Eduardo Bustamante en reemplazo de Sahores van en el mismo sentido: homogeneizar posturas de tono conservador, que según opositores al Gobierno “aíslan a Argentina” y complican los acuerdos políticos y económicos a nivel internacional.

Milei ataca en medio del vacío político

En este contexto, la posibilidad de una reunión bilateral entre Milei y Lula da Silva en los márgenes de la cumbre aparece envuelta en incógnitas. Desde ambas cancillerías aseguran que, aún, no hay “nada cerrado”, aunque no descartan un encuentro, el primero en lo que va de la gestión de Milei, más allá de un saludo formal durante la cumbre del G7 en Italia. En Brasilia vieron con agrado los términos de la carta que Milei le envió a Lula da Silva, misiva en la que confirmó su presencia en la cumbre y le deseó éxito en la organización del evento, que en 2018 tuvo a Buenos Aires como sede y al entonces presidente Mauricio Macri como actor protagónico.

“Hay conciencia de la importancia de estas reuniones”, sostuvo Pinedo, mientras Lula ya prepara la confirmada bilateral con el presidente chino, Xi Jinping. Un presidente a quien Milei espera cruzarse en breve, sea en la cumbre de Río de Janeiro, o en el próximo encuentro China-Celac, muy probablemente en abril de 2025.

 El rechazo al documento consensuado por el foro de mujeres encendió las alarmas en la gestión de Lula da Silva; piden una actitud “constructiva” en la reunión de mandatarios  LA NACION

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