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Independiente vs. Godoy Cruz: el Rojo lo ganaba sin merecerlo y se le escapó sobre el final

Dos jugadas de pelota parada movieron la chapa de un partido que estaba destinado al 0 a 0. Independiente y Godoy Cruz repartieron puntos y bostezos. Los mendocinos se fueron más satisfechos porque empataron cerca del final. El Rojo lo hizo mascullando bronca, aunque la realidad indica que tampoco había hecho méritos para mucho más.

De un (largo) tiempo a esta parte, Independiente pasó a conjugar su condición de Rey de Copas con el de Rey de los conflictos. Resulta trabajoso encontrar una semana completa sin que alguna nube le oscurezca el cielo, como si se empeñase en encontrar un problema para cada solución. Las variables que maneja para complicarse la vida haría las delicias de un guionista de ficción. Hay una natural y hasta lógica, el malestar general cuando los resultados no se dan. Pero en cualquier momento suelen aparecer los factores que marcan la diferencia: cuestiones económicas, desperfectos en el estadio, enfrentamientos entre las facciones de la barra brava…

Esta vez, el motivo al menos fue original. Justo cuando el equipo parecía ir logrando cierta estabilidad emocional, encadenó un par de victorias al hilo y se asomó a la posibilidad cierta de volver a las competiciones continentales, las imágenes de varios integrantes del plantel participando en una fiesta “poco alineada” con la profesionalidad a bordo de un yate acabó con Marco Pellegrino y Diego Tarzia viendo el partido desde la tribuna.

El hecho, recibido con total indiferencia por la gente, coincidió con el acuerdo entre la directiva y el representante de Joaquín Laso para el pago de una vieja deuda. Su consecuencia fue el regreso del marcador central al equipo, y en este caso la reacción fue bien distinta. Las tribunas “saludaron” su regreso con una fuerte silbatina cuando fue anunciado por la voz del estadio.

Otro que recuperó la titularidad fue Nicolás Vallejo. La ausencia de Tarzia sirvió para dejar en claro que el pibe Santiago López bajó muchos peldaños en la consideración de Julio Vaccari (jugó el cuarto de hora final y volvió a defeccionar). Vallejo, aquel del gol a Boca en la Bombonera que estuvo a punto de darle un campeonato a Racing hace un par de años, sacó un remate sorpresivo y lejano a los 10 minutos que bajó de golpe y rozó el travesaño. Fue su único aporte positivo hasta que fue sustituido, pero a su favor hay que aceptar que estuvo a tono con la mayoría de sus compañeros.

Es difícil saber cómo afectó el estado anímico del plantel lo ocurrido en la semana -los secretos de vestuario sólo pueden suponerse a partir de lo que se ve en el césped-, pero lo concreto es que el Rojo mostró un juego demasiado plano. Le faltó fuego, ímpetu, intensidad y cambio de ritmo al local para desacomodar a un bloque defensivo muy bien montado por el Tomba, que en la primera mitad apenas se asustó con un cabezazo de pique al suelo de Gabriel Ávalos que detuvo Franco Petroli.

A Godoy Cruz, en cambio, le corrió mejor la pelota. Nada del otro mundo -todo resultó bastante tedioso-, pero al menos tuvo más criterio para juntar gente por el centro, y a partir de la inteligencia de Gonzalo Abrego para ubicar los espacios libres para recibir, enlazar tres o cuatro pases seguidos y crear superioridad numérica en la zona caliente. Tuvo que esforzarse Rodrigo Rey ante remates de Pereyra y Facundo Altamira; y cruzar un par de veces con éxito Federico Vera para tapar sendos intentos de Santino Andino.

Lo mejor del partido

Era igual la tónica tras el descanso cuando a los 15 Federico Mancuello ejecutó un córner desde la derecha, apareció suelto el chileno Felipe Loyola (otro de los implicados en el affaire del yate) y aplicó el cabezazo inatajable.

Durante un ratito, el gol desfiguró al Tomba y le dio un envión a Independiente para empezar a descubrir sociedades donde antes sólo había arranques individuales, sobre todo por derecha, cuando se juntaban Vera, Loyola y el impredecible Santiago Montiel. Sin embargo, no aprovechó el momento para definir el partido, y de a poco, el elenco mendocino se fue aproximando al empate. Lo lograría a los 42. Tiro libre con comba de Abrego, peinada de Salomón Rodríguez, y fallo del salvador habitual: Rey no reaccionó bien, el balón dio en su rodilla y se fue a la red.

Independiente sumó un encuentro más sin perder, y van 11, pero esta vez la igualdad le supo a casi nada y se fue entre tímidos silbidos. ¿Pagó el precio de lo sucedido en la semana? No parece. En definitiva, ya está acostumbrado a los conflictos. Simplemente, no jugó bien, y cumplió con lo que ya es casi una marca en el club: encontrar un problema donde ya había logrado una solución.

Dos jugadas de pelota parada movieron la chapa de un partido que estaba destinado al 0 a 0. Independiente y Godoy Cruz repartieron puntos y bostezos. Los mendocinos se fueron más satisfechos porque empataron cerca del final. El Rojo lo hizo mascullando bronca, aunque la realidad indica que tampoco había hecho méritos para mucho más.

De un (largo) tiempo a esta parte, Independiente pasó a conjugar su condición de Rey de Copas con el de Rey de los conflictos. Resulta trabajoso encontrar una semana completa sin que alguna nube le oscurezca el cielo, como si se empeñase en encontrar un problema para cada solución. Las variables que maneja para complicarse la vida haría las delicias de un guionista de ficción. Hay una natural y hasta lógica, el malestar general cuando los resultados no se dan. Pero en cualquier momento suelen aparecer los factores que marcan la diferencia: cuestiones económicas, desperfectos en el estadio, enfrentamientos entre las facciones de la barra brava…

Esta vez, el motivo al menos fue original. Justo cuando el equipo parecía ir logrando cierta estabilidad emocional, encadenó un par de victorias al hilo y se asomó a la posibilidad cierta de volver a las competiciones continentales, las imágenes de varios integrantes del plantel participando en una fiesta “poco alineada” con la profesionalidad a bordo de un yate acabó con Marco Pellegrino y Diego Tarzia viendo el partido desde la tribuna.

El hecho, recibido con total indiferencia por la gente, coincidió con el acuerdo entre la directiva y el representante de Joaquín Laso para el pago de una vieja deuda. Su consecuencia fue el regreso del marcador central al equipo, y en este caso la reacción fue bien distinta. Las tribunas “saludaron” su regreso con una fuerte silbatina cuando fue anunciado por la voz del estadio.

Otro que recuperó la titularidad fue Nicolás Vallejo. La ausencia de Tarzia sirvió para dejar en claro que el pibe Santiago López bajó muchos peldaños en la consideración de Julio Vaccari (jugó el cuarto de hora final y volvió a defeccionar). Vallejo, aquel del gol a Boca en la Bombonera que estuvo a punto de darle un campeonato a Racing hace un par de años, sacó un remate sorpresivo y lejano a los 10 minutos que bajó de golpe y rozó el travesaño. Fue su único aporte positivo hasta que fue sustituido, pero a su favor hay que aceptar que estuvo a tono con la mayoría de sus compañeros.

Es difícil saber cómo afectó el estado anímico del plantel lo ocurrido en la semana -los secretos de vestuario sólo pueden suponerse a partir de lo que se ve en el césped-, pero lo concreto es que el Rojo mostró un juego demasiado plano. Le faltó fuego, ímpetu, intensidad y cambio de ritmo al local para desacomodar a un bloque defensivo muy bien montado por el Tomba, que en la primera mitad apenas se asustó con un cabezazo de pique al suelo de Gabriel Ávalos que detuvo Franco Petroli.

A Godoy Cruz, en cambio, le corrió mejor la pelota. Nada del otro mundo -todo resultó bastante tedioso-, pero al menos tuvo más criterio para juntar gente por el centro, y a partir de la inteligencia de Gonzalo Abrego para ubicar los espacios libres para recibir, enlazar tres o cuatro pases seguidos y crear superioridad numérica en la zona caliente. Tuvo que esforzarse Rodrigo Rey ante remates de Pereyra y Facundo Altamira; y cruzar un par de veces con éxito Federico Vera para tapar sendos intentos de Santino Andino.

Lo mejor del partido

Era igual la tónica tras el descanso cuando a los 15 Federico Mancuello ejecutó un córner desde la derecha, apareció suelto el chileno Felipe Loyola (otro de los implicados en el affaire del yate) y aplicó el cabezazo inatajable.

Durante un ratito, el gol desfiguró al Tomba y le dio un envión a Independiente para empezar a descubrir sociedades donde antes sólo había arranques individuales, sobre todo por derecha, cuando se juntaban Vera, Loyola y el impredecible Santiago Montiel. Sin embargo, no aprovechó el momento para definir el partido, y de a poco, el elenco mendocino se fue aproximando al empate. Lo lograría a los 42. Tiro libre con comba de Abrego, peinada de Salomón Rodríguez, y fallo del salvador habitual: Rey no reaccionó bien, el balón dio en su rodilla y se fue a la red.

Independiente sumó un encuentro más sin perder, y van 11, pero esta vez la igualdad le supo a casi nada y se fue entre tímidos silbidos. ¿Pagó el precio de lo sucedido en la semana? No parece. En definitiva, ya está acostumbrado a los conflictos. Simplemente, no jugó bien, y cumplió con lo que ya es casi una marca en el club: encontrar un problema donde ya había logrado una solución.

 Tras otra semana compleja, dominada por factores internos y externos, se imponía ante Godoy Cruz por un gol de Loyola, pero empató Rodríguez  LA NACION

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