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Las causas de la baja del riesgo país, según Javier Milei, y el optimismo inversor

“El riesgo país va a colapsar”. Esa fue la definición -aunque pasó desapercibida- que dio el presidente Javier Milei en el cierre del Coloquio de IDEA hace sólo días en Mar del Plata. Es lo mismo que piensa el ministro de Economía, Luis Caputo, que hace algunas semanas había adelantado – antes de su viaje a Washington- que “la realidad” iba a terminar alcanzando a ese termómetro aún atrapado por el prontuario de la historia argentina.

A horas de que esa sobretasa que paga la deuda argentina perforara los 1000 puntos básicos, hasta los 967 -según JP Morgan-, en la Casa Rosada no son necios: saben que el nivel todavía no deja a la Argentina volver al mercado voluntario de crédito (el promedio en América latina está cerca de los 400 puntos; Uruguay tiene algo más de 90), pero celebran la tendencia. De esos 2700 puntos en octubre de 2023 y luego de un período estancado en los 1500 puntos, ese indicador financiero clave vuelve a moverse hacia donde se esperaba.

“La noticia es tan buena que no hay mucho para decir”, afirman cerca del primer mandatario. “Es el menor nivel de los últimos 5 años”, recuerdan en su círculo. Para encontrar un nivel similar hay que volver a agosto de 2019, en la previa de las PASO que ganó Alberto Fernández y que catapultó nuevamente el índice a las nubes.

La economía siempre reacciona en varias dimensiones. En el mundo financiero se vive un fuerte optimismo. “Hubo muchos elogios”, contaron a este medio sobre el viaje del equipo económico a Estados Unidos. Una travesía que -constante y sonante- agregó más financiamiento para proyectos del Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Del Fondo Monetario Internacional (FMI) se recibieron buenas señales, elogios, pero aún falta para ver detalles del nuevo programa que definirá los próximos pasos económicos.

A pesar de que todavía quedan dudas sobre cómo se sostendrá el rebote del año que viene -que lentamente y de manera muy heterogénea- comienza a aparecer, en un banco dieron un ejemplo de cómo cuantificar el optimismo financiero con Milei. En la época de Cristina Kirchner se veían aproximadamente unos 300 inversores por año interesados en los papeles argentinos. En la época de Mauricio Macri, unos 700. Con Alberto Fernández se desplomó a 250 (lo que estuvo afectado por la pandemia). “En lo que va del primer año de Milei, vamos por unos 650. Esto aplica a casi todas las empresas argentinas que tienen ADRs, que cotizan afuera”, dijeron desde una de las entidades financieras más importantes de la Argentina.

Otra cosa que sirve para matizar es que cambió la calidad de los inversores. Ahora vienen fondos más grandes de Estados Unidos, de Inglaterra, más de Emerging Markets o de LATAM, cuando anteriormente antes venían más de Frontier Markets o lo que se suele llamar Distressed Asset Funds o Family Offices de Brasil o Chile. O sea, explican, apareció un perfil distinto de inversor actualmente, “que es de mayor calidad”, confiaron.

La causas de la baja del riesgo

Milei si habló públicamente de las causas de la baja del riesgo. Ese concepto aparece tres veces en su último discurso ante los empresarios de IDEA para remarcar dos conceptos clave. El primero es la decisión técnica -el diagnóstico- de que el mal de casi todo lo que sucede en la economía argentina está en que se gasta mucho más de lo que ingresa. Tan simple como eso. De que se requiere tener equilibrio en las cuentas fiscales.

“Fue muy importante el hecho de empezar a mostrar -sistemáticamente – el equilibrio fiscal y que era algo que había venido para quedarse y que no era algo transitorio. Porque acá hay algo muy importante: si yo voy a déficit cero, el incremento de deuda es nulo. Por lo tanto, la relación deuda/producto es no creciente, y si la relación deuda/producto es no creciente, por ende, uno es solvente intertemporalmente y, tarde o temprano, el Riesgo País va a colapsar, y lo recibimos cerca de 3000 y -hoy- está peleando por romper los 1000″, había dicho en el Sheraton de Mar del Plata para ilustrar el déficit -y la emisión monetaria- cero.

El segundo tiene que ver con lo mismo. Pero con un matiz ya no técnico sino político. El Gobierno dejó claro que hará cualquier cosa para evitar que el sistema -la casta, para Milei- le modifique la premisa del equilibrio fiscal. Hasta pelearse con jubilados y estudiantes. Milei no le teme al costo político – de hecho, gana como “outsider” haciendo exactamente lo contrario a lo que “defiende la casta”- para mantener el rumbo fijado. Los últimos vetos del Presidente y los bloqueos para sostenerlos dieron muestra al mercado de eso.

“Como les dije, la solvencia fiscal implica una caída del riesgo argentino, y eso permite, básicamente, hacer que la tasa de interés caiga. De hecho, una de las cosas que nosotros estuvimos haciendo con Federico cuando estábamos con la discusión del tema de las universidades, es que al margen de la señal negativa que implicaba estar cediendo en los números fiscales, y que al mismo tiempo implicaba ser doblegados por los corruptos, porque el problema es que no quieren ser auditados, entonces, nosotros no estábamos dispuestos a doblegarnos frente a los corruptos y no estábamos dispuestos a entregar los números fiscales, pero dijimos ‘bueno, vamos a hacer la cuenta qué pasa si uno tomara este aumento’ (…) Hay un libro muy interesante que se llama Historia del quinto piso y muestra cómo después de la estabilización original del Austral, Sourrouille empieza a…, por indicación de Alfonsín darle un cuarto de punto a cada uno, a vos te doy 0,25, a vos te doy 0,15. A todos les dio de todo. Terminó volviendo el déficit fiscal y terminó en una hiperinflación”, relató Milei.

Caputo viene mencionando otra variable que es poco tenida en cuenta, pero es clave: la credibilidad. Los empresarios comenzaron a reconocer que el equipo económico construyó un track-record entre las medidas anunciadas, los efectos buscados y la materialización. No es menor en un país con prontuario y que viene probablemente de la destrucción del valor de la palabra con la etérea credibilidad del expresidente Fernández. La crítica empresaria es que el equipo económico no haya usado aún este valor adquirido para comenzar a generar expectativa sobre lo que sucederá hacia adelante, por ejemplo, con el esquema cambiario. A la credibilidad le suele seguir la previsibilidad. Es un puente en construcción.

El ministro de Economía ya había dichos semanas atrás que el riesgo país se había transformado de un leading indicator -que mira para adelante- en un laggin indicator -que mira para atrás hacia los últimos años-, y que “la realidad” iba a modificar eso. “¿Qué es la realidad?”, le preguntó en un encuentro en Córdoba el ex presidente del Banco Central, Guido Sandleris -el mismo que reemplazó a un Caputo en tensión con el FMI-.

“La realidad es que la inflación va a seguir bajando y la economía se va a seguir recuperando”, explicó el ministro entonces, en agosto, cuando el riesgo país se había estancado en los 1500 puntos básicos. Agregó que tiene los pesos para pagar los intereses de la deuda privado de enero gracias al superávit acumulado. “Pero también hay un vencimiento de capital. Van a tener los dólares para el capital, por supuesto”, dijo mientras enviaba el oro del BCRA al exterior y se esparcían rumores de la negociación de un repo que Milei confirmó en X. “Ni siquiera va a haber refinancimiento. Lo vamos a pagar efectivamente. El pago de enero está garantizado y el de julio también. Recién estamos hablando de enero de 2026″, dijo. Es verdad que, luego, los precios siguieron a la baja, algunos sectores -muchos otros no- muestran leves mejoras mensuales, el superávit financiero se mantiene a rajatabla, y el BCRA ya no vende reservas.

Oxígeno para el esquema cambiario

El último factor para la baja del riesgo (y del optimismo de los bonistas), fue también mencionado a la pasado por Milei en IDEA, aunque con menos precisión. El mercado ya cree: no van a devaluar. En ese camino, se mantiene un rentable “arbitraje de tasas” en pesos y dólares. Ese carry trade ofrece “oxígeno a los dilemas cambiarios”, según matizó un informe de la consultora privada LCG sobre las dudas que existen a mediano plazo con el tipo de cambio (¿atrasado?), el cepo y la realidad de las reservas netas que tiene actualmente el Banco Central para un país que necesita sí o sí volver a crecer. Se espera una recuperación de 5% el año que viene y sin dólares -o sea, sin poder importar insumos- esa recuperación puede ser condicionada.

“En la brecha está incidiendo la percepción de un carry trade rentable, y que en el nivel de reservas están incidiendo la emisión de ONs y, en menor medida, el envío de dólares en efectivo de los bancos al BCRA y el otorgamiento de préstamos en esa moneda. Y después hay un vínculo entre carry y reservas: tasas esperadas en pesos por arriba que las de dólares pueden promover la liquidación de exportaciones o la ya mencionada posibilidad de tomar préstamos en dólares, pero para invertir en activos en pesos y no tanto para financiar capital de trabajo”, resumieron sobre las bondades que apuntala el blanqueo de capitales.

No todas son buenas, por lo menos para los que miran hacia adelante. “Con la actual administración, vemos un reperfilamiento amistoso para dar un mayor oxígeno” a las cuentas, dijo esta semana Moody’s.

El Gobierno dice que sentó las bases para algo distinto. Algunos interpretan que el mercado empezó a creer en esos fundamentos. Otros dicen que aún es una fe de corto plazo, esa que marca el Rofex y el apetito por algunos puntos más de tasa mientras dure. Como dice Caputo, al final del día, la realidad impondrá, pero cuando se levante el cepo -la última gran regulación-, y los pesos y dólares comiencen a fluir en libertad.

“El riesgo país va a colapsar”. Esa fue la definición -aunque pasó desapercibida- que dio el presidente Javier Milei en el cierre del Coloquio de IDEA hace sólo días en Mar del Plata. Es lo mismo que piensa el ministro de Economía, Luis Caputo, que hace algunas semanas había adelantado – antes de su viaje a Washington- que “la realidad” iba a terminar alcanzando a ese termómetro aún atrapado por el prontuario de la historia argentina.

A horas de que esa sobretasa que paga la deuda argentina perforara los 1000 puntos básicos, hasta los 967 -según JP Morgan-, en la Casa Rosada no son necios: saben que el nivel todavía no deja a la Argentina volver al mercado voluntario de crédito (el promedio en América latina está cerca de los 400 puntos; Uruguay tiene algo más de 90), pero celebran la tendencia. De esos 2700 puntos en octubre de 2023 y luego de un período estancado en los 1500 puntos, ese indicador financiero clave vuelve a moverse hacia donde se esperaba.

“La noticia es tan buena que no hay mucho para decir”, afirman cerca del primer mandatario. “Es el menor nivel de los últimos 5 años”, recuerdan en su círculo. Para encontrar un nivel similar hay que volver a agosto de 2019, en la previa de las PASO que ganó Alberto Fernández y que catapultó nuevamente el índice a las nubes.

La economía siempre reacciona en varias dimensiones. En el mundo financiero se vive un fuerte optimismo. “Hubo muchos elogios”, contaron a este medio sobre el viaje del equipo económico a Estados Unidos. Una travesía que -constante y sonante- agregó más financiamiento para proyectos del Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Del Fondo Monetario Internacional (FMI) se recibieron buenas señales, elogios, pero aún falta para ver detalles del nuevo programa que definirá los próximos pasos económicos.

A pesar de que todavía quedan dudas sobre cómo se sostendrá el rebote del año que viene -que lentamente y de manera muy heterogénea- comienza a aparecer, en un banco dieron un ejemplo de cómo cuantificar el optimismo financiero con Milei. En la época de Cristina Kirchner se veían aproximadamente unos 300 inversores por año interesados en los papeles argentinos. En la época de Mauricio Macri, unos 700. Con Alberto Fernández se desplomó a 250 (lo que estuvo afectado por la pandemia). “En lo que va del primer año de Milei, vamos por unos 650. Esto aplica a casi todas las empresas argentinas que tienen ADRs, que cotizan afuera”, dijeron desde una de las entidades financieras más importantes de la Argentina.

Otra cosa que sirve para matizar es que cambió la calidad de los inversores. Ahora vienen fondos más grandes de Estados Unidos, de Inglaterra, más de Emerging Markets o de LATAM, cuando anteriormente antes venían más de Frontier Markets o lo que se suele llamar Distressed Asset Funds o Family Offices de Brasil o Chile. O sea, explican, apareció un perfil distinto de inversor actualmente, “que es de mayor calidad”, confiaron.

La causas de la baja del riesgo

Milei si habló públicamente de las causas de la baja del riesgo. Ese concepto aparece tres veces en su último discurso ante los empresarios de IDEA para remarcar dos conceptos clave. El primero es la decisión técnica -el diagnóstico- de que el mal de casi todo lo que sucede en la economía argentina está en que se gasta mucho más de lo que ingresa. Tan simple como eso. De que se requiere tener equilibrio en las cuentas fiscales.

“Fue muy importante el hecho de empezar a mostrar -sistemáticamente – el equilibrio fiscal y que era algo que había venido para quedarse y que no era algo transitorio. Porque acá hay algo muy importante: si yo voy a déficit cero, el incremento de deuda es nulo. Por lo tanto, la relación deuda/producto es no creciente, y si la relación deuda/producto es no creciente, por ende, uno es solvente intertemporalmente y, tarde o temprano, el Riesgo País va a colapsar, y lo recibimos cerca de 3000 y -hoy- está peleando por romper los 1000″, había dicho en el Sheraton de Mar del Plata para ilustrar el déficit -y la emisión monetaria- cero.

El segundo tiene que ver con lo mismo. Pero con un matiz ya no técnico sino político. El Gobierno dejó claro que hará cualquier cosa para evitar que el sistema -la casta, para Milei- le modifique la premisa del equilibrio fiscal. Hasta pelearse con jubilados y estudiantes. Milei no le teme al costo político – de hecho, gana como “outsider” haciendo exactamente lo contrario a lo que “defiende la casta”- para mantener el rumbo fijado. Los últimos vetos del Presidente y los bloqueos para sostenerlos dieron muestra al mercado de eso.

“Como les dije, la solvencia fiscal implica una caída del riesgo argentino, y eso permite, básicamente, hacer que la tasa de interés caiga. De hecho, una de las cosas que nosotros estuvimos haciendo con Federico cuando estábamos con la discusión del tema de las universidades, es que al margen de la señal negativa que implicaba estar cediendo en los números fiscales, y que al mismo tiempo implicaba ser doblegados por los corruptos, porque el problema es que no quieren ser auditados, entonces, nosotros no estábamos dispuestos a doblegarnos frente a los corruptos y no estábamos dispuestos a entregar los números fiscales, pero dijimos ‘bueno, vamos a hacer la cuenta qué pasa si uno tomara este aumento’ (…) Hay un libro muy interesante que se llama Historia del quinto piso y muestra cómo después de la estabilización original del Austral, Sourrouille empieza a…, por indicación de Alfonsín darle un cuarto de punto a cada uno, a vos te doy 0,25, a vos te doy 0,15. A todos les dio de todo. Terminó volviendo el déficit fiscal y terminó en una hiperinflación”, relató Milei.

Caputo viene mencionando otra variable que es poco tenida en cuenta, pero es clave: la credibilidad. Los empresarios comenzaron a reconocer que el equipo económico construyó un track-record entre las medidas anunciadas, los efectos buscados y la materialización. No es menor en un país con prontuario y que viene probablemente de la destrucción del valor de la palabra con la etérea credibilidad del expresidente Fernández. La crítica empresaria es que el equipo económico no haya usado aún este valor adquirido para comenzar a generar expectativa sobre lo que sucederá hacia adelante, por ejemplo, con el esquema cambiario. A la credibilidad le suele seguir la previsibilidad. Es un puente en construcción.

El ministro de Economía ya había dichos semanas atrás que el riesgo país se había transformado de un leading indicator -que mira para adelante- en un laggin indicator -que mira para atrás hacia los últimos años-, y que “la realidad” iba a modificar eso. “¿Qué es la realidad?”, le preguntó en un encuentro en Córdoba el ex presidente del Banco Central, Guido Sandleris -el mismo que reemplazó a un Caputo en tensión con el FMI-.

“La realidad es que la inflación va a seguir bajando y la economía se va a seguir recuperando”, explicó el ministro entonces, en agosto, cuando el riesgo país se había estancado en los 1500 puntos básicos. Agregó que tiene los pesos para pagar los intereses de la deuda privado de enero gracias al superávit acumulado. “Pero también hay un vencimiento de capital. Van a tener los dólares para el capital, por supuesto”, dijo mientras enviaba el oro del BCRA al exterior y se esparcían rumores de la negociación de un repo que Milei confirmó en X. “Ni siquiera va a haber refinancimiento. Lo vamos a pagar efectivamente. El pago de enero está garantizado y el de julio también. Recién estamos hablando de enero de 2026″, dijo. Es verdad que, luego, los precios siguieron a la baja, algunos sectores -muchos otros no- muestran leves mejoras mensuales, el superávit financiero se mantiene a rajatabla, y el BCRA ya no vende reservas.

Oxígeno para el esquema cambiario

El último factor para la baja del riesgo (y del optimismo de los bonistas), fue también mencionado a la pasado por Milei en IDEA, aunque con menos precisión. El mercado ya cree: no van a devaluar. En ese camino, se mantiene un rentable “arbitraje de tasas” en pesos y dólares. Ese carry trade ofrece “oxígeno a los dilemas cambiarios”, según matizó un informe de la consultora privada LCG sobre las dudas que existen a mediano plazo con el tipo de cambio (¿atrasado?), el cepo y la realidad de las reservas netas que tiene actualmente el Banco Central para un país que necesita sí o sí volver a crecer. Se espera una recuperación de 5% el año que viene y sin dólares -o sea, sin poder importar insumos- esa recuperación puede ser condicionada.

“En la brecha está incidiendo la percepción de un carry trade rentable, y que en el nivel de reservas están incidiendo la emisión de ONs y, en menor medida, el envío de dólares en efectivo de los bancos al BCRA y el otorgamiento de préstamos en esa moneda. Y después hay un vínculo entre carry y reservas: tasas esperadas en pesos por arriba que las de dólares pueden promover la liquidación de exportaciones o la ya mencionada posibilidad de tomar préstamos en dólares, pero para invertir en activos en pesos y no tanto para financiar capital de trabajo”, resumieron sobre las bondades que apuntala el blanqueo de capitales.

No todas son buenas, por lo menos para los que miran hacia adelante. “Con la actual administración, vemos un reperfilamiento amistoso para dar un mayor oxígeno” a las cuentas, dijo esta semana Moody’s.

El Gobierno dice que sentó las bases para algo distinto. Algunos interpretan que el mercado empezó a creer en esos fundamentos. Otros dicen que aún es una fe de corto plazo, esa que marca el Rofex y el apetito por algunos puntos más de tasa mientras dure. Como dice Caputo, al final del día, la realidad impondrá, pero cuando se levante el cepo -la última gran regulación-, y los pesos y dólares comiencen a fluir en libertad.

 El Presidente dio las claves para entender, según él, lo que pasa con ese indicador financiero; sin embargo, todavía hay alguna dudas en el mercado  LA NACION

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