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La interna infinita de un peronismo agitado y en modo reproductivo

Desde el mismo momento en que Cristina Fernández de Kirchner anunció que se anotaba en la carrera por la presidencia del PJ, Ricardo Quintela entró en un continuo cambio de ánimos. A una persona con la que habló esta misma semana le dijo: «Yo creo que no va a haber elecciones». Es decir, que confiaba en llegar a algún tipo de acuerdo con el Instituto Patria. Antes de eso, rechazó varias -y generosas- ofertas para firmar una lista de unidad, alentado por gobernadores y dirigentes que fantasean con jubilar a la expresidenta desde hace más de una década, por ahora sin éxito. Algunos creen que ya es tarde para recular, por los compromisos que asumió el gobernador de La Rioja con esos mismos hombres que le apoyan sus manos en el hombro, le calientan el oído y le auguran una elección peleada, mientras que, a su vez, evitan poner el cuerpo y limitan su apoyo al ámbito privado. El tucumano Osvaldo Jaldo, el más libertario de los mandatarios peronistas, es el único de este grupo que blanqueó públicamente su respaldo. Desde el cristinismo siguen buscando puentes con el «Gitano». El propio Eduardo «Wado» de Pedro buscó puentes alternativos para un último intento, no directos, pero la voluntad de negociar en el kirchnerismo ya se agotó. Si Quintela busca un salvoconducto puede encontrarlo en Juan Manuel Olmos, que busca agotar las posibilidades de un arreglo. Tienen hasta el viernes, fecha límite para la oficialización de listas ante la Junta Electoral.

El manotazo del Tigre.

Uno de los llamados que atendió Quintela en estos días fue el de Sergio Massa. Le pidió que arregle con Cristina, que se baje y que le evite a todo el peronismo una interna «sin sentido». El ex candidato a presidente de Unión por la Patria (UxP) entró a tallar en la doble batalla de CFK, contra Quintela y contra Axel Kicillof, abiertamente en favor de su socia en la fundación del Frente de Todos, en 2019. Lo hizo con la delicadeza de un elefante en una cristalería: amenazando con sacar al Frente Renovador (FR) y romper la coalición. Un órdago que rápidamente intentaron desactivar. El vocero de la jugada fue Diego Giuliano, el presidente del partido massista, pero contaba con la validación de su jefe político. Tres dirigentes del massismo, con influencia política y parlamentaria, confirmaron a Corta que no está en juego la unidad del peronismo y, menos, la del bloque de UxP en la Cámara de Diputados. «Sergio quiere que se dejen de romper los huevos», ilustró uno de ellos. Otro, blanqueó que lo que quieren es que el PJ se ordene para armar una mesa de la coalición que defina la estrategia electoral para el año que viene. Una mesa en la que, primero, sugirieron que se siente Malena Galmarini. Pero que ahora, en caso de conformarse, tendría sentado al propio Massa. Hasta el momento, futurología.

El Gitano ciclotímico.

Cuando CFK confirmó en una carta que iba a hacerse cargo del operativo clamor autoinfligido para que puje por la presidencia del PJ, Quintela creyó que su expedición había llegado a su fin y que llegaría a un acuerdo para bajarse y allanarle el camino a la expresidenta. Pero se empezó a envalentonar. Enseguida se comunicaron con él gobernadores como Jaldo, Martín Llaryora (Córdoba), Raúl Jalil (Catamarca) o Gustavo Sáenz (Salta) -los que en el decálogo cristinista vendrían siendo los «Judas»- para pedirle que no afloje, que ellos lo acompañaban y que, en sus provincias, podía ganar. En simultáneo, llegaban propuestas del Instituto Patria para negociar. Los que le endulzaban el oído le sugerían que esas ofertas eran una muestra de debilidad. Hasta la vicepresidencia y un cuarto de la lista llegaron a ponerle al Gitano arriba de la mesa. El empujón final fue cuando le dijeron que había peronistas bonaerenses, que militan la candidatura presidencial de Kicillof, juntando avales para su lista. Fue por esos días cuando no atendió un llamado de Cristina. La desilusión llegó cuando, los mismos que lo alentaban, le ofrecían dirigentes de tercer y cuarto orden para completar su boleta, hoy señalada por acumulación de irregularidades: candidatos que figuran sin DNI, incumplimientos de los pisos por distrito y por rama y hasta personas que ni siquiera integran los padrones del partido. «Si sabíamos que lo que había juntado era eso, no le hubiéramos ofrecido tanto», reconocen con sorna cerca de la expresidenta. Quedan 48 horas para la oficialización de lista. La sensación es que ni Cristina ni Quintela quieren definir la interna en las urnas, un proceso que costaría unos 600 millones de pesos y que el Gobierno no está dispuesto a financiar. Si es cierto que cuando parece que los peronistas se pelean en realidad se están reproduciendo, en estos momentos la población que celebra el día de la lealtad el 17 de octubre debería asemejarse, en número, a la de la India.

La fantasía del bloque propio.

En el pico del entusiasmo anticristinista, algunos operadores del peronismo que empuja a Quintela a la guerra se contactaron al menos con un par de senadores y un par de diputados. Les preguntaron si estarían dispuestos a armar bancadas aparte, dentro de un interbloque con el resto de UxP. Les decían que no tenía sentido disputar una interna mientras que, en el Congreso, permanecían bajo el mando de los presidentes de bloque en Diputados, Germán Martínez, y en el Senado, José Mayans, ambos candidatos a vicepresidencias del PJ en la lista de Cristina. Y que en la Cámara baja podían llegar a juntar 17, una cuenta que nadie supo explicar. No obtuvieron el eco que esperaban, pero el intento lo hicieron.

Prescindencia massista, pero a favor de CFK.

«De acuerdo a lo que pase en el PJ, veremos si seguimos juntos o si cada uno toma su camino». La amenaza de Giuliano, deslizada en una nota con Infobae, irrumpió en la interna peronista como un timbre que suena a las cuatro de la mañana. La decisión de salir a posicionarse se tomó luego de que a la mesa chica del FR llegaran encuestas en las que el presidente, Javier Milei, recuperaba en octubre los puntos de imagen y de apoyo que había perdido en septiembre. Habrá que esperar otros sondeos a ver si esa tendencia se certifica. Dicen en las usinas massistas que Massa habló con las figuras centrales de la película: Cristina, Kicillof y Quintela, para mediar. El mensaje no fue el mismo para todos. Del riojano, en el massismo creen que busca amparo en el PJ para nacionalizar su crisis local: una provincia en default, emisora de cuasi monedas y con el libertario Martín Menem dispuesto a usar el ilustre apellido de Anillaco y los fierros del Estado para arrebatarle al peronismo un histórico bastión. Del bonaerense, dicen no entender su juego. «Podés no estar de acuerdo con Cristina, pero al menos muestra una estrategia. De Axel no entendemos cuál es su plan. O si tiene uno», admitió un hombre que camina con Massa desde la fundación del massismo y desde antes, también. El plan de Kicillof igual, parece claro: renegociar su contrato con Cristina con el objetivo final de pelear la presidencia en 2027. Ver en su método apuro o timming, torpeza o pericia, queda a gusto del consumidor. 

Fuente: CORTA

​Desde el mismo momento en que Cristina Fernández de Kirchner anunció que se anotaba en la carrera por la presidencia del PJ, Ricardo Quintela entró en un continuo cambio de ánimos. A una persona con la que habló esta misma semana le dijo: «Yo creo que no va a haber elecciones». Es decir, que confiaba en llegar a algún tipo Leer más

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