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La reflexión de Ricky Sarkany sobre cómo es ser empresario en la Argentina: “O te dan la escarapela al patriota o el diploma al p…”

Ricky Sarkany, uno de los mayores exponentes del calzado a nivel nacional, analizó este domingo cómo es ser empresario en la Argentina. Durante su paso por Comunidad de Negocios (LN+), el referente de la moda ofreció su mirada respecto de la situación económica que afronta el país y cómo impacta en el rubro, el papel que cumple la presión impositiva al momento de elaborar y vender un producto, y como las “reglas de juego” pueden muchas veces no ser justas.

Durante su intercambio con José Del Rio, Sarkany se reconoció a sí mismo como “optimista por naturaleza”. “Tenemos todo por delante todo por hacer. Estoy convencido de que es así”, afirmó. A pesar de su positivismo, dijo que no es posible desconocer lo que ocurre en el día a día: “Es verdad que cuando subimos esa persiana, vemos el clima y hay cuestiones que no podemos manejar. Tenemos que adaptarnos… No puedo evitar que esté nublado y empiece a llover”.

En ese sentido, como primer consejo al empresariado, dijo que “hay que ser observadores de la realidad económica”. “Allí residen las oportunidades”, destacó. Habló también sobre un escenario de “incertidumbre” en la Argentina, que lo llevan a evaluar la implementación de distintas estrategias de acuerdo a lo que ocurra. Un ejemplo para Sarkany es la posible apertura de la economía. “Cuando veo que se empieza a abrir la economía, pienso tal vez en que voy a convertirme en el mejor importador del país. Y no me causa ninguna gracia. A mi me gustaría que el Estado me garantice las condiciones para competir contra el producto que viene de afuera. Sin embargo, con una apertura, eventualmente voy a tener que bajar la producción propia y concentrarme en importar un producto terminado”.

“Me considero una empresa pequeña, que trabaja con la clara decisión de disfrutar, sorprendernos y sorprender. Cada día se mezcla y se da una vez más. Pero del otro lado, nos gustaría que existan condiciones más claras. Si yo quiero pedirle a un proveedor que me fie, haga la mercadería que yo quiero, la produzca con la marca Sarkany, me la entregue, espere 30 días a que llegue a mía y a los 30 días yo le pague, díganme quién es porque eso no existe. No es justo. Si decimos libertad es equilibrio y equidad. Lo normal es que cada uno pueda hacer el negocio que uno quisiera con cualquier persona”, dijo para cerrar la idea.

A lo largo de la charla, el líder de la marca que lleva su apellido se metió en el debate por el traslado de los costos al producto final e hizo hincapié en el gran ancla impositiva a la que están atados quienes venden: “Cuando escucho que se hace un análisis de los costos… Si uno quiere ingresar al negocio y tener un local en un shopping, lo primero que tiene que hacer es pagar una llave. Una vez que pagó la llave, tiene que pagar la decoración. Durante ese período de dos meses tiene que pagar el alquiler y el fondo de publicidad. Una vez que lo tiene, tiene que llenarlo de mercadería, tomar el personal y capacitarlo. Tiene que hacer acciones comerciales. Y luego debe empezar a vender con ingresos brutos, retenciones a tarjetas, comisiones de ventas, etc. Hay que generar rentas altas, vender lo suficiente y terminar liquidando el sobrante. Cuando termina ese ejercicio, uno tiene que estar lo suficientemente empatado para pagar los sueldos y los impuestos”.

En ese sentido, compartió una dura reflexión que resume lo que es ser un empresario en la Argentina: “Esto que digo es una cosa que siempre contamos y nos reímos. Hemos pasado corralitos, patacones, Lecop, un gobierno, otro gobierno, importación, cerrada la importación y no podemos conseguir insumos para trabajar, momentos de depresión… Uno dice ‘en algún momento me van a dar dos cosas: o la escarapela al patriota o el diploma al pelotudo (sic)”.

“Amo la Argentina. Me encanta trabajar acá. Es el país que recibió a mis padres, y que mis padres hicieron todo lo que hicieron para llegar hasta donde estoy yo. Y seguimos trabajando para crecer, divirtiéndonos y disfrutando y compartiendo la alegría de poder diseñar. Lo que queremos es reglas claras”, concluyó Sarkany.

Ricky Sarkany, uno de los mayores exponentes del calzado a nivel nacional, analizó este domingo cómo es ser empresario en la Argentina. Durante su paso por Comunidad de Negocios (LN+), el referente de la moda ofreció su mirada respecto de la situación económica que afronta el país y cómo impacta en el rubro, el papel que cumple la presión impositiva al momento de elaborar y vender un producto, y como las “reglas de juego” pueden muchas veces no ser justas.

Durante su intercambio con José Del Rio, Sarkany se reconoció a sí mismo como “optimista por naturaleza”. “Tenemos todo por delante todo por hacer. Estoy convencido de que es así”, afirmó. A pesar de su positivismo, dijo que no es posible desconocer lo que ocurre en el día a día: “Es verdad que cuando subimos esa persiana, vemos el clima y hay cuestiones que no podemos manejar. Tenemos que adaptarnos… No puedo evitar que esté nublado y empiece a llover”.

En ese sentido, como primer consejo al empresariado, dijo que “hay que ser observadores de la realidad económica”. “Allí residen las oportunidades”, destacó. Habló también sobre un escenario de “incertidumbre” en la Argentina, que lo llevan a evaluar la implementación de distintas estrategias de acuerdo a lo que ocurra. Un ejemplo para Sarkany es la posible apertura de la economía. “Cuando veo que se empieza a abrir la economía, pienso tal vez en que voy a convertirme en el mejor importador del país. Y no me causa ninguna gracia. A mi me gustaría que el Estado me garantice las condiciones para competir contra el producto que viene de afuera. Sin embargo, con una apertura, eventualmente voy a tener que bajar la producción propia y concentrarme en importar un producto terminado”.

“Me considero una empresa pequeña, que trabaja con la clara decisión de disfrutar, sorprendernos y sorprender. Cada día se mezcla y se da una vez más. Pero del otro lado, nos gustaría que existan condiciones más claras. Si yo quiero pedirle a un proveedor que me fie, haga la mercadería que yo quiero, la produzca con la marca Sarkany, me la entregue, espere 30 días a que llegue a mía y a los 30 días yo le pague, díganme quién es porque eso no existe. No es justo. Si decimos libertad es equilibrio y equidad. Lo normal es que cada uno pueda hacer el negocio que uno quisiera con cualquier persona”, dijo para cerrar la idea.

A lo largo de la charla, el líder de la marca que lleva su apellido se metió en el debate por el traslado de los costos al producto final e hizo hincapié en el gran ancla impositiva a la que están atados quienes venden: “Cuando escucho que se hace un análisis de los costos… Si uno quiere ingresar al negocio y tener un local en un shopping, lo primero que tiene que hacer es pagar una llave. Una vez que pagó la llave, tiene que pagar la decoración. Durante ese período de dos meses tiene que pagar el alquiler y el fondo de publicidad. Una vez que lo tiene, tiene que llenarlo de mercadería, tomar el personal y capacitarlo. Tiene que hacer acciones comerciales. Y luego debe empezar a vender con ingresos brutos, retenciones a tarjetas, comisiones de ventas, etc. Hay que generar rentas altas, vender lo suficiente y terminar liquidando el sobrante. Cuando termina ese ejercicio, uno tiene que estar lo suficientemente empatado para pagar los sueldos y los impuestos”.

En ese sentido, compartió una dura reflexión que resume lo que es ser un empresario en la Argentina: “Esto que digo es una cosa que siempre contamos y nos reímos. Hemos pasado corralitos, patacones, Lecop, un gobierno, otro gobierno, importación, cerrada la importación y no podemos conseguir insumos para trabajar, momentos de depresión… Uno dice ‘en algún momento me van a dar dos cosas: o la escarapela al patriota o el diploma al pelotudo (sic)”.

“Amo la Argentina. Me encanta trabajar acá. Es el país que recibió a mis padres, y que mis padres hicieron todo lo que hicieron para llegar hasta donde estoy yo. Y seguimos trabajando para crecer, divirtiéndonos y disfrutando y compartiendo la alegría de poder diseñar. Lo que queremos es reglas claras”, concluyó Sarkany.

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