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Apertura del FIBA 2024: la ciudad “desconocida” que se ve desde las aguas y una noche con cuerpos en movimiento a la luz de la luna

Este viernes 18 de octubre se inició una nueva edición del Festival Internacional de Buenos Aires (FIBA); que organiza el gobierno porteño desde 1997. Para la primera jornada de este encuentro, que vuelve a ocupar la agenda de octubre, se programaron siete espectáculos a los que hay que sumar dos que aporta el Complejo Teatral de Buenos Aires. En lo que hace a la programación internacional, el foco principal de este festival -por el que en otros tiempos pasaron los grandes nombres de la escena del mundo- estuvo puesto sobre tres los montajes previstos para su apertura.

Al primero de ellos, la expresión teatral de “subir el telón” sencillamente no le aplica. Todo tiene una explicación. El que abrió la seguidilla de 20 obras internacionales que se presentarán hasta el domingo 27 de octubre fue El río/The River, de Alemania. Lo dirige Clément Layes, un intérprete y coreógrafo radicado en Berlín, en donde cofundó la compañía Public in Private, junto con Jasna L. Vinovrski. El eje de sus propuestas están relacionadas con observaciones sobre la vida cotidiana. Esta propuesta performática site specif ya tuvo sus versiones en bucólicos ríos europeos y ahora, hasta el martes y en diferentes horarios, lo locación es el Riachuelo, cuyo extenso recorrido volvió a ser navegable hace muy poco.

El punto de encuentro para El río/The River es el Teatro de la Ribera. Justo frente a la sala donada por Benito Quinquela Martín el equipo de producción entrega a los espectadores devenidos navegantes unos auriculares que cada uno activa ante una indicación de los anfitriones de El Galpón de Catalinas, sala y grupo emblema del barrio de la Boca. Una vez puesto en funcionamiento el audio, la voz inconfundible de Ingrid Pelicori se transforma en una especie de medium entre las distintas realidades históricas de los alrededores de la Vuelta de Rocha, el paisaje más reconocible de la zona ribereña. Ayer, a las 16, como en otra capa sonora se colaban el ruido de los turistas y la de los feriantes reclamando su pertenencia al lugar. Todo eso frente un río de color indescifrable, la naturaleza, los pájaros, la isla flotante de verde que imaginó el mismo Quinquela en medio de una decidida apuesta a la observación, de concentrarse en los detalles, en los imaginarios de brutal entorno que supo ser un puerto vital de otra Argentina.

Luego de esa instancia los espectadores/navegantes se suben a dos barcazas destinadas a la limpieza del Matanza/Riachuelo. No entran más de diez; todos con sus chalecos salvavidas y siempre cuidados y guiados por los encargados de una travesía de 40 minutos en total por esa verdadera ciudad oculta, fantasmagórica, desconocida. Es que los barquitos no encaran hacia la desembocadura con el Río de la Plata sino que navegan aguas arriba de río que apenas llega a divisarse desde la Vuelta de Rocha. En el recorrido se suceden viejos astilleros, edificios de viviendas abandonadas, los restos de verdaderos palacios industriales reciclados o fuera de funcionamiento hace décadas hasta llegar al deslumbrante puente Barraca-Peña, esa mole de hierro oxidados construido en 1913, convertido en un objeto escultórico de gran escala. Y, claro, a cada metro que van avanzando los barcos la naturaleza está dando pelea contra la contaminación constante. Belleza en medio de ese caos urbano de una ciudad industrial que ya no es, pero que está ahí.

Es tan potente el recorrido en sí mismo que el guion de El río/The River, aun con su intención de recuperar ese entramado del pasado articularlo con voces del presente en medio de una reflexión ambientalista, queda en un segundo plano más allá de sus nobles propósitos. Pero hay un punto incuestionable y hasta un tanto paradójico: son unos creadores europeos los que posibilitan (¿por primera vez?) descubrir a otra ciudad invisibilizada navegando por el mismo Riachuelo.

La belleza y el acto creativo

Más tarde, a las 18, la agenda internacional del primer día del FIBA tuvo un entorno mucho más reconocible: el Centro Cultural 25 de Mayo, pleno corazón de Villa Urquiza. Hasta este sábado 19 se presenta Muerte en Venecia (Interpretación libre de un diálogo entre miradas). Partiendo de la novela de Thomas Mann -aquella que en 1971 tuvo su versión cinematográfica dirigida por Luchino Visconti- el autor, director y artista italiano Liv Ferracchiati articula en escena tres lenguajes diferentes (la palabra, la danza y el video en vivo) para explorar “la relación que une la belleza con el acto creativo”, como apunta la misma información oficial.

Ferracchiati es un artista asociado del Piccolo Teatro de Milán, que obtuvo diversos premios con propuestas ligadas a la identidad de género. En escena también ese capa está presente en un trabajo en el que todo momento entran en juego los tres lenguajes en medio de un simple estructura escenográfica y la actuación del mismo creador junto a la actriz, bailarina y coreógrafa Alice Raffaelli. Son ellos mismos los que operan la cámara en escena. Pero de las tres capas que van conjugando, el texto ocupa un lugar central aunque un tanto difuso a nivel dramatúrgico. Luego de una muy lograda secuencia coreográfica, el encuentro/desencuentro entre esos dos personajes que se observan y se miden a la distancia se torna en un signo escénico de peso propio envolvente, de mayor contundencia escénica.

También de Italia proviene la compañía de danza contemporánea Spellbound, que está presentando en el FIBA tres obras diferentes. Ocho bailarines que son un canto a la juventud cerraron anoche la agenda de la jornada inaugural del festival en el Anfiteatro del Parque Centenario, con Forma mentis, de Jacopo Godani (coreógrafo, nacido en La Spezia, formado en Bruselas con Béjart y dueño de una carrera profesional que lo ha llevado a trabajar con importantes escuderías europeas como el Royal Ballet de Londres, el Neederlands Dans Theater, el Royal Danish Ballet, el Ballet de Flandes, el Ballet Nacional de Holanda, la Compañía Nacional de Danza de España hasta recalar en la de Dresden-Frankfurt).

Con un músico en vivo capturando la atención -y en varios tramos, también con su acordeón en el centro de la escena-, los intérpretes de esta pieza irrumpen como conjunto y abordan una sucesión de cuadros (grupos, dúos) en los que van explorando la sinuosidad de los cuerpos, recorriendo cada recodo, doblando y desdoblándose con plasticidad, en lo que presentan como un “manifiesto artístico”, que bien podría ser un mantra por lo reiterativo de las formas. Del fundador de Spellbound -elenco que está cumpliendo treinta años-, el coreógrafo Mauro Astolfi, se verá el sábado 19, también a las 20, en el mismo teatro al aire libre, otra pieza corta: el cuarteto de varones If you were a man. Y el domingo 20, a las 20, Vivaldiana, que obviamente reinterpreta pasajes del compositor barroco. A la danza le compite en directo otro espectáculo: el plenilunio de octubre. Una luna llena que, a pesar de su quietud, derrama energía para impulsar la vuelta a casa.

Este viernes 18 de octubre se inició una nueva edición del Festival Internacional de Buenos Aires (FIBA); que organiza el gobierno porteño desde 1997. Para la primera jornada de este encuentro, que vuelve a ocupar la agenda de octubre, se programaron siete espectáculos a los que hay que sumar dos que aporta el Complejo Teatral de Buenos Aires. En lo que hace a la programación internacional, el foco principal de este festival -por el que en otros tiempos pasaron los grandes nombres de la escena del mundo- estuvo puesto sobre tres los montajes previstos para su apertura.

Al primero de ellos, la expresión teatral de “subir el telón” sencillamente no le aplica. Todo tiene una explicación. El que abrió la seguidilla de 20 obras internacionales que se presentarán hasta el domingo 27 de octubre fue El río/The River, de Alemania. Lo dirige Clément Layes, un intérprete y coreógrafo radicado en Berlín, en donde cofundó la compañía Public in Private, junto con Jasna L. Vinovrski. El eje de sus propuestas están relacionadas con observaciones sobre la vida cotidiana. Esta propuesta performática site specif ya tuvo sus versiones en bucólicos ríos europeos y ahora, hasta el martes y en diferentes horarios, lo locación es el Riachuelo, cuyo extenso recorrido volvió a ser navegable hace muy poco.

El punto de encuentro para El río/The River es el Teatro de la Ribera. Justo frente a la sala donada por Benito Quinquela Martín el equipo de producción entrega a los espectadores devenidos navegantes unos auriculares que cada uno activa ante una indicación de los anfitriones de El Galpón de Catalinas, sala y grupo emblema del barrio de la Boca. Una vez puesto en funcionamiento el audio, la voz inconfundible de Ingrid Pelicori se transforma en una especie de medium entre las distintas realidades históricas de los alrededores de la Vuelta de Rocha, el paisaje más reconocible de la zona ribereña. Ayer, a las 16, como en otra capa sonora se colaban el ruido de los turistas y la de los feriantes reclamando su pertenencia al lugar. Todo eso frente un río de color indescifrable, la naturaleza, los pájaros, la isla flotante de verde que imaginó el mismo Quinquela en medio de una decidida apuesta a la observación, de concentrarse en los detalles, en los imaginarios de brutal entorno que supo ser un puerto vital de otra Argentina.

Luego de esa instancia los espectadores/navegantes se suben a dos barcazas destinadas a la limpieza del Matanza/Riachuelo. No entran más de diez; todos con sus chalecos salvavidas y siempre cuidados y guiados por los encargados de una travesía de 40 minutos en total por esa verdadera ciudad oculta, fantasmagórica, desconocida. Es que los barquitos no encaran hacia la desembocadura con el Río de la Plata sino que navegan aguas arriba de río que apenas llega a divisarse desde la Vuelta de Rocha. En el recorrido se suceden viejos astilleros, edificios de viviendas abandonadas, los restos de verdaderos palacios industriales reciclados o fuera de funcionamiento hace décadas hasta llegar al deslumbrante puente Barraca-Peña, esa mole de hierro oxidados construido en 1913, convertido en un objeto escultórico de gran escala. Y, claro, a cada metro que van avanzando los barcos la naturaleza está dando pelea contra la contaminación constante. Belleza en medio de ese caos urbano de una ciudad industrial que ya no es, pero que está ahí.

Es tan potente el recorrido en sí mismo que el guion de El río/The River, aun con su intención de recuperar ese entramado del pasado articularlo con voces del presente en medio de una reflexión ambientalista, queda en un segundo plano más allá de sus nobles propósitos. Pero hay un punto incuestionable y hasta un tanto paradójico: son unos creadores europeos los que posibilitan (¿por primera vez?) descubrir a otra ciudad invisibilizada navegando por el mismo Riachuelo.

La belleza y el acto creativo

Más tarde, a las 18, la agenda internacional del primer día del FIBA tuvo un entorno mucho más reconocible: el Centro Cultural 25 de Mayo, pleno corazón de Villa Urquiza. Hasta este sábado 19 se presenta Muerte en Venecia (Interpretación libre de un diálogo entre miradas). Partiendo de la novela de Thomas Mann -aquella que en 1971 tuvo su versión cinematográfica dirigida por Luchino Visconti- el autor, director y artista italiano Liv Ferracchiati articula en escena tres lenguajes diferentes (la palabra, la danza y el video en vivo) para explorar “la relación que une la belleza con el acto creativo”, como apunta la misma información oficial.

Ferracchiati es un artista asociado del Piccolo Teatro de Milán, que obtuvo diversos premios con propuestas ligadas a la identidad de género. En escena también ese capa está presente en un trabajo en el que todo momento entran en juego los tres lenguajes en medio de un simple estructura escenográfica y la actuación del mismo creador junto a la actriz, bailarina y coreógrafa Alice Raffaelli. Son ellos mismos los que operan la cámara en escena. Pero de las tres capas que van conjugando, el texto ocupa un lugar central aunque un tanto difuso a nivel dramatúrgico. Luego de una muy lograda secuencia coreográfica, el encuentro/desencuentro entre esos dos personajes que se observan y se miden a la distancia se torna en un signo escénico de peso propio envolvente, de mayor contundencia escénica.

También de Italia proviene la compañía de danza contemporánea Spellbound, que está presentando en el FIBA tres obras diferentes. Ocho bailarines que son un canto a la juventud cerraron anoche la agenda de la jornada inaugural del festival en el Anfiteatro del Parque Centenario, con Forma mentis, de Jacopo Godani (coreógrafo, nacido en La Spezia, formado en Bruselas con Béjart y dueño de una carrera profesional que lo ha llevado a trabajar con importantes escuderías europeas como el Royal Ballet de Londres, el Neederlands Dans Theater, el Royal Danish Ballet, el Ballet de Flandes, el Ballet Nacional de Holanda, la Compañía Nacional de Danza de España hasta recalar en la de Dresden-Frankfurt).

Con un músico en vivo capturando la atención -y en varios tramos, también con su acordeón en el centro de la escena-, los intérpretes de esta pieza irrumpen como conjunto y abordan una sucesión de cuadros (grupos, dúos) en los que van explorando la sinuosidad de los cuerpos, recorriendo cada recodo, doblando y desdoblándose con plasticidad, en lo que presentan como un “manifiesto artístico”, que bien podría ser un mantra por lo reiterativo de las formas. Del fundador de Spellbound -elenco que está cumpliendo treinta años-, el coreógrafo Mauro Astolfi, se verá el sábado 19, también a las 20, en el mismo teatro al aire libre, otra pieza corta: el cuarteto de varones If you were a man. Y el domingo 20, a las 20, Vivaldiana, que obviamente reinterpreta pasajes del compositor barroco. A la danza le compite en directo otro espectáculo: el plenilunio de octubre. Una luna llena que, a pesar de su quietud, derrama energía para impulsar la vuelta a casa.

 En la primera jornada del Festival Internacional de Buenos Aires el site specific El río/The River, una reinterpretación de Muerte en Venecia y una compañía de danza italiana fueron lo más destacado de la programación internacional  LA NACION

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