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La reunión de Victoria Villarruel con Francisco: gestos de cercanía, en una audiencia descontracturada

“Todavía vivo. ¿Y usted, sobrevive?”. De pie, con buen humor y un comentario informal que rápidamente se interpretó como una alusión a las intrigas internas que se viven a diario en la política argentina, el papa Francisco descontracturó de entrada el encuentro con la vicepresidenta Victoria Villarruel, quien se retiró más que conforme de la Biblioteca del Palacio Apostólico de la Santa Sede.

La gestualidad y cercanía con Villarruel aparecieron como un contraste con la relación más formal que el pontífice ha mostrado en su relación con el presidente Javier Milei en los diez meses que lleva el gobierno nacional.

Cambio en la Ley de Defensa: Petri anunció que se habilitará a las Fuerzas Armadas a controlar las zonas de frontera

Incluso, esos rasgos de familiaridad no se reflejaron públicamente en las reuniones que el Santo Padre mantuvo recientemente con el secretario de Culto y Civilización y hombre del riñón del Presidente, Nahuel Sotelo, también en el Palacio Apostólico, y con la ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello, en un reducto más informal, como la residencia de Santa Marta. Eso no implica que los temas sensibles hayan estado ausentes, pero en todos los casos se optó por mantener en reserva lo conversado.

La reunión con Pettovello, figura determinante en la política social del gobierno de La Libertad Avanza, quedó opacada por el encuentro que Francisco compartió en el cierre de esa misma semana con Juan Grabois y dirigentes de movimientos populares de todo el mundo. En esa ocasión, Francisco levantó la voz para reivindicar el valor de la justicia social y el combate a la pobreza, que en la Argentina alcanzó el 52,9% en las mediciones oficiales.

Distintas fuentes destacaron la buena sintonía del Papa en casi una hora de reunión con Villarruel. Incluso, le aconsejó “no aflojar” y “no perder el buen humor”. Una vez más, el Papa mostró conocer el escenario político argentino. Y ratificó el trato amable que especialmente dispensa a las mujeres cuando lo visitan, independientemente del credo político al que suscriben. Desde Villarruel, católica comprometida y de visión conservadora, hasta Angela Merkel, consagrada como una influyente socialdemócrata del viejo continente, y Giorgia Meloni, referente de la derecha europea de esta década, encontraron en Francisco gestos de amabilidad.

Ajustada al protocolo, Villarruel vistió de negro y usó una mantilla que perteneció a su abuela. Llegó de España, donde mantuvo una audiencia con el rey Felipe VI y disertó en la Conferencia Internacional de las Naciones Unidas sobre Víctimas del Terrorismo. Defensora de los derechos de las víctimas de la guerrilla y sus familiares a un reconocimiento por parte del Estado, este tema sensible a sus ideas y a su trayectoria en la vida política no apareció en la agenda con el Papa.

No habría de extrañar que la ausencia del tema del terrorismo respondiera a una decisión estratégica de no hacerla pública. Se trata de un asunto nada ajeno a las audiencias que hace más de una década mantuvo Villarruel en Buenos Aires con el entonces cardenal Jorge Bergoglio, cuando el kirchnerismo avanzaba con las denuncias por delitos de lesa humanidad contra los militares. Hoy la Santa Sede lleva adelante una causa de beatificación del coronel Argentino del Valle Larrabure, asesinado con alevosía por el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) en 1975, durante la vigencia de un gobierno constitucional. De los probables avances de esta causa canónica también se habría hablado en la reunión de Francisco con el secretario de Culto.

Otro argentino en proceso de beatificación es el empresario Enrique Shaw, fundador de la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE) y precursor de una visión de singular cercanía con los obreros, una mirada que se diferencia del modelo económico que pregona el presidente Milei. En julio pasado, ACDE pidió “no dejar a nadie en el camino ante una realidad que nos duele”.

Protocolo y “onda positiva”

De las imágenes que trascendieron de la reunión entre Francisco y Villarruel se trasluce la “onda positiva” que rodeó a la audiencia –así lo interpretaron cerca de la vicepresidenta– y se infiere que el Papa está al tanto de que Villarruel encarna en algunos aspectos una visión independiente de la que defiende Milei, a quien recibió en febrero en una reunión que se encuadró dentro de los carriles del protocolo.

La vicepresidenta no se salió del protocolo. Pero pareció dar muestras de que hablaba el mismo lenguaje que el Santo Padre, cuando este hizo referencia a la figura de Santo Tomás Moro, patrono de los gobernantes y de los políticos, y a la oración por la paz que transmitió al mundo durante la pandemia.

Villarruel se animó, incluso, a recitar en voz alta la oración del buen humor, redactada por Santo Tomás Moro y que el propio Francisco entregó en enero de 2020 al entonces presidente Alberto Fernández, como a otros jefes de Estado.

Fuentes cercanas a la vicepresidenta revelaron que ella destacó especialmente la calidez del trato. Un dato que la sorprendió es que Francisco la recibió de pie, pese a sus problemas de salud, como quedó reflejado en las imágenes difundidas del encuentro.

“Todavía vivo. ¿Y usted, sobrevive?”. De pie, con buen humor y un comentario informal que rápidamente se interpretó como una alusión a las intrigas internas que se viven a diario en la política argentina, el papa Francisco descontracturó de entrada el encuentro con la vicepresidenta Victoria Villarruel, quien se retiró más que conforme de la Biblioteca del Palacio Apostólico de la Santa Sede.

La gestualidad y cercanía con Villarruel aparecieron como un contraste con la relación más formal que el pontífice ha mostrado en su relación con el presidente Javier Milei en los diez meses que lleva el gobierno nacional.

Cambio en la Ley de Defensa: Petri anunció que se habilitará a las Fuerzas Armadas a controlar las zonas de frontera

Incluso, esos rasgos de familiaridad no se reflejaron públicamente en las reuniones que el Santo Padre mantuvo recientemente con el secretario de Culto y Civilización y hombre del riñón del Presidente, Nahuel Sotelo, también en el Palacio Apostólico, y con la ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello, en un reducto más informal, como la residencia de Santa Marta. Eso no implica que los temas sensibles hayan estado ausentes, pero en todos los casos se optó por mantener en reserva lo conversado.

La reunión con Pettovello, figura determinante en la política social del gobierno de La Libertad Avanza, quedó opacada por el encuentro que Francisco compartió en el cierre de esa misma semana con Juan Grabois y dirigentes de movimientos populares de todo el mundo. En esa ocasión, Francisco levantó la voz para reivindicar el valor de la justicia social y el combate a la pobreza, que en la Argentina alcanzó el 52,9% en las mediciones oficiales.

Distintas fuentes destacaron la buena sintonía del Papa en casi una hora de reunión con Villarruel. Incluso, le aconsejó “no aflojar” y “no perder el buen humor”. Una vez más, el Papa mostró conocer el escenario político argentino. Y ratificó el trato amable que especialmente dispensa a las mujeres cuando lo visitan, independientemente del credo político al que suscriben. Desde Villarruel, católica comprometida y de visión conservadora, hasta Angela Merkel, consagrada como una influyente socialdemócrata del viejo continente, y Giorgia Meloni, referente de la derecha europea de esta década, encontraron en Francisco gestos de amabilidad.

Ajustada al protocolo, Villarruel vistió de negro y usó una mantilla que perteneció a su abuela. Llegó de España, donde mantuvo una audiencia con el rey Felipe VI y disertó en la Conferencia Internacional de las Naciones Unidas sobre Víctimas del Terrorismo. Defensora de los derechos de las víctimas de la guerrilla y sus familiares a un reconocimiento por parte del Estado, este tema sensible a sus ideas y a su trayectoria en la vida política no apareció en la agenda con el Papa.

No habría de extrañar que la ausencia del tema del terrorismo respondiera a una decisión estratégica de no hacerla pública. Se trata de un asunto nada ajeno a las audiencias que hace más de una década mantuvo Villarruel en Buenos Aires con el entonces cardenal Jorge Bergoglio, cuando el kirchnerismo avanzaba con las denuncias por delitos de lesa humanidad contra los militares. Hoy la Santa Sede lleva adelante una causa de beatificación del coronel Argentino del Valle Larrabure, asesinado con alevosía por el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) en 1975, durante la vigencia de un gobierno constitucional. De los probables avances de esta causa canónica también se habría hablado en la reunión de Francisco con el secretario de Culto.

Otro argentino en proceso de beatificación es el empresario Enrique Shaw, fundador de la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE) y precursor de una visión de singular cercanía con los obreros, una mirada que se diferencia del modelo económico que pregona el presidente Milei. En julio pasado, ACDE pidió “no dejar a nadie en el camino ante una realidad que nos duele”.

Protocolo y “onda positiva”

De las imágenes que trascendieron de la reunión entre Francisco y Villarruel se trasluce la “onda positiva” que rodeó a la audiencia –así lo interpretaron cerca de la vicepresidenta– y se infiere que el Papa está al tanto de que Villarruel encarna en algunos aspectos una visión independiente de la que defiende Milei, a quien recibió en febrero en una reunión que se encuadró dentro de los carriles del protocolo.

La vicepresidenta no se salió del protocolo. Pero pareció dar muestras de que hablaba el mismo lenguaje que el Santo Padre, cuando este hizo referencia a la figura de Santo Tomás Moro, patrono de los gobernantes y de los políticos, y a la oración por la paz que transmitió al mundo durante la pandemia.

Villarruel se animó, incluso, a recitar en voz alta la oración del buen humor, redactada por Santo Tomás Moro y que el propio Francisco entregó en enero de 2020 al entonces presidente Alberto Fernández, como a otros jefes de Estado.

Fuentes cercanas a la vicepresidenta revelaron que ella destacó especialmente la calidez del trato. Un dato que la sorprendió es que Francisco la recibió de pie, pese a sus problemas de salud, como quedó reflejado en las imágenes difundidas del encuentro.

 La difusión expresa de comentarios informales refleja que el protocolo quedó en segundo plano; contrastes con el vínculo del Papa con el presidente Javier Milei; el delicado tema de las víctimas del terrorismo  LA NACION

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