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Entre polémicas, llegan los primeros migrantes a los centros de repatriación construidos por Meloni en Albania

ROMA.- En medio de polémicas, este miércoles finalmente llegarán a Albania, a bordo de una corbeta militar semi-vacía, los primeros 16 migrantes salvados en el mar -seis egipcios y diez bangladesíes que habían partido desde Libia- que ingresarán a dos flamantes centros de identificación y repatriación que fueron construidos en los últimos meses por Italia en Albania, fruto de un controvertido pacto sellado el año pasado por la primera ministra Giorgia Meloni y su par Edi Rama.

“Italia ha dado un buen ejemplo con la firma del Protocolo Italia-Albania para tramitar las solicitudes de asilo en territorio albanés, pero bajo jurisdicción italiana y europea“, dijo Meloni este martes, al hablar sobre el tema durante una sesión en el Senado en vista del Consejo Europeo del jueves y viernes. La premier confirmó que, aunque con retraso, ya están “operativos” los centros de migrantes del puerto de Shengjin y de la localidad de Gjader.

Aunque en territorio de Albania, uno de los países más pobres de Europa, que aspira a ingresar a la Unión Europea (UE), estos centros, tendrán jurisdicción italiana. En Shengjin Italia se ocupará de los trámites de desembarque e identificación de los migrantes; y en Gjader tendrá una estructura similar a los aquí llamados CPR (centro de permanencia y repatriación), que son virtuales cárceles. “Nos tomamos algo de tiempo extra para asegurarnos de que todo se hiciera de la mejor manera posible, pero estamos muy satisfechos con los resultados de este trabajo. Es un camino nuevo, valiente, sin precedentes, pero que refleja perfectamente el espíritu europeo y que tiene todo lo necesario para ser seguido también por otros países no pertenecientes a la UE”, destacó la primera ministra.

Su gobierno de derecha siempre tuvo como prioridad el combate a la inmigración ilegal y al negocio de los “scafisti” -los criminales que lucran con los viajes de cientos de miles de desesperados que aspiran a llegar a Europa-, y apuesta, con este nuevo sistema, a darle un giro drástico a la gestión de un tema dramático, nunca resuelto que representa un dolor de cabeza para toda la UE.

Más allá de los autoelogios de Meloni a estos dos nuevos centros para migrantes ubicados en Albania, algo sin precedente, la oposición puso el grito en el cielo. Si ya el año pasado, cuando se anunció, había tachado esta iniciativa como una “Guantánamo italiana”, en alusión a la cárcel que Estados Unidos tiene en la isla de Cuba, esta vez las críticas tuvieron que ver, sobre todo, con los altísimos costos de esta operación.

Al margen del dinero gastado en la construcción y puesta a punto de estos dos centros, la corbeta que lleva a los 16 migrantes -todos hombres adultos, sin enfermedades y provenientes de países seguros-, según destacó el gobierno de Meloni, viaja semivacía. Y el costo de su travesía de más de dos días desde aguas cercanas a la isla de Lampedusa hasta la costa de Albania tendrá costos superiores a 250.000 euros, es decir, 18.000 euros por migrante, según calculó el diario La Repubblica.

Elly Shlein, líder del Partido Democrático, el principal de la oposición de centroizquierda, denunció “el acuerdo de deportación” sellado por Meloni. “Derrocha casi 1000 millones de euros” de los contribuyentes italianos, en desprecio a los derechos fundamentales de las personas”, clamó.

“Nos encontramos ante una operación fea, cínica y costosa. La cuestión del centro para migrantes en Albania no se puede comentar de otra manera y se propone a nivel europeo como un laboratorio de todo lo que no se debe hacer”, denunció Pierfrancesco Majorino, responsable de políticas migratorias del PD. “Se socavarán los derechos humanos, se limitará la transparencia, se utilizarán casi mil millones de euros que podrían haberse destinado, por ejemplo, a la asistencia sanitaria italiana”, aseguró, al acusar a Meloni de estar realizando “una página horrenda en materia de gestión de políticas migratorias” y “una página para luchar en todos los sentidos”.

La prigione di Gjader, in Albania, fatta costruita dal nostro governo per deportarci i migranti raccolti in mare.

Mi vergogno di essere italiano. pic.twitter.com/BnGM9xHMVn

— Edoardo Buffoni (@EdoardoBuffoni) October 13, 2024

Le hicieron eco Riccardo Magi, de +Europa que directamente llamó los nuevos centros “colonias de detención para extranjeros en territorio de otro país” y Nicola Fratoianni, de la Alianza Verdes Izquierda, que pronosticó que se convertirán en “prisiones infernales”.

Pese a las críticas, lo cierto es que Meloni cuenta con el visto bueno de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. En un guiño a la premier italiana, la funcionaria hizo saber que apoya abiertamente “la idea de desarrollar centros de repatriación afuera de la UE” y consideró que con la puesta en marcha del protocolo Italia-Albania “podremos sacar lecciones prácticas”.

Von der Leyen, en efecto, tiene pensado proponer medidas experimentales para la gestión de los flujos migratorios y entre ellas también está la construcción de centros para la repatriación en países extra UE, parecidos al modelo implementado por Meloni en Albania. Aunque también quiere continuar con la línea de los acuerdos económicos con los países que suelen ser puntos de partida de los migrantes, como el que selló con Túnez y Libia, que contribuyeron a reducir este año en dos tercios el flujo en el Mediterráneo central.

ROMA.- En medio de polémicas, este miércoles finalmente llegarán a Albania, a bordo de una corbeta militar semi-vacía, los primeros 16 migrantes salvados en el mar -seis egipcios y diez bangladesíes que habían partido desde Libia- que ingresarán a dos flamantes centros de identificación y repatriación que fueron construidos en los últimos meses por Italia en Albania, fruto de un controvertido pacto sellado el año pasado por la primera ministra Giorgia Meloni y su par Edi Rama.

“Italia ha dado un buen ejemplo con la firma del Protocolo Italia-Albania para tramitar las solicitudes de asilo en territorio albanés, pero bajo jurisdicción italiana y europea“, dijo Meloni este martes, al hablar sobre el tema durante una sesión en el Senado en vista del Consejo Europeo del jueves y viernes. La premier confirmó que, aunque con retraso, ya están “operativos” los centros de migrantes del puerto de Shengjin y de la localidad de Gjader.

Aunque en territorio de Albania, uno de los países más pobres de Europa, que aspira a ingresar a la Unión Europea (UE), estos centros, tendrán jurisdicción italiana. En Shengjin Italia se ocupará de los trámites de desembarque e identificación de los migrantes; y en Gjader tendrá una estructura similar a los aquí llamados CPR (centro de permanencia y repatriación), que son virtuales cárceles. “Nos tomamos algo de tiempo extra para asegurarnos de que todo se hiciera de la mejor manera posible, pero estamos muy satisfechos con los resultados de este trabajo. Es un camino nuevo, valiente, sin precedentes, pero que refleja perfectamente el espíritu europeo y que tiene todo lo necesario para ser seguido también por otros países no pertenecientes a la UE”, destacó la primera ministra.

Su gobierno de derecha siempre tuvo como prioridad el combate a la inmigración ilegal y al negocio de los “scafisti” -los criminales que lucran con los viajes de cientos de miles de desesperados que aspiran a llegar a Europa-, y apuesta, con este nuevo sistema, a darle un giro drástico a la gestión de un tema dramático, nunca resuelto que representa un dolor de cabeza para toda la UE.

Más allá de los autoelogios de Meloni a estos dos nuevos centros para migrantes ubicados en Albania, algo sin precedente, la oposición puso el grito en el cielo. Si ya el año pasado, cuando se anunció, había tachado esta iniciativa como una “Guantánamo italiana”, en alusión a la cárcel que Estados Unidos tiene en la isla de Cuba, esta vez las críticas tuvieron que ver, sobre todo, con los altísimos costos de esta operación.

Al margen del dinero gastado en la construcción y puesta a punto de estos dos centros, la corbeta que lleva a los 16 migrantes -todos hombres adultos, sin enfermedades y provenientes de países seguros-, según destacó el gobierno de Meloni, viaja semivacía. Y el costo de su travesía de más de dos días desde aguas cercanas a la isla de Lampedusa hasta la costa de Albania tendrá costos superiores a 250.000 euros, es decir, 18.000 euros por migrante, según calculó el diario La Repubblica.

Elly Shlein, líder del Partido Democrático, el principal de la oposición de centroizquierda, denunció “el acuerdo de deportación” sellado por Meloni. “Derrocha casi 1000 millones de euros” de los contribuyentes italianos, en desprecio a los derechos fundamentales de las personas”, clamó.

“Nos encontramos ante una operación fea, cínica y costosa. La cuestión del centro para migrantes en Albania no se puede comentar de otra manera y se propone a nivel europeo como un laboratorio de todo lo que no se debe hacer”, denunció Pierfrancesco Majorino, responsable de políticas migratorias del PD. “Se socavarán los derechos humanos, se limitará la transparencia, se utilizarán casi mil millones de euros que podrían haberse destinado, por ejemplo, a la asistencia sanitaria italiana”, aseguró, al acusar a Meloni de estar realizando “una página horrenda en materia de gestión de políticas migratorias” y “una página para luchar en todos los sentidos”.

La prigione di Gjader, in Albania, fatta costruita dal nostro governo per deportarci i migranti raccolti in mare.

Mi vergogno di essere italiano. pic.twitter.com/BnGM9xHMVn

— Edoardo Buffoni (@EdoardoBuffoni) October 13, 2024

Le hicieron eco Riccardo Magi, de +Europa que directamente llamó los nuevos centros “colonias de detención para extranjeros en territorio de otro país” y Nicola Fratoianni, de la Alianza Verdes Izquierda, que pronosticó que se convertirán en “prisiones infernales”.

Pese a las críticas, lo cierto es que Meloni cuenta con el visto bueno de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. En un guiño a la premier italiana, la funcionaria hizo saber que apoya abiertamente “la idea de desarrollar centros de repatriación afuera de la UE” y consideró que con la puesta en marcha del protocolo Italia-Albania “podremos sacar lecciones prácticas”.

Von der Leyen, en efecto, tiene pensado proponer medidas experimentales para la gestión de los flujos migratorios y entre ellas también está la construcción de centros para la repatriación en países extra UE, parecidos al modelo implementado por Meloni en Albania. Aunque también quiere continuar con la línea de los acuerdos económicos con los países que suelen ser puntos de partida de los migrantes, como el que selló con Túnez y Libia, que contribuyeron a reducir este año en dos tercios el flujo en el Mediterráneo central.

 La primera ministra italiana destacó que se trata de “un camino nuevo, valiente, sin precedentes”, que cuenta con el aval de la Comisión Europea; la oposición denunció una operación de “deportación” costosísima que socava los derechos humanos  LA NACION

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