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El Palacio Piccardo, el edificio donde se fabricaron los cigarrillos 43, y hoy alberga un importante museo

La sede del Museo de Arte Moderno, MAMBA, en Avenida San Juan al 350, rescata la identidad de un espacio construido hace más de un siglo, situado en el casco histórico de Buenos Aires y a disposición de quienes gozan de las artes visuales surgidas a mediados del siglo pasado hasta las que emergen hoy.

Se trata de un edificio poderoso, consolidado en el paisaje urbano del sur porteño desde su reinauguración, en su ubicación liminar entre San Telmo y Barracas, en 2010. Una de las maravillas del lugar es el contrapunto inesperado entre su frente antiguo de ladrillos anaranjados con aberturas de hierro y su interior despojado, de un blanco inmaculado.

El proyecto de rediseño lo realizó el arquitecto Emilio Ambasz, a fines de 1990, respetando las líneas principales de 1918 y transformándolo en un sitio de plena contemporaneidad. Ambasz fue el autor de la emblemática silla vertebra (1974/5) incluida en las colecciones del MOMA neoyorquino, donde fue curador muchos años.

Una antigua fábrica

Mucho antes de su destino de arte, en un tiempo remoto en que nadie hablaba de los daños que causa fumar, el lugar fue la fábrica de los cigarrillos 43, de Piccardo y Cía.

La compañía fue fundada en 1898 por los inquietos Juan L. Piccardo y Juan Oneto, sin imaginar que, en el futuro, su negocio no negaría el ocio sino que sería un emplazamiento para el mejor de ellos: la contemplación del arte.

En solo veinte años se convirtió en la empresa cigarrera más poderosa de la Argentina y enfrentó al “Trust” que se conformó en 1911, cuando se creó la C.A.T (Compañía Argentina de Tabacos), una firma de capitales ingleses que adquirió a varias tabacaleras locales.

En 1912, y por decreto el presidente Roque Sáenz Peña creó la Compañía Nacional de Tabaco. Y al año siguiente, mediante un acuerdo con la BAT (British American Tobacco), la filial The Argentine Tobacco Company inició la importación de tabaco británico. Lanzaron los cigarrillos Pour la Noblesse que se convirtieron en un éxito comercial.

Para 1926 ya tenían una importante fábrica en la calle Puán (actual sede la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA). Durante el gobierno del Gral Agustín P. Justo, en 1930, un decreto prohibió el uso del término “Nacional” en las compañías. Así, en 1933, y tras traspasar el mando de la Compañía Nacional de Tabaco a la BAT, la empresa pasó a ser conocida como Compañía Nobleza de Tabaco, en alusión a su marca más célebre.

En 1977, se acordó la fusión de Piccardo con Nobleza, creándose la compañía Nobleza Piccardo SAICyF. La BAT asumió el control total, con un 70% del capital.

Un museo de vanguardia

“Un museo que escucha, permeable y poroso a las inquietudes de los artistas y de los distintos públicos”, lo considera ahora su directora Victoria Noorthoorn, al referirse a la institución, que originalmente fue una planta industrial de estilo italianizante. Noorthoon es licenciada en Historia del Arte por la Universidad de Buenos Aires con un Master of Arts in Curatorial Studies en el Bard College de New York. Fue curadora de la 11ª Bienal de Lyon, coordinadora del International Program del MoMA de New York y curadora del Malba, entre otras tareas.

Con ladrillo visto y el frescor de la vegetación en la fachada, el espacio cuenta con subsuelos que no existían originalmente, para archivo, biblioteca y muestras. En un sector estratégico, se recuperaron y preservan los restos arqueológicos de la Casa del Naranjo, una de las viviendas más antiguas de la ciudad. Hoy, además de la belleza de las obras de León Ferrari, Sergio De Loof, Antonio Berni y Marta Minujín, entre otros cientos de artistas, puede verse Ofrenda, la primera exposición individual en un museo de la artista Celina Eceiza (Tandil, 1988), un ambicioso proyecto inmersivo que combina teñido, batik, patchwork, collage, yeso y pastel aplicado sobre grandes telas.

Mariana Capurro, del área de Educación cuenta que “el museo fue reconocido con la distinción Directrices de Accesibilidad, otorgada por el Sistema Argentino de Calidad Turística, por su voluntad de eliminar distintos tipos de barreras y así lograr que todos sus visitantes puedan disfrutar de la experiencia que brindan sus salas”. El trabajo sobre accesibilidad, que comienza en el inicio de cualquier visita que se realice al edificio, lo convierte en una entidad líder en garantizar el derecho de las personas con discapacidad a participar de las experiencias que allí se despliegan.

Al MAMBA lo fundó el 11 de abril de 1956 el abogado, poeta y crítico del diario La Nación Rafael Squirru, quien lo pensó como un lugar de vanguardia para las artes plásticas, la fotografía y el diseño. “El museo soy yo”, decía ante la falta de espacio propio. Es que la institución tuvo una vida itinerante al comienzo, hasta que, en los 60, pudo arribar al Teatro General San Martín y mucho después a su actual emplazamiento.

Aunque la sede actual se definió en 1986, el proceso de transformación del Palacio Piccardo comenzó recién en 1997. Los cimientos de la Casa del Naranjo se sitúan en la base del Auditorio y se ven a través de un vidrio. Corresponden a una construcción del final del siglo XVIII, la época colonial, que se encontró íntegra. Se ejecutó una bandeja de hormigón para excavar y sostener los restos a través de un sistema de pilotaje, con vigas de medianera a medianera. Esta tarea la dirigió en el inicio el arquitecto Daniel Schávelzon y, en 2010, arqueólogos especialistas los restauraron, diseñando vitrinas transitables con paneles de vidrio reforzado, una iluminación adecuada y un sistema de ventilación apropiado.

Por allí, parecen sobrevolar los fantasmas de los trabajadores del pasado, perfumando a su paso las salas con el aroma del tabaco, custodiando instalaciones, libros y esculturas, escondidos como ángeles y serafines detrás de los marcos de las pinturas.

MAMBA. Av. San Juan 350, CABA. Lunes, miércoles, jueves y viernes de 11 a 19. Sábados, domingos y feriados, de 11 a 20. $2500 para residentes, $5000 para Mercosur y $10.000 para extranjeros. Jubilados, menores de 12 años y personas con discapacidad y acompañante, sin cargo.

La sede del Museo de Arte Moderno, MAMBA, en Avenida San Juan al 350, rescata la identidad de un espacio construido hace más de un siglo, situado en el casco histórico de Buenos Aires y a disposición de quienes gozan de las artes visuales surgidas a mediados del siglo pasado hasta las que emergen hoy.

Se trata de un edificio poderoso, consolidado en el paisaje urbano del sur porteño desde su reinauguración, en su ubicación liminar entre San Telmo y Barracas, en 2010. Una de las maravillas del lugar es el contrapunto inesperado entre su frente antiguo de ladrillos anaranjados con aberturas de hierro y su interior despojado, de un blanco inmaculado.

El proyecto de rediseño lo realizó el arquitecto Emilio Ambasz, a fines de 1990, respetando las líneas principales de 1918 y transformándolo en un sitio de plena contemporaneidad. Ambasz fue el autor de la emblemática silla vertebra (1974/5) incluida en las colecciones del MOMA neoyorquino, donde fue curador muchos años.

Una antigua fábrica

Mucho antes de su destino de arte, en un tiempo remoto en que nadie hablaba de los daños que causa fumar, el lugar fue la fábrica de los cigarrillos 43, de Piccardo y Cía.

La compañía fue fundada en 1898 por los inquietos Juan L. Piccardo y Juan Oneto, sin imaginar que, en el futuro, su negocio no negaría el ocio sino que sería un emplazamiento para el mejor de ellos: la contemplación del arte.

En solo veinte años se convirtió en la empresa cigarrera más poderosa de la Argentina y enfrentó al “Trust” que se conformó en 1911, cuando se creó la C.A.T (Compañía Argentina de Tabacos), una firma de capitales ingleses que adquirió a varias tabacaleras locales.

En 1912, y por decreto el presidente Roque Sáenz Peña creó la Compañía Nacional de Tabaco. Y al año siguiente, mediante un acuerdo con la BAT (British American Tobacco), la filial The Argentine Tobacco Company inició la importación de tabaco británico. Lanzaron los cigarrillos Pour la Noblesse que se convirtieron en un éxito comercial.

Para 1926 ya tenían una importante fábrica en la calle Puán (actual sede la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA). Durante el gobierno del Gral Agustín P. Justo, en 1930, un decreto prohibió el uso del término “Nacional” en las compañías. Así, en 1933, y tras traspasar el mando de la Compañía Nacional de Tabaco a la BAT, la empresa pasó a ser conocida como Compañía Nobleza de Tabaco, en alusión a su marca más célebre.

En 1977, se acordó la fusión de Piccardo con Nobleza, creándose la compañía Nobleza Piccardo SAICyF. La BAT asumió el control total, con un 70% del capital.

Un museo de vanguardia

“Un museo que escucha, permeable y poroso a las inquietudes de los artistas y de los distintos públicos”, lo considera ahora su directora Victoria Noorthoorn, al referirse a la institución, que originalmente fue una planta industrial de estilo italianizante. Noorthoon es licenciada en Historia del Arte por la Universidad de Buenos Aires con un Master of Arts in Curatorial Studies en el Bard College de New York. Fue curadora de la 11ª Bienal de Lyon, coordinadora del International Program del MoMA de New York y curadora del Malba, entre otras tareas.

Con ladrillo visto y el frescor de la vegetación en la fachada, el espacio cuenta con subsuelos que no existían originalmente, para archivo, biblioteca y muestras. En un sector estratégico, se recuperaron y preservan los restos arqueológicos de la Casa del Naranjo, una de las viviendas más antiguas de la ciudad. Hoy, además de la belleza de las obras de León Ferrari, Sergio De Loof, Antonio Berni y Marta Minujín, entre otros cientos de artistas, puede verse Ofrenda, la primera exposición individual en un museo de la artista Celina Eceiza (Tandil, 1988), un ambicioso proyecto inmersivo que combina teñido, batik, patchwork, collage, yeso y pastel aplicado sobre grandes telas.

Mariana Capurro, del área de Educación cuenta que “el museo fue reconocido con la distinción Directrices de Accesibilidad, otorgada por el Sistema Argentino de Calidad Turística, por su voluntad de eliminar distintos tipos de barreras y así lograr que todos sus visitantes puedan disfrutar de la experiencia que brindan sus salas”. El trabajo sobre accesibilidad, que comienza en el inicio de cualquier visita que se realice al edificio, lo convierte en una entidad líder en garantizar el derecho de las personas con discapacidad a participar de las experiencias que allí se despliegan.

Al MAMBA lo fundó el 11 de abril de 1956 el abogado, poeta y crítico del diario La Nación Rafael Squirru, quien lo pensó como un lugar de vanguardia para las artes plásticas, la fotografía y el diseño. “El museo soy yo”, decía ante la falta de espacio propio. Es que la institución tuvo una vida itinerante al comienzo, hasta que, en los 60, pudo arribar al Teatro General San Martín y mucho después a su actual emplazamiento.

Aunque la sede actual se definió en 1986, el proceso de transformación del Palacio Piccardo comenzó recién en 1997. Los cimientos de la Casa del Naranjo se sitúan en la base del Auditorio y se ven a través de un vidrio. Corresponden a una construcción del final del siglo XVIII, la época colonial, que se encontró íntegra. Se ejecutó una bandeja de hormigón para excavar y sostener los restos a través de un sistema de pilotaje, con vigas de medianera a medianera. Esta tarea la dirigió en el inicio el arquitecto Daniel Schávelzon y, en 2010, arqueólogos especialistas los restauraron, diseñando vitrinas transitables con paneles de vidrio reforzado, una iluminación adecuada y un sistema de ventilación apropiado.

Por allí, parecen sobrevolar los fantasmas de los trabajadores del pasado, perfumando a su paso las salas con el aroma del tabaco, custodiando instalaciones, libros y esculturas, escondidos como ángeles y serafines detrás de los marcos de las pinturas.

MAMBA. Av. San Juan 350, CABA. Lunes, miércoles, jueves y viernes de 11 a 19. Sábados, domingos y feriados, de 11 a 20. $2500 para residentes, $5000 para Mercosur y $10.000 para extranjeros. Jubilados, menores de 12 años y personas con discapacidad y acompañante, sin cargo.

 En Av. San Juan 350, el edificio con gran frente ladrillero terminó siendo depósito antes de convertirse en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires.  LA NACION

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