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Tienen 34 y 26 años, son los hijos de un famoso actor, comparten una pasión y afirman: “Estamos unidos por el mismo hilo”

Desde hace algún tiempo, Juan Palomino (62) está atrapado en la escritura de un texto cuyo género aún no define. Se convierta en documental teatral o un biodrama, el actor ya imagina el latido de ese escrito; sabe qué música y qué sonidos lo atravesarán; imagina en qué tipo de escenario sueña verlo y, por supuesto, quiénes serán los personajes: su abuelo Santiago y su padre José, ambos nacidos en Perú; él mismo Juan, nacido en la Argentina, y sus tres hijos, Sofía, Aarón y Floriana (34, 26 y 20, respectivamente). “Se llamará Todas las sangres. En un momento en el cual todas identidades se diluyen y todos parecemos lo mismo, yo siento que quiero hablar de identidad. Mi historia tiene muchos colores: si bien nací en La Plata, viví mi niñez y adolescencia en Perú, que es un territorio tan hermoso como desigual. Soy argentino y tengo mi parte nativa, de ese país de los cholos, los aymaras, quechuas y chancas… Y, con las madres de mis hijos, Adriana Ferrer, Sabrina Kirzner y Lucía Robirosa, sumé las identidades italianas, judías y croatas al ADN Palomino”, dice Juan a ¡HOLA! Argentina en una entrevista que se realizó sin la presencia de Floriana, que vive en Brasil con su mamá. Y ¿cuál es el ADN Palomino? Miradas, genealogías, emoción, creatividad e intensidad y, fundamentalmente, intuición que se mezcla y que vibra en una misma frecuencia.

-Y todos los Palomino tienen, además, ADN de actuación.

Juan: Empezando por mi papá, José… Mis tres hijos están unidos por el mismo hilo: Adriana, la mamá de Sofía es actriz; Sabrina, la mamá de Aarón fue jefa de casting de Pol-Ka y su tío, Adrián Suar, actor y productor; Lucila, una maquilladora de series y películas, como por ejemplo, El secreto de sus ojos o Cuento chino, entre otras. Todos crecieron en un universo de sets de televisión o rodajes.

Sofía: Fui la primera hija… el primer experimento de unos padres jóvenes y enamorados de su profesión [Se ríe]. Participé de reuniones larguísimas, fiestas de fin de rodaje, de dormir en los camarines de los teatros; tuve más vida nocturna que Aarón y Flori. Eso sí… lo que no me gustaba eran las fanáticas del Juan Palomino galán. Cuando yo tenía 5 o 6 años, las mujeres se le tiraban encima a papá. Ahora, cuando lo recuerdo me río, pero era insoportable. En eventos o rifas del colegio, todas las madres se le tiraban encima. Cada vez que iba a la casa de una compañerita, nunca faltaba una madre que me preguntara “¿Va a venir tu papá?”. Imposible que me llevara al cine…

Juan: ¡Eso fue un momento particular: el boom de la televisión en los ‘90! Lo que yo vivía era un tironeo. Por un lado, yo no quería dejar de hacer la vida que siempre había hecho: viajar en subte, caminar por la calle o ir al cine con mi hija; y, por el otro, pasaba todo ese lío.

Aarón: No agarré la época de Rolling Stone de Juan Palomino [Se ríe]. Casi que me crie en Pol-ka: cuando voy, hasta los técnicos me dicen “Uy, te conocemos desde chiquito”. A los 10 años, yo ya estudiaba teatro con Hugo Midón; dejé y luego, retomé. El bichito me ya había picado. Siempre me gustó acompañar a papá a los sets de televisión y al teatro. De él heredé la observación; y soy intuitivo a la hora de actuar, bien de la Palomino school.

Sofía: Muchos dicen que Aarón es muy parecido a papá cuando era más joven: en el físico y en muchos gestos. A veces, en broma, el decimos es el heredero del galán [Se ríe]. Cuando cada uno de nosotros, cada uno en diferente momento, le contó que quería dedicarse a lo mismo que él, a los tres nos advirtió que era un mundo difícil, pero que nos bancaba a full. A todos nos preguntó “¿Vos querés ser actor para contar historias o querés ser famoso?”.

Juan: Es que hay un abismo entre elegir uno y otro camino. Mi papá me empujó a estudiar teatro, pero no a ser actor. “Ningún actor vive de su profesión”, me dijo él, que estaba convencido de que iba a contribuir a mi fracaso. Yo, en cambio, redoblé la apuesta: “Voy a vivir de mi profesión”, le contesté. Si un padre te acorrala de esa manera, puede ser traumático…

-¿Suelen pedirle consejos a su padre?

Aarón: A mí, su opinión me importa. El año pasado, hicimos juntos Buenos chicos [una telenovela producida por Pol-ka para El Trece]. Era la primera vez que trabajaba con él en la televisión y me puse un poco nervioso. Después me solté.

Juan: Cuando hicimos el corto La misma mirada y Aarón me pedía una opinión, lo único que yo le dije fue “Vos confiá”. No soy un actor de método, sino uno intuitivo: soy cero obsesivo; me dejo llevar. Por eso, nunca podría hacerles comentarios del tipo “Mejor, hacé las cosas así”. [Se queda pensando]. Más allá de lo actoral, creo que he sido el padre que pude, con muchas fallas. Pero también hice cosas buenas: cuando veo a mis hijos, con sus espíritus inquietos, tan auténticos y bien parados, construyendo cada uno lo suyo, no puedo más que emocionarme.

-Sofía, Aarón y Floriana han vivido cada uno con sus respectivas madres. ¿Cómo lograron el lazo de hermandad que tienen?

Sofía: Es verdad, nunca vivimos los tres juntos, pero conformamos una hermandad con una relación increíble. Cuando Aarón era chiquito, me acuerdo de dormirlo, de cambiarlo… Él sigue siendo mi hermanito. Cuando éramos más chicas, con Flori no nos veíamos tanto, pero ahora tenemos un vínculo espectacular. Fue papá fue el que hizo ese trabajo. Fue artesanal y constante. Desde que éramos chicos, él generó encuentros con toda la familia: los almuerzos los fines de semana, la visita a mi abuelo José, que vive desde hace años en la Casa del Teatro….

Juan: Para mí, gran parte del mérito lo tienen Adriana, Sabrina y Lucila, las madres de los chicos. Porque, de haber habido algún tipo de resentimiento o enojo, el vínculo entre los hermanos no sería el que es hoy. No es fácil estar en la logística de un hombre que ya tiene una hija, un hijo y una hija con mujeres diferentes. Pero armamos este modelo de diferentes crianzas gracias a esas distintas madres, que fueron cariñosas y respetuosas. [Desde hace cinco años, Palomino está en pareja con la artista Charo Bogarín].

Aarón: Si bien ahora todos somos más grandes y es más difícil que estemos disponibles por el trabajo de cada uno, siempre estamos presentes en los momentos importantes: fuimos en bloque ver Cine Herida [la obra de teatro de Sofía] o al estreno de El placer es mío [en la película, que resultó ganadora del Bafici, Sofía hizo la dirección de actores], a ver Cartas para Julio o Sinvergüenzas [las obras de teatro que, en este momento, hace Juan] o la alentamos a Floriana desde acá. Ella empezó trabajando en festivales de cine y ahora se dio cuenta de que le gusta escribir, dirigir y producir: hizo Golpe de Amor [el primer cortometraje que realizó para la facultad de Cine de Río de Janeiro]. Cuando hice Votemos [Aarón hizo un reemplazo de su primo, Tomás Kirzner], obvio que vinieron todos. Nos damos consejos y nos ayudamos: cada vez que tengo que hacer castings, le pido ayuda a Sofía. Ella, que también es docente y ahora se está metiendo en la dirección, siempre tiene la mirada justa. Y ahora vamos a irnos juntos a Perú.

-¿Va a ser el primer viaje que hagan juntos?

Sofía: En alguno de nuestros encuentros, hace años, papá tiró “¿Y si nos vamos los cuatro a Perú?”. Y se fue convirtiendo en una fantasía compartida. Si bien yo fui a Perú a los siete años para pasar Navidad y Año Nuevo, soñaba con volver de grande. Será otro Perú.

Aarón: Serán diez días, en el mes de noviembre. Y, para todos, es un proyecto que nos tiene a todos muy enganchados. Y, a la vez, va a ser un desafío porque será un viaje con nosotros ya crecidos…

Juan: Cada uno va a tener que tener paciencia y poner la mejor onda. Todos sabemos con qué bueyes aramos [Se ríe]. Será un recorrido turístico, gastronómico, pero también ancestral. El plan es ir a Machu Picchu, a Aguas Calientes y, por supuesto, a Cuzco, que es donde yo viví hasta mis dieciséis años. Siento la necesidad de que mis hijos conozcan la casa en la que viví, el jardín en donde jugué, la fábrica de jabones que tenía mi abuelo… Será un viaje para que entiendan de dónde vienen algunas cosas mías, desde mi mirada hasta aquello que me conmueve o lo que me rebela. En fin, mi identidad, mi ADN, que también es el de ellos.

Producción: Paola Reyes

Maquillaje y peinado @natalipomasonccomkp para @sebastiancorreaestudio

Agradecimientos: @casachicoficial, @toche.ar, @oggizapatos y @galohandmade

Desde hace algún tiempo, Juan Palomino (62) está atrapado en la escritura de un texto cuyo género aún no define. Se convierta en documental teatral o un biodrama, el actor ya imagina el latido de ese escrito; sabe qué música y qué sonidos lo atravesarán; imagina en qué tipo de escenario sueña verlo y, por supuesto, quiénes serán los personajes: su abuelo Santiago y su padre José, ambos nacidos en Perú; él mismo Juan, nacido en la Argentina, y sus tres hijos, Sofía, Aarón y Floriana (34, 26 y 20, respectivamente). “Se llamará Todas las sangres. En un momento en el cual todas identidades se diluyen y todos parecemos lo mismo, yo siento que quiero hablar de identidad. Mi historia tiene muchos colores: si bien nací en La Plata, viví mi niñez y adolescencia en Perú, que es un territorio tan hermoso como desigual. Soy argentino y tengo mi parte nativa, de ese país de los cholos, los aymaras, quechuas y chancas… Y, con las madres de mis hijos, Adriana Ferrer, Sabrina Kirzner y Lucía Robirosa, sumé las identidades italianas, judías y croatas al ADN Palomino”, dice Juan a ¡HOLA! Argentina en una entrevista que se realizó sin la presencia de Floriana, que vive en Brasil con su mamá. Y ¿cuál es el ADN Palomino? Miradas, genealogías, emoción, creatividad e intensidad y, fundamentalmente, intuición que se mezcla y que vibra en una misma frecuencia.

-Y todos los Palomino tienen, además, ADN de actuación.

Juan: Empezando por mi papá, José… Mis tres hijos están unidos por el mismo hilo: Adriana, la mamá de Sofía es actriz; Sabrina, la mamá de Aarón fue jefa de casting de Pol-Ka y su tío, Adrián Suar, actor y productor; Lucila, una maquilladora de series y películas, como por ejemplo, El secreto de sus ojos o Cuento chino, entre otras. Todos crecieron en un universo de sets de televisión o rodajes.

Sofía: Fui la primera hija… el primer experimento de unos padres jóvenes y enamorados de su profesión [Se ríe]. Participé de reuniones larguísimas, fiestas de fin de rodaje, de dormir en los camarines de los teatros; tuve más vida nocturna que Aarón y Flori. Eso sí… lo que no me gustaba eran las fanáticas del Juan Palomino galán. Cuando yo tenía 5 o 6 años, las mujeres se le tiraban encima a papá. Ahora, cuando lo recuerdo me río, pero era insoportable. En eventos o rifas del colegio, todas las madres se le tiraban encima. Cada vez que iba a la casa de una compañerita, nunca faltaba una madre que me preguntara “¿Va a venir tu papá?”. Imposible que me llevara al cine…

Juan: ¡Eso fue un momento particular: el boom de la televisión en los ‘90! Lo que yo vivía era un tironeo. Por un lado, yo no quería dejar de hacer la vida que siempre había hecho: viajar en subte, caminar por la calle o ir al cine con mi hija; y, por el otro, pasaba todo ese lío.

Aarón: No agarré la época de Rolling Stone de Juan Palomino [Se ríe]. Casi que me crie en Pol-ka: cuando voy, hasta los técnicos me dicen “Uy, te conocemos desde chiquito”. A los 10 años, yo ya estudiaba teatro con Hugo Midón; dejé y luego, retomé. El bichito me ya había picado. Siempre me gustó acompañar a papá a los sets de televisión y al teatro. De él heredé la observación; y soy intuitivo a la hora de actuar, bien de la Palomino school.

Sofía: Muchos dicen que Aarón es muy parecido a papá cuando era más joven: en el físico y en muchos gestos. A veces, en broma, el decimos es el heredero del galán [Se ríe]. Cuando cada uno de nosotros, cada uno en diferente momento, le contó que quería dedicarse a lo mismo que él, a los tres nos advirtió que era un mundo difícil, pero que nos bancaba a full. A todos nos preguntó “¿Vos querés ser actor para contar historias o querés ser famoso?”.

Juan: Es que hay un abismo entre elegir uno y otro camino. Mi papá me empujó a estudiar teatro, pero no a ser actor. “Ningún actor vive de su profesión”, me dijo él, que estaba convencido de que iba a contribuir a mi fracaso. Yo, en cambio, redoblé la apuesta: “Voy a vivir de mi profesión”, le contesté. Si un padre te acorrala de esa manera, puede ser traumático…

-¿Suelen pedirle consejos a su padre?

Aarón: A mí, su opinión me importa. El año pasado, hicimos juntos Buenos chicos [una telenovela producida por Pol-ka para El Trece]. Era la primera vez que trabajaba con él en la televisión y me puse un poco nervioso. Después me solté.

Juan: Cuando hicimos el corto La misma mirada y Aarón me pedía una opinión, lo único que yo le dije fue “Vos confiá”. No soy un actor de método, sino uno intuitivo: soy cero obsesivo; me dejo llevar. Por eso, nunca podría hacerles comentarios del tipo “Mejor, hacé las cosas así”. [Se queda pensando]. Más allá de lo actoral, creo que he sido el padre que pude, con muchas fallas. Pero también hice cosas buenas: cuando veo a mis hijos, con sus espíritus inquietos, tan auténticos y bien parados, construyendo cada uno lo suyo, no puedo más que emocionarme.

-Sofía, Aarón y Floriana han vivido cada uno con sus respectivas madres. ¿Cómo lograron el lazo de hermandad que tienen?

Sofía: Es verdad, nunca vivimos los tres juntos, pero conformamos una hermandad con una relación increíble. Cuando Aarón era chiquito, me acuerdo de dormirlo, de cambiarlo… Él sigue siendo mi hermanito. Cuando éramos más chicas, con Flori no nos veíamos tanto, pero ahora tenemos un vínculo espectacular. Fue papá fue el que hizo ese trabajo. Fue artesanal y constante. Desde que éramos chicos, él generó encuentros con toda la familia: los almuerzos los fines de semana, la visita a mi abuelo José, que vive desde hace años en la Casa del Teatro….

Juan: Para mí, gran parte del mérito lo tienen Adriana, Sabrina y Lucila, las madres de los chicos. Porque, de haber habido algún tipo de resentimiento o enojo, el vínculo entre los hermanos no sería el que es hoy. No es fácil estar en la logística de un hombre que ya tiene una hija, un hijo y una hija con mujeres diferentes. Pero armamos este modelo de diferentes crianzas gracias a esas distintas madres, que fueron cariñosas y respetuosas. [Desde hace cinco años, Palomino está en pareja con la artista Charo Bogarín].

Aarón: Si bien ahora todos somos más grandes y es más difícil que estemos disponibles por el trabajo de cada uno, siempre estamos presentes en los momentos importantes: fuimos en bloque ver Cine Herida [la obra de teatro de Sofía] o al estreno de El placer es mío [en la película, que resultó ganadora del Bafici, Sofía hizo la dirección de actores], a ver Cartas para Julio o Sinvergüenzas [las obras de teatro que, en este momento, hace Juan] o la alentamos a Floriana desde acá. Ella empezó trabajando en festivales de cine y ahora se dio cuenta de que le gusta escribir, dirigir y producir: hizo Golpe de Amor [el primer cortometraje que realizó para la facultad de Cine de Río de Janeiro]. Cuando hice Votemos [Aarón hizo un reemplazo de su primo, Tomás Kirzner], obvio que vinieron todos. Nos damos consejos y nos ayudamos: cada vez que tengo que hacer castings, le pido ayuda a Sofía. Ella, que también es docente y ahora se está metiendo en la dirección, siempre tiene la mirada justa. Y ahora vamos a irnos juntos a Perú.

-¿Va a ser el primer viaje que hagan juntos?

Sofía: En alguno de nuestros encuentros, hace años, papá tiró “¿Y si nos vamos los cuatro a Perú?”. Y se fue convirtiendo en una fantasía compartida. Si bien yo fui a Perú a los siete años para pasar Navidad y Año Nuevo, soñaba con volver de grande. Será otro Perú.

Aarón: Serán diez días, en el mes de noviembre. Y, para todos, es un proyecto que nos tiene a todos muy enganchados. Y, a la vez, va a ser un desafío porque será un viaje con nosotros ya crecidos…

Juan: Cada uno va a tener que tener paciencia y poner la mejor onda. Todos sabemos con qué bueyes aramos [Se ríe]. Será un recorrido turístico, gastronómico, pero también ancestral. El plan es ir a Machu Picchu, a Aguas Calientes y, por supuesto, a Cuzco, que es donde yo viví hasta mis dieciséis años. Siento la necesidad de que mis hijos conozcan la casa en la que viví, el jardín en donde jugué, la fábrica de jabones que tenía mi abuelo… Será un viaje para que entiendan de dónde vienen algunas cosas mías, desde mi mirada hasta aquello que me conmueve o lo que me rebela. En fin, mi identidad, mi ADN, que también es el de ellos.

Producción: Paola Reyes

Maquillaje y peinado @natalipomasonccomkp para @sebastiancorreaestudio

Agradecimientos: @casachicoficial, @toche.ar, @oggizapatos y @galohandmade

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