Familias divididas y el sueño de volver a Venezuela entre los que pudieron votar en la Argentina
Laura Martínez y Marta tenían los ojos hinchados de tanto llorar. Desde las 6 de la mañana que estaban en un rincón sobre la vereda, frente a la embajada de Venezuela en la calle Luis María Campos al 170. A diferencia de Marta, a quien no le permitieron inscribirse para votar debido a su pasaporte vencido, Laura ya ejerció su voto. Fue una de las “privilegiadas”, como se referían a los 2638 venezolanos que tuvieron “la suerte” de poder inscribirse.
“Ahora todo queda en manos de Dios. Nosotros hicimos lo que está a nuestro alcance para este cambio. Ahora queda confiar en él”, dijo a LA NACION Martínez, que tenía puesta una gorra, una remera y unos aritos en las orejas con la bandera de su país. “Vamos a estar aquí todo el día, será un día inolvidable, un día de cambios, en el que finalmente venceremos”.
La calle Luis María Campos se llenó de acentos caribeños, banderas tricolores de amarillo, azul y rojo, y cantos cargados de esperanza en un día histórico para estos expatriados, que, tras años de distancia y dificultades, ven en la jornada electoral de este domingo como una oportunidad para influir en el futuro de su país desde el extranjero.
Al mediodía, ya habían votado 700 personas, según Daniel Ramírez, encargado del enlace electoral del comando venezolano en la Argentina. “La jornada está siendo tranquila. Los testigos llegaron todos a las 5 de la mañana. A las 6.30 abrieron las puertas y desde entonces todo ha fluido de manera rápida y ordenada”, dijo a LA NACION. Sobre el rol de la embajada, comentó que había cumplido correctamente con su trabajo. “Hizo lo que tenía que hacer”, puntualizó.
Cuando se le preguntó sobre sus expectativas para la noche, Ramírez respondió de forma protocolar: “Esperemos que sea un día muy importante para Venezuela”. Tras una breve pausa, bajó un poco la voz y añadió: “Un día de cambio”.
Se esperaba que más de 2000 venezolanos votaran hoy; eran los “privilegiados” que lograron registrarse para votar, a diferencia de los otros 217.362 residentes que quedaron a mitad de camino debido a las trabas impuestas por el régimen de Nicolás Maduro. Estas trabas incluyeron períodos de inscripción cortos, mala atención, cortes de luz en los establecimientos, procesos lentos y una cantidad de requisitos, como tener DNI permanente, cédula venezolana vigente y pasaporte venezolano vigente.
Afuera, los ruidos de los bombos, los bocinazos y los cantos reflejaban una sola cosa: la esperanza de que después de 25 largos años, la dupla de Edmundo González Urrutia y de María Corina Machado logara derrotar al chavismo y que, finalmente, muchas de estas personas regresen a su país para encontrarse de nuevo con sus familias.
Según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), más de 7.7 millones de venezolanos abandonaron su país hasta la fecha. Este éxodo masivo, uno de los mayores en la historia reciente de América Latina, fue impulsado por una combinación de factores devastadores pero especialmente por la crisis económica, la inseguridad y la represión política bajo el régimen de Nicolás Maduro, que llevó a muchos a buscar asilo y refugio en países vecinos y más allá.
“María Corina Machado nos trajo una herramienta: nos hizo volver a creer en Dios”, dijo Laura emocionada. A su izquierda, Marta asintió. Cuando le tocó hablar a ella se le trabó la voz. Dijo que estaba frustrada porque no pudo votar pero estaba “firme aquí apoyando”. “Más firme que nunca”, dijo, mientras lloraba. Se dieron un abrazo largo mientras repetían “lograremos el cambio, lo vamos a lograr”.
Algunos hicieron filas desde las 5 de la mañana. “Era de noche cuando llegué”, dijo con una sonrisa Carlos Gutierrez, uno de los treinta venezolanos que cantó el himno en la puerta de la sede diplomática una hora antes de que abran las urnas. “Lo cuento y se me pone la piel de gallina, lo juro. Fue un momento inolvidable, hoy será un día inolvidable. Estamos nerviosos pero con muchísimas expectativas”.
En ese momento una señora de 73 años interrumpió la conversación. “¿Qué expectativas? ¡Vamos a ganar! Vamos a salir de estas y ser libres otra vez”, dijo a LA NACION con la voz al límite del llanto. “Así será. Así tiene que ser”.
“El proceso de hoy fue espectacular, rapidísimo, creo que no había chavistas ahí adentro porque fue todo muy amable y muy lindo”, agregó irónica.
Ana Caberoa estaba apoyada en un auto de policía afuera de la embajada, parecía tranquila y relajada. Es que después de ejercer su voto estaba confiada en que el triunfo de la oposición sería contundente.
“Todo fue muy tranquilo y rápido”, dijo a LA NACION. “Yo pensaba que no iba a poder votar porque mi pasaporte vencía en mayo y estaba a una semana de vencer cuando me fui a inscribir. Recuerdo que era un día de paro, que casi no había colectivos. Salí de mi casa y dije: ‘Si no pasan los colectivos no voy’. Creo que pasó el único colectivo en toda la ciudad. Me subí, vine aquí y logré inscribirme aunque los de la embajada me dijeron que no iba a poder votar”.
Ana tenía una ilusión muy grande: “Pienso que el triunfo va a ser tan contundente que ellos [el chavismo] no van a poder hacer nada”.
Fernando Borjas sostenía una boleta en la mano para explicarle a la gente cómo es el proceso de votación; para evitar que no cometan errores. Borjas sabía que todos los que estaban allí eran antichavistas entonces estaba más comprometido por la causa.
El cartel tenía la cara de Nicolás Maduro, la de Edmundo y otros candidatos. Fernando le explicaba a un grupo de gente que acababa de llegar que era muy importante pintar el círculo y no hacer una cruz, ya que eso podría anular el voto. Riéndose, comentó que hay que ser muy prolijos porque cualquier nimiedad puede hacer que el voto no valga. Aunque no vota, Fernando estuvo desde la madrugada, expectante. Hace siete años que se fue de Venezuela.
Fernando, que se identificó como político, contó a LA NACION que estaba comenzando a ser perseguido por el régimen y tuvo que huir. “Mi expectativa de hoy es que logremos la victoria tan ansiada desde hace 25 años. Y así va a ser”, afirmó con determinación.
“Gracias, pero queremos volver”
Dicen que donde hay venezolanos siempre hay una fiesta. Y ayer tocó en la Avenida Dorrego, donde se instaló una feria de emprendedores gastronómicos y artesanales venezolanos y a la vez hubo bailes, cantos y abrazos.
También en la Plaza Intendente Seeber, donde la gente comenzó a llegar a las 15hs para participar en un acto de apoyo a la oposición. En el parlante se escuchaba un discurso de María Corina Machado con una música venezolana de fondo, después empezó a sonar “Color esperanza” de Diego Torres y el público empezó a corear “viva la libertad, carajo”, en referencia a la célebre frase del presidente argentino, Javier Milei.
“Ahora estamos aquí, pero ya nos estamos preparando para reencontrarnos allá con nuestros familiares”, dijo Dayana Barrios al público. Tras una pausa, lanzó la pregunta más esperada: “¿Vamos a regresar o no vamos a regresar?”. El público coreó un enfático “sí”, y detrás de ellos, un hombre comenzó a llorar. Sostenía de la mano a su hijo de cinco años, que aún no conoce Venezuela.
Lloraba y aprietaba con fuerza la mano de su hijo que tiene una bandera de Venezuela colgada en su espalda. “Me pega así la libertad”, dijo a LA NACION mientras se secaba las lágrimas. “Quiero reencontrarme con mi familia, quiero que él [su hijo] conozca la Venezuela libre”.
En medio del gentío, un cartel se destacaba entre todos los demás: “Quiero conocer la Venezuela de la que tanto habla mi mamá”. Era sostenido por una mujer joven que, como muchos allí, aún no había conocido su país fuera del control del chavismo.
Mientras tanto, otro hombre en el escenario emocionaba al público con sus palabras. “Me imagino que todos están hablando con sus familiares allá”, dijo, e inmediatamente recibió una ovación. Hace ocho años que vive en Buenos Aires, dice que acá se acostumbró un poco al frío y que los argentinos fueron los mejores anfitriones que ha tenido en su vida. “Tenemos que dar las gracias a la Argentina porque nos recibieron de una manera muy cordial. Vamos a estar eternamente agradecidos. Vamos a darle un eterno aplauso a la Argentina”, dijo. “Gracias por todo pero yo me regreso a Venezuela”.
Ante la pregunta de qué esperan después de estas elecciones, Rosa Charo es interrumpida por su hija Antonia y su sobrina, de seis y siete años. “Quiero volver a conocer al país”, dice Antonia, que vino a la Argentina con su mamá a los tres años, por eso es que los recuerdos que tiene de Venezuela son casi nulos.
“Tengo un montón de familia allá, quiero conocer mi país, quiero volver” insiste Antonia.
Su madre agrega que siente una mezcla de esperanza y ansiedad. “Lo ideal es que ganemos, y que ellos se vayan, nos dejen ser felices, y que podamos volver”, dice.
“Volver a ser libres”, grita Antonia.
Minutos después le tocó hablar a Wilfredo Ustariz Acosta- representante de unificación democrática. “Hay que agradecerle a este pueblo argentino que nos abrió sus puertas. Aquí hemos fundado familias, amistades, y hasta hemos tenido hijos argentinos”, dice. En el público una mujer grita: ¡gracias argentinos!”
“Hoy quiero que le copiemos una frase muy especial que es muy importante para su democracia: ¡Nunca más!”, cerró Ustariz.
Mientras tanto, los autos en la calle Luis María Campos no avanzaban. Es que había 300 venezolanos agitando sus banderas, cantando canciones y bailando. Las urnas ya cerraron, la feria gastronómica entregó sus últimas arepas y tequeños, mientras todos esperan ansiosos los resultados.
Laura Martínez y Marta tenían los ojos hinchados de tanto llorar. Desde las 6 de la mañana que estaban en un rincón sobre la vereda, frente a la embajada de Venezuela en la calle Luis María Campos al 170. A diferencia de Marta, a quien no le permitieron inscribirse para votar debido a su pasaporte vencido, Laura ya ejerció su voto. Fue una de las “privilegiadas”, como se referían a los 2638 venezolanos que tuvieron “la suerte” de poder inscribirse.
“Ahora todo queda en manos de Dios. Nosotros hicimos lo que está a nuestro alcance para este cambio. Ahora queda confiar en él”, dijo a LA NACION Martínez, que tenía puesta una gorra, una remera y unos aritos en las orejas con la bandera de su país. “Vamos a estar aquí todo el día, será un día inolvidable, un día de cambios, en el que finalmente venceremos”.
La calle Luis María Campos se llenó de acentos caribeños, banderas tricolores de amarillo, azul y rojo, y cantos cargados de esperanza en un día histórico para estos expatriados, que, tras años de distancia y dificultades, ven en la jornada electoral de este domingo como una oportunidad para influir en el futuro de su país desde el extranjero.
Al mediodía, ya habían votado 700 personas, según Daniel Ramírez, encargado del enlace electoral del comando venezolano en la Argentina. “La jornada está siendo tranquila. Los testigos llegaron todos a las 5 de la mañana. A las 6.30 abrieron las puertas y desde entonces todo ha fluido de manera rápida y ordenada”, dijo a LA NACION. Sobre el rol de la embajada, comentó que había cumplido correctamente con su trabajo. “Hizo lo que tenía que hacer”, puntualizó.
Cuando se le preguntó sobre sus expectativas para la noche, Ramírez respondió de forma protocolar: “Esperemos que sea un día muy importante para Venezuela”. Tras una breve pausa, bajó un poco la voz y añadió: “Un día de cambio”.
Se esperaba que más de 2000 venezolanos votaran hoy; eran los “privilegiados” que lograron registrarse para votar, a diferencia de los otros 217.362 residentes que quedaron a mitad de camino debido a las trabas impuestas por el régimen de Nicolás Maduro. Estas trabas incluyeron períodos de inscripción cortos, mala atención, cortes de luz en los establecimientos, procesos lentos y una cantidad de requisitos, como tener DNI permanente, cédula venezolana vigente y pasaporte venezolano vigente.
Afuera, los ruidos de los bombos, los bocinazos y los cantos reflejaban una sola cosa: la esperanza de que después de 25 largos años, la dupla de Edmundo González Urrutia y de María Corina Machado logara derrotar al chavismo y que, finalmente, muchas de estas personas regresen a su país para encontrarse de nuevo con sus familias.
Según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), más de 7.7 millones de venezolanos abandonaron su país hasta la fecha. Este éxodo masivo, uno de los mayores en la historia reciente de América Latina, fue impulsado por una combinación de factores devastadores pero especialmente por la crisis económica, la inseguridad y la represión política bajo el régimen de Nicolás Maduro, que llevó a muchos a buscar asilo y refugio en países vecinos y más allá.
“María Corina Machado nos trajo una herramienta: nos hizo volver a creer en Dios”, dijo Laura emocionada. A su izquierda, Marta asintió. Cuando le tocó hablar a ella se le trabó la voz. Dijo que estaba frustrada porque no pudo votar pero estaba “firme aquí apoyando”. “Más firme que nunca”, dijo, mientras lloraba. Se dieron un abrazo largo mientras repetían “lograremos el cambio, lo vamos a lograr”.
Algunos hicieron filas desde las 5 de la mañana. “Era de noche cuando llegué”, dijo con una sonrisa Carlos Gutierrez, uno de los treinta venezolanos que cantó el himno en la puerta de la sede diplomática una hora antes de que abran las urnas. “Lo cuento y se me pone la piel de gallina, lo juro. Fue un momento inolvidable, hoy será un día inolvidable. Estamos nerviosos pero con muchísimas expectativas”.
En ese momento una señora de 73 años interrumpió la conversación. “¿Qué expectativas? ¡Vamos a ganar! Vamos a salir de estas y ser libres otra vez”, dijo a LA NACION con la voz al límite del llanto. “Así será. Así tiene que ser”.
“El proceso de hoy fue espectacular, rapidísimo, creo que no había chavistas ahí adentro porque fue todo muy amable y muy lindo”, agregó irónica.
Ana Caberoa estaba apoyada en un auto de policía afuera de la embajada, parecía tranquila y relajada. Es que después de ejercer su voto estaba confiada en que el triunfo de la oposición sería contundente.
“Todo fue muy tranquilo y rápido”, dijo a LA NACION. “Yo pensaba que no iba a poder votar porque mi pasaporte vencía en mayo y estaba a una semana de vencer cuando me fui a inscribir. Recuerdo que era un día de paro, que casi no había colectivos. Salí de mi casa y dije: ‘Si no pasan los colectivos no voy’. Creo que pasó el único colectivo en toda la ciudad. Me subí, vine aquí y logré inscribirme aunque los de la embajada me dijeron que no iba a poder votar”.
Ana tenía una ilusión muy grande: “Pienso que el triunfo va a ser tan contundente que ellos [el chavismo] no van a poder hacer nada”.
Fernando Borjas sostenía una boleta en la mano para explicarle a la gente cómo es el proceso de votación; para evitar que no cometan errores. Borjas sabía que todos los que estaban allí eran antichavistas entonces estaba más comprometido por la causa.
El cartel tenía la cara de Nicolás Maduro, la de Edmundo y otros candidatos. Fernando le explicaba a un grupo de gente que acababa de llegar que era muy importante pintar el círculo y no hacer una cruz, ya que eso podría anular el voto. Riéndose, comentó que hay que ser muy prolijos porque cualquier nimiedad puede hacer que el voto no valga. Aunque no vota, Fernando estuvo desde la madrugada, expectante. Hace siete años que se fue de Venezuela.
Fernando, que se identificó como político, contó a LA NACION que estaba comenzando a ser perseguido por el régimen y tuvo que huir. “Mi expectativa de hoy es que logremos la victoria tan ansiada desde hace 25 años. Y así va a ser”, afirmó con determinación.
“Gracias, pero queremos volver”
Dicen que donde hay venezolanos siempre hay una fiesta. Y ayer tocó en la Avenida Dorrego, donde se instaló una feria de emprendedores gastronómicos y artesanales venezolanos y a la vez hubo bailes, cantos y abrazos.
También en la Plaza Intendente Seeber, donde la gente comenzó a llegar a las 15hs para participar en un acto de apoyo a la oposición. En el parlante se escuchaba un discurso de María Corina Machado con una música venezolana de fondo, después empezó a sonar “Color esperanza” de Diego Torres y el público empezó a corear “viva la libertad, carajo”, en referencia a la célebre frase del presidente argentino, Javier Milei.
“Ahora estamos aquí, pero ya nos estamos preparando para reencontrarnos allá con nuestros familiares”, dijo Dayana Barrios al público. Tras una pausa, lanzó la pregunta más esperada: “¿Vamos a regresar o no vamos a regresar?”. El público coreó un enfático “sí”, y detrás de ellos, un hombre comenzó a llorar. Sostenía de la mano a su hijo de cinco años, que aún no conoce Venezuela.
Lloraba y aprietaba con fuerza la mano de su hijo que tiene una bandera de Venezuela colgada en su espalda. “Me pega así la libertad”, dijo a LA NACION mientras se secaba las lágrimas. “Quiero reencontrarme con mi familia, quiero que él [su hijo] conozca la Venezuela libre”.
En medio del gentío, un cartel se destacaba entre todos los demás: “Quiero conocer la Venezuela de la que tanto habla mi mamá”. Era sostenido por una mujer joven que, como muchos allí, aún no había conocido su país fuera del control del chavismo.
Mientras tanto, otro hombre en el escenario emocionaba al público con sus palabras. “Me imagino que todos están hablando con sus familiares allá”, dijo, e inmediatamente recibió una ovación. Hace ocho años que vive en Buenos Aires, dice que acá se acostumbró un poco al frío y que los argentinos fueron los mejores anfitriones que ha tenido en su vida. “Tenemos que dar las gracias a la Argentina porque nos recibieron de una manera muy cordial. Vamos a estar eternamente agradecidos. Vamos a darle un eterno aplauso a la Argentina”, dijo. “Gracias por todo pero yo me regreso a Venezuela”.
Ante la pregunta de qué esperan después de estas elecciones, Rosa Charo es interrumpida por su hija Antonia y su sobrina, de seis y siete años. “Quiero volver a conocer al país”, dice Antonia, que vino a la Argentina con su mamá a los tres años, por eso es que los recuerdos que tiene de Venezuela son casi nulos.
“Tengo un montón de familia allá, quiero conocer mi país, quiero volver” insiste Antonia.
Su madre agrega que siente una mezcla de esperanza y ansiedad. “Lo ideal es que ganemos, y que ellos se vayan, nos dejen ser felices, y que podamos volver”, dice.
“Volver a ser libres”, grita Antonia.
Minutos después le tocó hablar a Wilfredo Ustariz Acosta- representante de unificación democrática. “Hay que agradecerle a este pueblo argentino que nos abrió sus puertas. Aquí hemos fundado familias, amistades, y hasta hemos tenido hijos argentinos”, dice. En el público una mujer grita: ¡gracias argentinos!”
“Hoy quiero que le copiemos una frase muy especial que es muy importante para su democracia: ¡Nunca más!”, cerró Ustariz.
Mientras tanto, los autos en la calle Luis María Campos no avanzaban. Es que había 300 venezolanos agitando sus banderas, cantando canciones y bailando. Las urnas ya cerraron, la feria gastronómica entregó sus últimas arepas y tequeños, mientras todos esperan ansiosos los resultados.
Los venezolanos en la Argentina acuden a votar con esperanza y nerviosismo, expectantes por un cambio tras 25 años de régimen chavista LA NACION