Las grandes empresas apuestan a la transformación de la mano de startups
La relación entre grandes corporaciones y pequeños emprendedores se reconfiguró. En un entorno cada vez más complejo, marcado por la irrupción de tecnologías y la celeridad de cambios en el consumo, ambos actores encontraron en este vínculo un efecto virtuoso: mientras que tradicionales compañías vieron en las startups respuestas a nuevas necesidades, estas les abrieron también las puertas a la experiencia y al know-how y les ayudaron a escalar.
Estos puentes tendidos por las empresas son tradicionalmente conocidos como corporate venturing. Los mismos no responden a un modelo único o estándar, sino que cada firma adopta el esquema que mejor se ajusta a sus necesidades: los más comunes se basan en la creación de un departamento interno o de una entidad externa. De acuerdo con el informe “Corporate Venturing”, publicado por la Asociación Argentina de Capital Privado, Emprendedor y Semilla (ARCAP), EY y Endeavor en 2020, los formatos de corporate venturing más comunes en la Argentina son: aceleración e incubación (52%); inversión o corporate venture capital (24%); y concursos o hackatones (18%).
Las claves para atraer y retener talentos en tiempos de crisis
“El corporate venturing ya no será un término exclusivo de las grandes corporaciones. Esta será una necesidad de toda empresa que busque adaptarse a un mundo cuya velocidad de cambio nunca antes fue tan rápida”, señaló Juan Manuel Giner, director ejecutivo de ARCAP. Y precisó: “En la Argentina, una de cada cinco inversiones que reciben los emprendedores es realizada por un fondo corporativo”.
Según la Asociación Latinoamericana de Private Equity y Venture Capital, desde 2016, la cantidad de dinero invertido en startups se multiplicó año a año. En 2020, el monto se mantuvo en torno de US$5.000 millones, y en 2021 despuntó hasta US$17.100 millones, aunque luego le siguió una fuerte caída. Durante el denominado “invierno de las startups”, las inversiones se achicaron a US$7.800 millones en 2022, y a US$4.000 millones en 2023, mediante 1158 y 770 acuerdos. respectivamente. Sin embargo, los expertos ven con optimismo la cosecha de inversiones para el próximo bienio.
De acuerdo con el reporte “Corporate Venturing”, el porcentaje de equity pretendido habitualmente por los corporate venture capital ronda entre un 4% y un 10% del equity total del emprendimiento, “lo cual remarca que estos no suelen buscar el control en las startups”. Para las empresas, los beneficios del capital venturing suelen estar ligados al enriquecimiento de la propuesta de valor para los clientes, a la mejora en los procesos internos y externos y al contagio de una “cultura ágil” al resto de la organización. En tanto, para los emprendedores, las ventajas llegan por el apoyo económico a sus proyectos en los primeros años de ejecución; la creación de una relación comercial con las empresas; y el acceso al primer gran cliente. Así, de acuerdo con el documento, el 64% de los emprendedores logró establecer algún tipo de relación comercial con las empresas que les brindaron apoyo.
De aceleradoras a venture capital
Uno de los actores que comenzó marcando el camino fue el grupo Telefónica. En 2011, la compañía lanzó Wayra, como aceleradora enfocada en startups en etapas tempranas; y siete años después impulsó su reposicionamiento como venture capital corporativo, como una empresa autónoma.
“Ponemos especial foco en los emprendimientos que pueden generar negocios con Telefónica Movistar, sus clientes y su red de aliados. Invertimos en sectores como fintech, energía, climatech, salud, educación y ciberseguridad, entre otros. Y creemos que estos vínculos comerciales son el principal valor agregado que podemos dar”, señaló Agustín Rotondo, managing director en Wayra Hispam. Asimismo, añadió: “Estos aprendizajes nos permitieron acompañar a otras grandes corporaciones y agentes del ecosistema en la puesta en marcha y ejecución de sus estrategias de innovación abierta e inversión. Empresas como Grupo Energía de Bogotá y AstraZeneca y organismos multilaterales como el BID nos confían sus estrategias de conexión con startups”.
A nivel global, Wayra lleva invertidos US$250 millones y cuenta con más de 530 startups activas. En Hispanoamérica -Argentina, Chile, Colombia, México y Perú- tiene un portfolio de más de 100 startups activas, y una inversión acumulada de más de US$20 millones. Además, Telefónica Movistar Hispam hace negocios con 64 startups por un valor superior a US$21,5 millones anuales.
Martín Migoya: “Queremos llevar la experiencia de Fórmula 1 a otro nivel”
En este marco, Gabriela Ruggeri, managing partner en Kamay Ventures, consideró que hubo un cambio de paradigma en el mercado en la última década. “Junto a mi socio, Antonio Peña, y desde la aceleradora Overboost, buscamos crear un puente entre las grandes empresas y las startups mediante proyectos transformadores con alto potencial. Nuestro objetivo es empoderar a las organizaciones con propuestas de inversión a medida que se alineen con su visión a largo plazo; a la vez que potenciar las startups de la región, brindándoles un entorno de validación que les permita elevar su solución a una mayor escala y nutrirse de la experiencia de los corporativos con los que trabajamos”, explicó.
Así, en 2019, ambos le dieron forma a Kamay Ventures, como una respuesta directa a las necesidades emergentes de digitalización e innovación tecnológica en las industrias de consumo masivo. Esta iniciativa, empujada inicialmente por Coca-Cola Latinoamérica y Grupo Arcor, hoy tiene también como inversores al grupo Bimbo y a BID Lab. La misma está centrada en startups con soluciones en las verticales agtech, medioambiente, industria 4.0, logística, fintech, automatización del punto de venta, biotech, y foodtech.
“Nuestra experiencia nos demostró que los emprendedores más exitosos son aquellos que están dispuestos a reevaluar sus enfoques iniciales para alinearse a las cadenas de valor de las grandes corporaciones”, consideró Peña. A la fecha, Kamay Ventures analizó más de 600 startups a nivel regional e invirtió en 15 de ellas. Tal es el caso de Altscore, una firma que utiliza machine learning para otorgar préstamos a empresas y a personas -incluso a aquellas que están fuera del sistema bancario-. Recientemente, la startup anudó una alianza con Arca Continental, la segunda embotelladora de Coca-Cola más grande de América Latina, en el marco del lanzamiento del primer programa piloto “Buy Now, Pay Later” para pequeños comerciantes.
Una respuesta a necesidades emergentes
Para Cervecería y Maltería Quilmes, el camino en este entorno comenzó ocho años atrás, cuando la compañía entendió que necesitaba transformarse más rápidamente y que no podía hacerlo sola. “El trabajo junto al ecosistema era la clave para impulsar el cambio que queríamos asumir. Teníamos muchísimo que aprender de las startups, de su agilidad, de sus experiencias y de su búsqueda de disrupción”, indicó Owen Dempsey, director de Tecnología de la firma.
Así, la compañía creó Eklos, un área de innovación abierta para trabajar en conjunto con startups de base tecnológica, que cuenten con un MVP (producto mínimo viable) y resultados comprobables en el mercado. “No tenemos un modelo de incubadora ni invertimos capital con un modelo tradicional de corporate venture capital, sino que las startups se suman a nuestro ecosistema como proveedores; las ayudamos a hacer crecer su negocio y a mejorar sus productos y servicios, permitiéndoles probarlos en el mercado y poniendo a su disposición a los equipos de las distintas áreas de la compañía. Así, nos encontramos con proyectos que pueden dar respuestas a desafíos u oportunidades de la compañía, para las que no tenemos las respuestas internamente”, aclaró el ejecutivo.
A través de la iniciativa, la firma apunta a soluciones para toda la cadena de valor, que va desde el campo hasta las góndolas. Entre ellas figuran, por ejemplo, Sensify, con la que Quilmes llevó tecnología IoT a las heladeras en los puntos de venta, para obtener datos que le permitan trabajar en el mantenimiento preventivo; y Hunty, con la que incorporó Inteligencia Artificial al proceso integral de reclutamiento de talento.
Otra de las compañías que puso la lupa sobre el ecosistema emprendedor fue Grupo Murchison. En 2017, esta empresa involucrada en operaciones portuarias creó Murchison Ventures como un vehículo de inversión corporativa, como una unidad especializada dentro del área de Desarrollo Corporativo, la cual reporta directamente al CEO y al Directorio. “Nace a partir de dos experiencias concretas donde colaboramos con emprendedores para buscar soluciones a desafíos que enfrentábamos como organización. En ese momento, el concepto de Corporate Venture Capital aún no estaba tan difundido, por lo que fuimos construyendo nuestro propio modelo de innovación abierta mientras generamos vínculos con el ecosistema emprendedor”, explicó Daniel Alexander, director de Desarrollo Corporativo del grupo.
Desde entonces, Murchison Ventures desarrolló un portfolio de 10 startups con presencia en la Argentina, Colombia, Estados Unidos y otros mercados de la región. El foco de inversión está en verticales estratégicas como comercio exterior (CargoProduce), logística (Moova y Avancargo) y comercio electrónico (Kavak), entre otros sectores. “Intentamos combinar lo mejor de ambos mundos: la agilidad y espíritu emprendedor de una startup, con los recursos y expertise de una organización establecida. Este intercambio es clave para el crecimiento sostenible del grupo y del ecosistema en su conjunto”, señaló Alexander.
“En los últimos años, hemos sido testigos de un notable desarrollo de la industria de capital emprendedor en la Argentina, impulsado en gran medida por la calidad y el talento de los emprendedores locales y por la consolidación de un entramado amplio de fondos de inversión de capital de riesgo. De la mano de ese crecimiento, grandes empresas fueron encontrando una estrategia para explorar nuevos negocios, identificando oportunidades disruptivas para crecer e innovar”, aseguró el ejecutivo de la compañía que, junto con Sancor Seguros Ventures y Wayra Hispam, lidera este año la Comisión de Capital Corporativo de la Asociación Argentina de Capital Privado, Emprendedor y Semilla.
Más allá del core del negocio
En paralelo, aunque con otro foco, el grupo Sancor Seguros lanzó el fondo de venture capital CITES en 2013: el objetivo fue contribuir al desarrollo científico-tecnológico y generar startups que puedan aportar soluciones a grandes problemas globales. A partir de allí, CITES estructuró un fideicomiso financiero que tiene cotización pública y que cuenta con más de una veintena de inversores.
A la fecha, el fideicomiso invirtió en 18 compañías deeptech basadas en más de 60 patentes internacionales y donde trabajan más de 200 científicos y tecnólogos, con un desembolso por parte de CITES de más de US$10 millones. Estas startups están enfocadas en desarrollos de nuevas moléculas para el tratamiento de enfermedades, robots que estacionan autos, y nuevas tecnologías para el agro y para producción de alimentos, entre otras áreas.
“Desde los comienzos, CITES se centró en ocupar un espacio muy poco desarrollado en el país, que consistía en encontrar tecnologías que puedan resolver un problema lo suficientemente importante como para armar un empresa alrededor de esa solución a través de la inversión del sector privado. Esto requiere invertir un capital importante, asumiendo un riesgo muy alto, pero esperando un retorno muy atractivo que lo compense”, resaltó Nicolás Tognalli, managing partner de CITES. Además del aporte económico, CITES brinda a las firmas infraestructura para su desarrollo, la que incluye talleres equipados, fab-lab, wet-lab, laboratorios y espacios de oficinas.
La relación entre grandes corporaciones y pequeños emprendedores se reconfiguró. En un entorno cada vez más complejo, marcado por la irrupción de tecnologías y la celeridad de cambios en el consumo, ambos actores encontraron en este vínculo un efecto virtuoso: mientras que tradicionales compañías vieron en las startups respuestas a nuevas necesidades, estas les abrieron también las puertas a la experiencia y al know-how y les ayudaron a escalar.
Estos puentes tendidos por las empresas son tradicionalmente conocidos como corporate venturing. Los mismos no responden a un modelo único o estándar, sino que cada firma adopta el esquema que mejor se ajusta a sus necesidades: los más comunes se basan en la creación de un departamento interno o de una entidad externa. De acuerdo con el informe “Corporate Venturing”, publicado por la Asociación Argentina de Capital Privado, Emprendedor y Semilla (ARCAP), EY y Endeavor en 2020, los formatos de corporate venturing más comunes en la Argentina son: aceleración e incubación (52%); inversión o corporate venture capital (24%); y concursos o hackatones (18%).
Las claves para atraer y retener talentos en tiempos de crisis
“El corporate venturing ya no será un término exclusivo de las grandes corporaciones. Esta será una necesidad de toda empresa que busque adaptarse a un mundo cuya velocidad de cambio nunca antes fue tan rápida”, señaló Juan Manuel Giner, director ejecutivo de ARCAP. Y precisó: “En la Argentina, una de cada cinco inversiones que reciben los emprendedores es realizada por un fondo corporativo”.
Según la Asociación Latinoamericana de Private Equity y Venture Capital, desde 2016, la cantidad de dinero invertido en startups se multiplicó año a año. En 2020, el monto se mantuvo en torno de US$5.000 millones, y en 2021 despuntó hasta US$17.100 millones, aunque luego le siguió una fuerte caída. Durante el denominado “invierno de las startups”, las inversiones se achicaron a US$7.800 millones en 2022, y a US$4.000 millones en 2023, mediante 1158 y 770 acuerdos. respectivamente. Sin embargo, los expertos ven con optimismo la cosecha de inversiones para el próximo bienio.
De acuerdo con el reporte “Corporate Venturing”, el porcentaje de equity pretendido habitualmente por los corporate venture capital ronda entre un 4% y un 10% del equity total del emprendimiento, “lo cual remarca que estos no suelen buscar el control en las startups”. Para las empresas, los beneficios del capital venturing suelen estar ligados al enriquecimiento de la propuesta de valor para los clientes, a la mejora en los procesos internos y externos y al contagio de una “cultura ágil” al resto de la organización. En tanto, para los emprendedores, las ventajas llegan por el apoyo económico a sus proyectos en los primeros años de ejecución; la creación de una relación comercial con las empresas; y el acceso al primer gran cliente. Así, de acuerdo con el documento, el 64% de los emprendedores logró establecer algún tipo de relación comercial con las empresas que les brindaron apoyo.
De aceleradoras a venture capital
Uno de los actores que comenzó marcando el camino fue el grupo Telefónica. En 2011, la compañía lanzó Wayra, como aceleradora enfocada en startups en etapas tempranas; y siete años después impulsó su reposicionamiento como venture capital corporativo, como una empresa autónoma.
“Ponemos especial foco en los emprendimientos que pueden generar negocios con Telefónica Movistar, sus clientes y su red de aliados. Invertimos en sectores como fintech, energía, climatech, salud, educación y ciberseguridad, entre otros. Y creemos que estos vínculos comerciales son el principal valor agregado que podemos dar”, señaló Agustín Rotondo, managing director en Wayra Hispam. Asimismo, añadió: “Estos aprendizajes nos permitieron acompañar a otras grandes corporaciones y agentes del ecosistema en la puesta en marcha y ejecución de sus estrategias de innovación abierta e inversión. Empresas como Grupo Energía de Bogotá y AstraZeneca y organismos multilaterales como el BID nos confían sus estrategias de conexión con startups”.
A nivel global, Wayra lleva invertidos US$250 millones y cuenta con más de 530 startups activas. En Hispanoamérica -Argentina, Chile, Colombia, México y Perú- tiene un portfolio de más de 100 startups activas, y una inversión acumulada de más de US$20 millones. Además, Telefónica Movistar Hispam hace negocios con 64 startups por un valor superior a US$21,5 millones anuales.
Martín Migoya: “Queremos llevar la experiencia de Fórmula 1 a otro nivel”
En este marco, Gabriela Ruggeri, managing partner en Kamay Ventures, consideró que hubo un cambio de paradigma en el mercado en la última década. “Junto a mi socio, Antonio Peña, y desde la aceleradora Overboost, buscamos crear un puente entre las grandes empresas y las startups mediante proyectos transformadores con alto potencial. Nuestro objetivo es empoderar a las organizaciones con propuestas de inversión a medida que se alineen con su visión a largo plazo; a la vez que potenciar las startups de la región, brindándoles un entorno de validación que les permita elevar su solución a una mayor escala y nutrirse de la experiencia de los corporativos con los que trabajamos”, explicó.
Así, en 2019, ambos le dieron forma a Kamay Ventures, como una respuesta directa a las necesidades emergentes de digitalización e innovación tecnológica en las industrias de consumo masivo. Esta iniciativa, empujada inicialmente por Coca-Cola Latinoamérica y Grupo Arcor, hoy tiene también como inversores al grupo Bimbo y a BID Lab. La misma está centrada en startups con soluciones en las verticales agtech, medioambiente, industria 4.0, logística, fintech, automatización del punto de venta, biotech, y foodtech.
“Nuestra experiencia nos demostró que los emprendedores más exitosos son aquellos que están dispuestos a reevaluar sus enfoques iniciales para alinearse a las cadenas de valor de las grandes corporaciones”, consideró Peña. A la fecha, Kamay Ventures analizó más de 600 startups a nivel regional e invirtió en 15 de ellas. Tal es el caso de Altscore, una firma que utiliza machine learning para otorgar préstamos a empresas y a personas -incluso a aquellas que están fuera del sistema bancario-. Recientemente, la startup anudó una alianza con Arca Continental, la segunda embotelladora de Coca-Cola más grande de América Latina, en el marco del lanzamiento del primer programa piloto “Buy Now, Pay Later” para pequeños comerciantes.
Una respuesta a necesidades emergentes
Para Cervecería y Maltería Quilmes, el camino en este entorno comenzó ocho años atrás, cuando la compañía entendió que necesitaba transformarse más rápidamente y que no podía hacerlo sola. “El trabajo junto al ecosistema era la clave para impulsar el cambio que queríamos asumir. Teníamos muchísimo que aprender de las startups, de su agilidad, de sus experiencias y de su búsqueda de disrupción”, indicó Owen Dempsey, director de Tecnología de la firma.
Así, la compañía creó Eklos, un área de innovación abierta para trabajar en conjunto con startups de base tecnológica, que cuenten con un MVP (producto mínimo viable) y resultados comprobables en el mercado. “No tenemos un modelo de incubadora ni invertimos capital con un modelo tradicional de corporate venture capital, sino que las startups se suman a nuestro ecosistema como proveedores; las ayudamos a hacer crecer su negocio y a mejorar sus productos y servicios, permitiéndoles probarlos en el mercado y poniendo a su disposición a los equipos de las distintas áreas de la compañía. Así, nos encontramos con proyectos que pueden dar respuestas a desafíos u oportunidades de la compañía, para las que no tenemos las respuestas internamente”, aclaró el ejecutivo.
A través de la iniciativa, la firma apunta a soluciones para toda la cadena de valor, que va desde el campo hasta las góndolas. Entre ellas figuran, por ejemplo, Sensify, con la que Quilmes llevó tecnología IoT a las heladeras en los puntos de venta, para obtener datos que le permitan trabajar en el mantenimiento preventivo; y Hunty, con la que incorporó Inteligencia Artificial al proceso integral de reclutamiento de talento.
Otra de las compañías que puso la lupa sobre el ecosistema emprendedor fue Grupo Murchison. En 2017, esta empresa involucrada en operaciones portuarias creó Murchison Ventures como un vehículo de inversión corporativa, como una unidad especializada dentro del área de Desarrollo Corporativo, la cual reporta directamente al CEO y al Directorio. “Nace a partir de dos experiencias concretas donde colaboramos con emprendedores para buscar soluciones a desafíos que enfrentábamos como organización. En ese momento, el concepto de Corporate Venture Capital aún no estaba tan difundido, por lo que fuimos construyendo nuestro propio modelo de innovación abierta mientras generamos vínculos con el ecosistema emprendedor”, explicó Daniel Alexander, director de Desarrollo Corporativo del grupo.
Desde entonces, Murchison Ventures desarrolló un portfolio de 10 startups con presencia en la Argentina, Colombia, Estados Unidos y otros mercados de la región. El foco de inversión está en verticales estratégicas como comercio exterior (CargoProduce), logística (Moova y Avancargo) y comercio electrónico (Kavak), entre otros sectores. “Intentamos combinar lo mejor de ambos mundos: la agilidad y espíritu emprendedor de una startup, con los recursos y expertise de una organización establecida. Este intercambio es clave para el crecimiento sostenible del grupo y del ecosistema en su conjunto”, señaló Alexander.
“En los últimos años, hemos sido testigos de un notable desarrollo de la industria de capital emprendedor en la Argentina, impulsado en gran medida por la calidad y el talento de los emprendedores locales y por la consolidación de un entramado amplio de fondos de inversión de capital de riesgo. De la mano de ese crecimiento, grandes empresas fueron encontrando una estrategia para explorar nuevos negocios, identificando oportunidades disruptivas para crecer e innovar”, aseguró el ejecutivo de la compañía que, junto con Sancor Seguros Ventures y Wayra Hispam, lidera este año la Comisión de Capital Corporativo de la Asociación Argentina de Capital Privado, Emprendedor y Semilla.
Más allá del core del negocio
En paralelo, aunque con otro foco, el grupo Sancor Seguros lanzó el fondo de venture capital CITES en 2013: el objetivo fue contribuir al desarrollo científico-tecnológico y generar startups que puedan aportar soluciones a grandes problemas globales. A partir de allí, CITES estructuró un fideicomiso financiero que tiene cotización pública y que cuenta con más de una veintena de inversores.
A la fecha, el fideicomiso invirtió en 18 compañías deeptech basadas en más de 60 patentes internacionales y donde trabajan más de 200 científicos y tecnólogos, con un desembolso por parte de CITES de más de US$10 millones. Estas startups están enfocadas en desarrollos de nuevas moléculas para el tratamiento de enfermedades, robots que estacionan autos, y nuevas tecnologías para el agro y para producción de alimentos, entre otras áreas.
“Desde los comienzos, CITES se centró en ocupar un espacio muy poco desarrollado en el país, que consistía en encontrar tecnologías que puedan resolver un problema lo suficientemente importante como para armar un empresa alrededor de esa solución a través de la inversión del sector privado. Esto requiere invertir un capital importante, asumiendo un riesgo muy alto, pero esperando un retorno muy atractivo que lo compense”, resaltó Nicolás Tognalli, managing partner de CITES. Además del aporte económico, CITES brinda a las firmas infraestructura para su desarrollo, la que incluye talleres equipados, fab-lab, wet-lab, laboratorios y espacios de oficinas.
Ante escenarios cada vez más complejos, compañías como Quilmes, Coca-Cola, Arcor, Sancor Seguros. Telefónica y Grupo Murchison encontraron en los proyectos de emprendedores respuestas a sus necesidades LA NACION