Ariel Rojas abandona el fútbol en River – Belgrano y en el Monumental: aquella crítica de Gallardo que lo dio vuelta
Ariel Rojas fue una pieza indispensable en el último River de Ramón Díaz, el que se consagró campeón en el Torneo Final 2014, algo más que un trofeo doméstico, tiempo después de la época más oscura de su historia, la de haber transitado por las canchas de ascenso durante un año. En el emotivo 5-0 sobre Quilmes (cómo olvidar el golazo del Lobo Ledesma, el abrazo conmovedor de Emiliano con el Pelado, su padre, envuelto en lágrimas como nunca antes), fue titular, como en buena parte del recorrido.
Marcelo Barovero; Gabriel Mercado, Jonatan Maidana, Eder Alvarez Balanta y Leonel Vangioni; Carlos Carbonero, Cristian Ledesma y Rojas; Manuel Lanzini; Teófilo Gutiérrez y Fernando Cavenaghi fue el equipo que dio la vuelta olímpica en el Monumental.
Ariel Rojas fue una pieza indispensable en el primer River de Marcelo Gallardo, el que se consagró campeón en la Copa Sudamericana 2014, algo más que un trofeo internacional, 17 años después de la última gesta en el exterior. En el emotivo 2-0 sobre Atlético Nacional (cómo olvidar los cabezazos de Mercado y Pezzella, el abrazo conmovedor del Muñeco con el periodista Tití Fernández, por la reciente muerte de su madre), fue titular, como en buena parte del recorrido.
Marcelo Barovero; Gabriel Mercado, Germán Pezzella, Ramiro Funes Mori y Leonel Vangioni; Carlos Sánchez, Leonardo Ponzio y el Chino; Leonardo Pisculichi; Rodrigo Mora y Teófilo Gutiérrez fue el equipo que dio la vuelta olímpica del Monumental.
Este sábado, desde las 18, River se cita con Belgrano, en el Monumental, por el segundo capítulo de la Liga Profesional. El encuentro tendrá un condimento extra: será la despedida del fútbol de Rojas, de 38 años, que anunció su retiro y eligió el Monumental, donde tuvo el mejor paso de su carrera. El Chino, rueda de auxilio, laburante silencioso, esa clase de intérpretes que trabajan para que brillen los demás, tendrá un pequeño homenaje del coloso y del Pirata, en donde seguirá ligado, desde una función administrativa.
Su historia en el fútbol tuvo el prólogo de las divisiones menores de Vélez, en 2007. Pasó por Godoy Cruz hasta que en 2012 llegó a River, donde tuvo dos ciclos: el primero, hasta 2015; logró el Torneo Final 2014, la Superfinal y la Copa Sudamericana de ese mismo año, la Recopa Sudamericana y la Copa Libertadores 2015. Se destacó en Cruz Azul y en 2017 regresó a la banda roja; consiguió otros tres títulos, la Copa Argentina y Supercopa Argentina 2017, jugada en 2018 y en una histórica final ante Boca en Mendoza, y fue parte del primer tramo de la Copa Libertadores 2018; se fue libre a mitad de año.
San Lorenzo, Atlético Tucumán, Central Córdoba de Santiago del Estero y Belgrano. Un auténtico laburante del fútbol. Correr, meter, jugar, luchar, tocar y, de vez en cuando, tirar algo de magia, que algo de eso también tuvo su carrera. Lo contó él mismo, cuando el Muñeco tomó la posta de Ramón y nadie imaginaba que podría construirse la era más gloriosa del gigante.
“Marcelo me dijo que me había visto y que me había quedado en ser un jugador más que nada posicional. Obviamente tenía que ver con la función que tenía en el equipo anterior. Mi responsabilidad era equilibrar con el Lobo para que pudiera pasar Vangioni, para que pudiera pasar Carbonero y que Lanzini también atacara con los dos delanteros. Para un jugador a veces es difícil sacarse un chip y ponerse el otro. Marcelo me dijo que pretendía que los volantes ataquemos y pisemos más el área, que tuviera más dinámica”.
Y siguió, por el mismo sendero: “Cuando alguien te dice algo así, no es lo más lindo, a uno le gusta que lo elogien y le digan cosas lindas, pero también está muy bueno que un técnico te explique lo que pretende de vos, así uno lo puede cambiar. A mí me sirvió mucho porque en la etapa que seguimos de preparación, traté de cambiarlo y de mejorarlo. Y creo que el cambio se notó: tuve más situaciones de gol, convertí, tuve más asistencias en zona de definición. Me gustaba esta nueva función. Y se lo agradezco a Marcelo, porque como nos dijo de entrada: no sólo se proponía hacer un mejor equipo, sino también mejorar a los jugadores”.
El monólogo lo rubricó en una antigua charla con El Gráfico. Rojas, el jugador más silencioso de la era más luminosa, aceptó el desafío. Pisaba el área, recorría largos metros. Iba, volvía. En River dejó un recuerdo imborrable… también por dos penales que cometió y quedaron marcados a fuego. Una mano evitable, una falta de inexperto. Los dos fueron atajados, el primero por Leandro Chichizola, el segundo por Barovero.
El primero fue a los 47 minutos del segundo tiempo, en el que River le ganaba a Racing por 3 a 2, por la 17° fecha del Torneo Final 2014, en el Monumental. Fue considerado “el penal del campeonato”. El equipo millonario había alcanzado a Gimnasia, pero ese impacto en el final pudo haberlo cambiado todo. El tiro libre de un jovencísimo Rodrigo De Paul fue interceptado por una mano “increíble, insólita, inexplicable” de Rojas, según el relator de la TV. Sebastián Saja le pegó fuerte, cruzado y el joven arquero adivinó el gesto con un rápido movimiento de piernas. A partir de allí, se construyó el título.
El segundo fue a los 15 segundos del primer tiempo, en el que River jugaba con Boca por las semifinales de la Copa Sudamericana 2014, en el Monumental. Es considerado el penal icónico de la historia reciente del superclásico. El equipo millonario había rescatado un 0-0 en la Bombonera, en una auténtica batalla. En el desquite, una media vuelta para despejar el peligro y se topó con el cuerpo de Marcelo Meli, que cayó inmediatamente. “Se lo llevó puesto, insólito”, fue el argumento de la TV. El disparo fue a los 3 minutos, 11 segundos, porque un travieso señalaba al ejecutante con un láser. La historia es conocida: Emmanuel Gigliotti decidió el remate a media altura y Trapito se convirtió en héroe, con el dedo índice agitándolo una y otra vez.
¿Qué hubiera pasado si…? Es una hipótesis que, a esta altura, no tiene ningún sentido. El propio Rojas lo mencionó irónicamente tiempo atrás: “Barovero se terminó haciendo famoso gracias a mí. Ese penal se inmortalizó en el corazón del hincha”. A él, ahora, le llega el momento de recibir los últimos aplausos vestido de futbolista, en la misma cancha. Será este sábado, y el Monumental se lo hará saber.
Ariel Rojas fue una pieza indispensable en el último River de Ramón Díaz, el que se consagró campeón en el Torneo Final 2014, algo más que un trofeo doméstico, tiempo después de la época más oscura de su historia, la de haber transitado por las canchas de ascenso durante un año. En el emotivo 5-0 sobre Quilmes (cómo olvidar el golazo del Lobo Ledesma, el abrazo conmovedor de Emiliano con el Pelado, su padre, envuelto en lágrimas como nunca antes), fue titular, como en buena parte del recorrido.
Marcelo Barovero; Gabriel Mercado, Jonatan Maidana, Eder Alvarez Balanta y Leonel Vangioni; Carlos Carbonero, Cristian Ledesma y Rojas; Manuel Lanzini; Teófilo Gutiérrez y Fernando Cavenaghi fue el equipo que dio la vuelta olímpica en el Monumental.
Ariel Rojas fue una pieza indispensable en el primer River de Marcelo Gallardo, el que se consagró campeón en la Copa Sudamericana 2014, algo más que un trofeo internacional, 17 años después de la última gesta en el exterior. En el emotivo 2-0 sobre Atlético Nacional (cómo olvidar los cabezazos de Mercado y Pezzella, el abrazo conmovedor del Muñeco con el periodista Tití Fernández, por la reciente muerte de su madre), fue titular, como en buena parte del recorrido.
Marcelo Barovero; Gabriel Mercado, Germán Pezzella, Ramiro Funes Mori y Leonel Vangioni; Carlos Sánchez, Leonardo Ponzio y el Chino; Leonardo Pisculichi; Rodrigo Mora y Teófilo Gutiérrez fue el equipo que dio la vuelta olímpica del Monumental.
Este sábado, desde las 18, River se cita con Belgrano, en el Monumental, por el segundo capítulo de la Liga Profesional. El encuentro tendrá un condimento extra: será la despedida del fútbol de Rojas, de 38 años, que anunció su retiro y eligió el Monumental, donde tuvo el mejor paso de su carrera. El Chino, rueda de auxilio, laburante silencioso, esa clase de intérpretes que trabajan para que brillen los demás, tendrá un pequeño homenaje del coloso y del Pirata, en donde seguirá ligado, desde una función administrativa.
Su historia en el fútbol tuvo el prólogo de las divisiones menores de Vélez, en 2007. Pasó por Godoy Cruz hasta que en 2012 llegó a River, donde tuvo dos ciclos: el primero, hasta 2015; logró el Torneo Final 2014, la Superfinal y la Copa Sudamericana de ese mismo año, la Recopa Sudamericana y la Copa Libertadores 2015. Se destacó en Cruz Azul y en 2017 regresó a la banda roja; consiguió otros tres títulos, la Copa Argentina y Supercopa Argentina 2017, jugada en 2018 y en una histórica final ante Boca en Mendoza, y fue parte del primer tramo de la Copa Libertadores 2018; se fue libre a mitad de año.
San Lorenzo, Atlético Tucumán, Central Córdoba de Santiago del Estero y Belgrano. Un auténtico laburante del fútbol. Correr, meter, jugar, luchar, tocar y, de vez en cuando, tirar algo de magia, que algo de eso también tuvo su carrera. Lo contó él mismo, cuando el Muñeco tomó la posta de Ramón y nadie imaginaba que podría construirse la era más gloriosa del gigante.
“Marcelo me dijo que me había visto y que me había quedado en ser un jugador más que nada posicional. Obviamente tenía que ver con la función que tenía en el equipo anterior. Mi responsabilidad era equilibrar con el Lobo para que pudiera pasar Vangioni, para que pudiera pasar Carbonero y que Lanzini también atacara con los dos delanteros. Para un jugador a veces es difícil sacarse un chip y ponerse el otro. Marcelo me dijo que pretendía que los volantes ataquemos y pisemos más el área, que tuviera más dinámica”.
Y siguió, por el mismo sendero: “Cuando alguien te dice algo así, no es lo más lindo, a uno le gusta que lo elogien y le digan cosas lindas, pero también está muy bueno que un técnico te explique lo que pretende de vos, así uno lo puede cambiar. A mí me sirvió mucho porque en la etapa que seguimos de preparación, traté de cambiarlo y de mejorarlo. Y creo que el cambio se notó: tuve más situaciones de gol, convertí, tuve más asistencias en zona de definición. Me gustaba esta nueva función. Y se lo agradezco a Marcelo, porque como nos dijo de entrada: no sólo se proponía hacer un mejor equipo, sino también mejorar a los jugadores”.
El monólogo lo rubricó en una antigua charla con El Gráfico. Rojas, el jugador más silencioso de la era más luminosa, aceptó el desafío. Pisaba el área, recorría largos metros. Iba, volvía. En River dejó un recuerdo imborrable… también por dos penales que cometió y quedaron marcados a fuego. Una mano evitable, una falta de inexperto. Los dos fueron atajados, el primero por Leandro Chichizola, el segundo por Barovero.
El primero fue a los 47 minutos del segundo tiempo, en el que River le ganaba a Racing por 3 a 2, por la 17° fecha del Torneo Final 2014, en el Monumental. Fue considerado “el penal del campeonato”. El equipo millonario había alcanzado a Gimnasia, pero ese impacto en el final pudo haberlo cambiado todo. El tiro libre de un jovencísimo Rodrigo De Paul fue interceptado por una mano “increíble, insólita, inexplicable” de Rojas, según el relator de la TV. Sebastián Saja le pegó fuerte, cruzado y el joven arquero adivinó el gesto con un rápido movimiento de piernas. A partir de allí, se construyó el título.
El segundo fue a los 15 segundos del primer tiempo, en el que River jugaba con Boca por las semifinales de la Copa Sudamericana 2014, en el Monumental. Es considerado el penal icónico de la historia reciente del superclásico. El equipo millonario había rescatado un 0-0 en la Bombonera, en una auténtica batalla. En el desquite, una media vuelta para despejar el peligro y se topó con el cuerpo de Marcelo Meli, que cayó inmediatamente. “Se lo llevó puesto, insólito”, fue el argumento de la TV. El disparo fue a los 3 minutos, 11 segundos, porque un travieso señalaba al ejecutante con un láser. La historia es conocida: Emmanuel Gigliotti decidió el remate a media altura y Trapito se convirtió en héroe, con el dedo índice agitándolo una y otra vez.
¿Qué hubiera pasado si…? Es una hipótesis que, a esta altura, no tiene ningún sentido. El propio Rojas lo mencionó irónicamente tiempo atrás: “Barovero se terminó haciendo famoso gracias a mí. Ese penal se inmortalizó en el corazón del hincha”. A él, ahora, le llega el momento de recibir los últimos aplausos vestido de futbolista, en la misma cancha. Será este sábado, y el Monumental se lo hará saber.
A los 38 años, el mediocampista cuelga los botines y será distinguido este sábado por el equipo millonario y el conjunto cordobés LA NACION