De niño estuvo tres años desaparecido pero la difusión de su foto en una factura de teléfono puso fin al enigma: “Necesito saber quién me cuidó”

Los recuerdos de Pablo García sobre sus primeros años de vida son tan escurridizos que, por más que se esfuerce, su memoria no logra atraparlos. “Hay una imagen recurrente en mi cabeza desde siempre. Soy muy chiquito y estoy sentado en el piso, como jugando, y hay mucha luz. No tengo mucho más que eso”, le dice a LA NACION.
Entre 2003 y 2006, Pablo y sus hermanas, Sara y Agustina, integraron el listado de chicos perdidos que publica Missing Children Argentina. Su mamá se los había llevado y Jorge, su papá, les había perdido el rastro. En ese momento, él tenía tres meses y sus hermanas, 5 y 6 años respectivamente.
El enigma del paradero de los chicos comenzó a resolverse cuando Alejandra, una asistente social, escribió a Missing Children y aportó datos cruciales. Los tres se encontraban en la localidad cordobesa de Villa María: las chicas en un hogar provincial para niñas y Pablo, en uno para varones. La mujer le había dado clases a una de ellas y la reconoció en la foto que difundía Missing Children en la factura de una empresa de celulares. Fue cuestión de días para que los tres hermanitos volvieran a vivir con su papá.
Hace unas semanas, Pablo se contactó con Missing Children. Quería agradecerles por todo lo que sus voluntarios habían hecho en aquel momento para que, tanto él como sus hermanas, pudieran reconectarse con su vida y sus orígenes.
“Para nosotros, fue muy gratificante recibir su mensaje. A mí, en lo personal, me emocionó hasta las lágrimas”, dice Lidia Grichener, voluntaria de la organización y quien se desempeñaba como su presidenta por aquellos años.
“Si aquella asistente social no hubiera visto la foto en esa factura y no nos llamaba, tal vez hoy los seguiríamos buscando. Lamentablemente no nos consta que el juzgado de Córdoba haya estado buscando a sus familiares en forma activa”, dice Grichener.
“No sabía que había vivido en un hogar”
Pablo tiene hoy 23 años y vive en Wilde con un hermano mayor que tiene por parte de su padre. Está terminando el profesorado de Educación Física y trabaja en un gimnasio. Cuenta que su vida no fue fácil y que el deporte fue, más de una vez, su tabla de salvación.
Tiempo después del reencuentro, Jorge, su papá, falleció en un incendio. “En aquel tiempo no compartía casa con mis hermanas. Ellas vivía con una tía, y yo con diferentes parientes hasta que a eso de mi 12 años empecé a vivir con mi hermano”, relata el joven.
Pablo dice que, a medida que fue creciendo, las dudas sobre su origen crecían también. Pero que, cada vez que preguntaba por su pasado, lo que recibía eran, más que nada, respuestas evasivas. “Me decían que mi mamá tenía problemas de consumo y nos había abandonado y no mucho más. Durante muchos años no supe que yo había vivido en un hogar en Córdoba”, dice Pablo.
Si bien su mamá había tratado de contactarlo en varias oportunidades, él siempre la había rechazado. Eso cambió el año último: Pablo accedió a hablar con ella. Fue una larga charla telefónica que le trajo respuestas pero también nuevas preguntas acerca de su infancia.
“Mi mamá me contó que ella se había ido a Córdoba conmigo y mis hermanas escapando de situaciones de violencia. Y que como no nos podía cuidar bien por sus temas de consumo, nos dejó en un hogar”, agrega el joven, quien se pregunta si aquel recuerdo suyo de pequeño, jugando en el piso, no sería de aquel lugar.
Con toda la información que le dio su mamá, Pablo se contactó con Missing Children. Mediante un mensaje escrito vía WhatsApp, agradeció el trabajo de aquellos años y cerró con un pedido.
“Estoy en proceso de reconstrucción de mi historia personal, y por eso quisiera saber si ustedes conservan algún tipo de archivo, registro, fotografía, publicación o constancia de ese caso. Me encantaría poder contar con ese material como parte de mi proceso de identidad y memoria”, pide en esas líneas.
En Missing conservaban la ficha del caso pero no así el expediente. “En aquel tiempo la Justicia se manejaba vía fax y, con el tiempo, la tinta de aquellos aparatos se iba borrando por completo”, explica Grichener.
La organización también conserva los correos electrónicos que intercambió con Alejandra, la asistente social que reconoció a una de las hermanas de Pablo. “Era una profesional que trabajaba en el municipio de Villa María y le había dado clases a una de las chicas, a la que había identificado en una factura de celular”, recuerda.
En ese intercambio, Alejandra también confirmó que los chicos seguían viviendo en instituciones, aunque según una nota de LA NACION de aquellos años, los hermanos estuvieron a punto de comenzar un proceso de adopción.
El contacto con Missing fue clave para que Pablo conociera el número de expediente y el número de tribunal de menores de San Martín que llevó adelante la causa por su desaparición en 2003.
“Ya me acerqué al Juzgado para pedir el desarchivo de la causa. Estoy esperando la respuesta”, explica. Su objetivo es obtener nuevas piezas para armar el rompecabezas de su pasado.
“Me gustaría saber en qué institución estuve en Córdoba. Y también quién me cuidó durante aquellos años. Si siempre fue una misma persona o fueron varias”, dice Pablo. En paralelo, está tratando de reconstruir el vínculo con su mamá, de cara al futuro. “Nadie es malo a propósito. Sé que perdonarla me sana a mí”, asegura.
Para Grichener, casos como el de Pablo refuerzan la importancia de la difusión de imágenes en los procesos de búsqueda. “Siempre decimos: ‘Prestanos tus ojos’. Necesitamos que la sociedad mire y si ve un chico en una situación extraña, que entre en la página”, dice Grichener. “Sólo con la ayuda de la comunidad podemos hacer que más chicos regresen a sus hogares”, concluye.
Más información
A dónde llamar si tenés un dato sobre una persona perdida:·
- Podés llamar al 134, la línea del Ministerio de Seguridad.
- Podés llamar al 911.
- Si hay sospechas de que el caso está vinculado con trata de personas, se puede llamar a la línea 145 de la Procuraduría de Trata y Explotación de Personas.
- Si se trata de un niño, niña o adolescente, podés comunicarte con la organización Missing Children al 11-4157-3101.
- Si la persona es adulta, podés comunicarte con Personas Perdidas vía WhatsApp al 11-4915-9470 o por Instagram a @personasperdidas.
Si querés saber qué es lo que hay que hacer durante las primeras horas de desaparición de una persona, podés entrar a esta guía de LA NACION con toda la información necesaria sobre cómo proceder.
“Quiénes son y qué les pasó a los niños desaparecidos de la Argentina”. En este informe especial, LA NACION reconstruye sus historias junto a familiares que, en soledad y sin ayuda del Estado, viajan por el país detrás de una pista que los ayude a reencontrarse con ese niño que un día alguien se llevó.
Los recuerdos de Pablo García sobre sus primeros años de vida son tan escurridizos que, por más que se esfuerce, su memoria no logra atraparlos. “Hay una imagen recurrente en mi cabeza desde siempre. Soy muy chiquito y estoy sentado en el piso, como jugando, y hay mucha luz. No tengo mucho más que eso”, le dice a LA NACION.
Entre 2003 y 2006, Pablo y sus hermanas, Sara y Agustina, integraron el listado de chicos perdidos que publica Missing Children Argentina. Su mamá se los había llevado y Jorge, su papá, les había perdido el rastro. En ese momento, él tenía tres meses y sus hermanas, 5 y 6 años respectivamente.
El enigma del paradero de los chicos comenzó a resolverse cuando Alejandra, una asistente social, escribió a Missing Children y aportó datos cruciales. Los tres se encontraban en la localidad cordobesa de Villa María: las chicas en un hogar provincial para niñas y Pablo, en uno para varones. La mujer le había dado clases a una de ellas y la reconoció en la foto que difundía Missing Children en la factura de una empresa de celulares. Fue cuestión de días para que los tres hermanitos volvieran a vivir con su papá.
Hace unas semanas, Pablo se contactó con Missing Children. Quería agradecerles por todo lo que sus voluntarios habían hecho en aquel momento para que, tanto él como sus hermanas, pudieran reconectarse con su vida y sus orígenes.
“Para nosotros, fue muy gratificante recibir su mensaje. A mí, en lo personal, me emocionó hasta las lágrimas”, dice Lidia Grichener, voluntaria de la organización y quien se desempeñaba como su presidenta por aquellos años.
“Si aquella asistente social no hubiera visto la foto en esa factura y no nos llamaba, tal vez hoy los seguiríamos buscando. Lamentablemente no nos consta que el juzgado de Córdoba haya estado buscando a sus familiares en forma activa”, dice Grichener.
“No sabía que había vivido en un hogar”
Pablo tiene hoy 23 años y vive en Wilde con un hermano mayor que tiene por parte de su padre. Está terminando el profesorado de Educación Física y trabaja en un gimnasio. Cuenta que su vida no fue fácil y que el deporte fue, más de una vez, su tabla de salvación.
Tiempo después del reencuentro, Jorge, su papá, falleció en un incendio. “En aquel tiempo no compartía casa con mis hermanas. Ellas vivía con una tía, y yo con diferentes parientes hasta que a eso de mi 12 años empecé a vivir con mi hermano”, relata el joven.
Pablo dice que, a medida que fue creciendo, las dudas sobre su origen crecían también. Pero que, cada vez que preguntaba por su pasado, lo que recibía eran, más que nada, respuestas evasivas. “Me decían que mi mamá tenía problemas de consumo y nos había abandonado y no mucho más. Durante muchos años no supe que yo había vivido en un hogar en Córdoba”, dice Pablo.
Si bien su mamá había tratado de contactarlo en varias oportunidades, él siempre la había rechazado. Eso cambió el año último: Pablo accedió a hablar con ella. Fue una larga charla telefónica que le trajo respuestas pero también nuevas preguntas acerca de su infancia.
“Mi mamá me contó que ella se había ido a Córdoba conmigo y mis hermanas escapando de situaciones de violencia. Y que como no nos podía cuidar bien por sus temas de consumo, nos dejó en un hogar”, agrega el joven, quien se pregunta si aquel recuerdo suyo de pequeño, jugando en el piso, no sería de aquel lugar.
Con toda la información que le dio su mamá, Pablo se contactó con Missing Children. Mediante un mensaje escrito vía WhatsApp, agradeció el trabajo de aquellos años y cerró con un pedido.
“Estoy en proceso de reconstrucción de mi historia personal, y por eso quisiera saber si ustedes conservan algún tipo de archivo, registro, fotografía, publicación o constancia de ese caso. Me encantaría poder contar con ese material como parte de mi proceso de identidad y memoria”, pide en esas líneas.
En Missing conservaban la ficha del caso pero no así el expediente. “En aquel tiempo la Justicia se manejaba vía fax y, con el tiempo, la tinta de aquellos aparatos se iba borrando por completo”, explica Grichener.
La organización también conserva los correos electrónicos que intercambió con Alejandra, la asistente social que reconoció a una de las hermanas de Pablo. “Era una profesional que trabajaba en el municipio de Villa María y le había dado clases a una de las chicas, a la que había identificado en una factura de celular”, recuerda.
En ese intercambio, Alejandra también confirmó que los chicos seguían viviendo en instituciones, aunque según una nota de LA NACION de aquellos años, los hermanos estuvieron a punto de comenzar un proceso de adopción.
El contacto con Missing fue clave para que Pablo conociera el número de expediente y el número de tribunal de menores de San Martín que llevó adelante la causa por su desaparición en 2003.
“Ya me acerqué al Juzgado para pedir el desarchivo de la causa. Estoy esperando la respuesta”, explica. Su objetivo es obtener nuevas piezas para armar el rompecabezas de su pasado.
“Me gustaría saber en qué institución estuve en Córdoba. Y también quién me cuidó durante aquellos años. Si siempre fue una misma persona o fueron varias”, dice Pablo. En paralelo, está tratando de reconstruir el vínculo con su mamá, de cara al futuro. “Nadie es malo a propósito. Sé que perdonarla me sana a mí”, asegura.
Para Grichener, casos como el de Pablo refuerzan la importancia de la difusión de imágenes en los procesos de búsqueda. “Siempre decimos: ‘Prestanos tus ojos’. Necesitamos que la sociedad mire y si ve un chico en una situación extraña, que entre en la página”, dice Grichener. “Sólo con la ayuda de la comunidad podemos hacer que más chicos regresen a sus hogares”, concluye.
Más información
A dónde llamar si tenés un dato sobre una persona perdida:·
- Podés llamar al 134, la línea del Ministerio de Seguridad.
- Podés llamar al 911.
- Si hay sospechas de que el caso está vinculado con trata de personas, se puede llamar a la línea 145 de la Procuraduría de Trata y Explotación de Personas.
- Si se trata de un niño, niña o adolescente, podés comunicarte con la organización Missing Children al 11-4157-3101.
- Si la persona es adulta, podés comunicarte con Personas Perdidas vía WhatsApp al 11-4915-9470 o por Instagram a @personasperdidas.
Si querés saber qué es lo que hay que hacer durante las primeras horas de desaparición de una persona, podés entrar a esta guía de LA NACION con toda la información necesaria sobre cómo proceder.
“Quiénes son y qué les pasó a los niños desaparecidos de la Argentina”. En este informe especial, LA NACION reconstruye sus historias junto a familiares que, en soledad y sin ayuda del Estado, viajan por el país detrás de una pista que los ayude a reencontrarse con ese niño que un día alguien se llevó.
Pablo García se enteró el año pasado de que vivió en un hogar de niños en Córdoba mientras su papá lo buscaba en Buenos Aires; gracias a una imagen difundida por Missing Children lograron reencontrarse; ahora busca información sobre su paso por la institución LA NACION