Espías rusos: investigan la red de apoyo logístico y monetario que facilitó la llegada de agentes de inteligencia

Los espías rusos que se movieron por la Argentina como “Ludwig Gisch” y “María Rosa Mayer Muños” no fueron los únicos. Otra media docena de posibles agentes de inteligencia pasó o se instaló en el país durante los últimos años. Y todos ellos contaron con una red de apoyo logístico y monetario que abarcó a ciudadanos argentinos y extranjeros, según surge de dos informes oficiales que reconstruyeron las actividades de esos espías en el país entre 2012 y 2022 y datos adicionales que constan en un dictamen fiscal al que accedió LA NACION.
Ambos informes oficiales detallan que “Gisch” y “Mayer Muños” recibieron documentos falsos, dinero y otros insumos que les permitieron moverse por la ciudad de Buenos Aires y, al menos, seis provincias durante años, sin que saltaran las alarmas oficiales. Por el contrario, se instalaron y espiaron en el país e, incluso, cruzaron las fronteras con dos identidades distintas cada uno y llegaron a votar en las elecciones nacionales de 2013.
Redactados en diciembre de 2023 por la Dirección Nacional de Inteligencia Criminal (DNIC) del Ministerio de Seguridad nacional y en noviembre de 2024 por la Unidad Fiscal Especializada en Criminalidad Organizada (Upeco), que lidera el fiscal Santiago Marquevich, ambos informes constituyeron la base del dictamen que el fiscal federal Eduardo Taiano presentó a fines de mayo ante el juez federal Sebastián Ramos. ¿El objetivo? Avanzar contra la red logística que apoyó a los espías contra la Argentina.
En su dictamen, el fiscal Taiano pidió medidas de prueba para avanzar sobre los integrantes de esa red que asistió a “Gisch” y “Mayer Muños” –es decir, los espías rusos Artem Dultsev y Anna Iudina-, antes, durante y después de que se radicaran en el barrio porteño de Belgrano, desde donde llegaron a espiar a tres madres del colegio de sus hijos.
De manera indirecta, el fiscal Taiano también se apoyó en los datos que las autoridades eslovenas remitieron a la Argentina en las semanas posteriores a los arrestos de “Gisch” y “Mayer Muños” en aquel país, en diciembre de 2022, aunque algunos de esos datos resultaron ser incorrectos. ¿Un ejemplo? Consignaron que la hija de la pareja, había nacido en Moscú, en 2013, y el hijo, en San Petersburgo, en 2015, pero luego se verificó que ambos nacieron en el Hospital Italiano de Buenos Aires.
En su informe, Taiano detalló el nombre de tres sospechosos de integrar la red local e incluyó los nombres de seis rusos que pasaron por la Argentina durante los últimos años y que, de acuerdo a las investigaciones de la DNIC –durante la gestión ministerial de Aníbal Fernández-, integrarían el espionaje militar de Moscú, conocido por las siglas GRU, a diferencia de “Gisch” y “Mayer Muños”, que integraban el SVR, abocado al espionaje civil.
Los sospechosos
El primer sospechoso de integrar esa red sería, de acuerdo con esos informes, el funcionario que tramitó en Viedma el pedido de “Gisch” para acceder a la ciudadanía argentina, apoyado en documentación falsa. ¿Cuál? Un certificado adulterado de defunción austríaco de 2010, a nombre de la falsa madre del espía, una argentina llamada Helga Tatschke que en realidad murió en 1947, en Buenos Aires, a los cuatro años de edad.
El fiscal Taiano considera que ese funcionario, identificado como Fabián Horacio Gutiérrez (59 años), debe ser investigado junto a su esposa, la ucraniana Olga Alexandrivska (63), y al argelino Ali Kherchi (60), quien reside o residió en Buenos Aires. Los tres, según el dictamen, “pudieron haber colaborado con Artem Viktorovich Dultsev [por ‘Gisch’] y Anna Valerevna Dultseva [por ‘Mayer Muños] para la consecución de sus objetivos ilícitos”.
-No hay problema, que investiguen. Olga es mi mujer; el otro no sé quién es-, replicó Gutiérrez cuando LA NACION lo contactó vía telefónica-. Seguramente tendré que viajar a algún tribunal para dar mi descargo porque nosotros somos proponentes de los trámites de ciudadanía, pero los controladores son otros. La documentación [de “Gisch”] para mí era verídica, y yo no manejo la parte digital, que se maneja en el Renaper [por el Registro Nacional de las Personas]. Ellos son los que están a cargo de controlar cada trámite.
Según remarcó la UFECO, que lidera el fiscal Marquevich, el acceso fraudulento de “Gisch” a la ciudadanía argentina destrabó, a su vez, la de su esposa, que decía haberse criado en México tras su falso nacimiento en Grecia. “La maniobra antedicha hizo posible que Artem Viktorovich Dultsev y Anna Valerevna Dultseva […] respectivamente puedan ocultar sus verdaderas identidades y llevar adelante sus tareas de espionaje ilegal”, consignó.
-¿Conoce usted a Kherkhi?-, insistió LA NACION a Gutiérrez.
-No, ni idea.
-Figura que viajó con usted a Turquía, en 2016, y compartieron los vuelos de ida y vuelta.
-Ni idea –insistió Gutiérrez, en un tono monocorde-. Yo fui a Ucrania con mi señora, en un avión que hizo escala en Turquía.
En su página personal en Facebook, Gutiérrez sólo subió dos imágenes. Una panorámica de una mezquita en Turquía y un retrato suyo, que su esposa Olga Alexandrivska elogió desde una cuenta a nombre de “Olita Gutiérrez” que abrió en esa red social, en la que no aparecen imágenes de su rostro.
Apoyada en registros migratorios, la Dirección de Inteligencia Criminal (DNIC) consignó lo que caracterizó como “una sugestiva vinculación” entre Gutiérrez y el argelino Kherchi, “cuyo lugar de procedencia al ingresar por primera vez a nuestro país fue Moscú”, y que durante 2016 compartió con Gutiérrez -o coincidió en- dos vuelos de Turkish Airlines. Serían el 6 de septiembre con destino a Turquía y el 1 de octubre de regreso a la Argentina.
La DNIC consignó otro dato sugestivo sobre Kherchi, quien trabajó para la embajada de la República Argelina Democrática y Popular, un país afín a Rusia. ¿Cuál? Fijó su domicilio en la calle 11 de Septiembre 2140 de la ciudad de Buenos Aires. A tan solo dos cuadras del departamento de la calle O’Higgins donde vivió la familia “Gisch” en Buenos Aires.
Para la DNIC, la detección de la presencia de “Gisch” y “Mayer Muños” en la Argentina conllevó la apertura de una pesquisa sobre qué pasó alrededor de ellos durante esos años. ¿Por qué? Por “la posible existencia en nuestro país de una organización criminal de apoyo y facilitación de actividades de inteligencia de actores extranjeros”
“En caso de probarse los hechos que les imputan a los ciudadanos extranjeros –abundó la DNIC-, es posible esbozar a modo de hipótesis que contaron con actores locales que les facilitaron, mediante distintas conductas, la comisión de delitos tales como falsificación de documentos, movimientos de dinero, entre otras conductas”.
¿Red de espías?
A fin de investigar a los “Gisch” y otros sospechosos, el fiscal Taiano le requirió al juez Ramos el acceso a los registros de llamadas entrantes y salientes de todos ellos, y el levantamiento de los secretos bancario, financiero y bursátil de todos ellos, como también todos los datos que puedan haber acumulado las empresas PayPal, Payoneer, Prex, Mercado Libre y Ualá, además de la información disponible en WhatsApp y Meta.
En el dictamen, el fiscal Taiano detalló los nombres de seis extranjeros que pasaron por la Argentina, sospechados de espiar para Rusia. ¿Sus nombres? Alexander Verner, Olga Koloba, Denis Sergeev, Vladimir Ochatov, Irina Bain y Andrei Zuev, “encuadrando las conductas en una posible infracción a la ley 13.985”. La ley que penaliza los actos de espionaje, sabotaje y traición en la Argentina desde 1950, en el amanecer de la Guerra Fría.
Ninguno de esos nombres integra la supuesta célula de espías que el 18 de junio denunció el vocero presidencial, Manuel Adorni –y que integrarían Lev Konstantinovich Andriashvili y su esposa, Irina Yakovenko, como parte de una entidad denominada “La Compañía”, asociada al “Proyecto Lahkta”-, y que rechazó la embajada rusa. “Lamentablemente esta no es la primera oleada de una manía de espionaje relacionada con los intentos de los adversarios de nuestro país de perjudicar las relaciones ruso-argentinas”, sostuvo.
En el caso de los seis extranjeros que quedaron bajo el foco de la DNIC y el fiscal Taiano incorporó a su dictamen, ¿por qué levantaron sospechas? Entre otros motivos, por un error cometido por el servicio de espionaje militar ruso (GRU): emitió pasaportes con números consecutivos. Así, el pasaporte de Alexander Verner (número 643258017) es muy próximo al de dos agentes del GRU que ya salieron a la luz: Olga Koloba (643258050), quien se movió por Europa bajo la identidad peruana falsa de María Adela Kuhfeldt Rivera, y el general Denis Sergeev –alias “Sergei Fedotov”, (643258060), acusado de envenenamientos en Europa.
Los espías rusos que se movieron por la Argentina como “Ludwig Gisch” y “María Rosa Mayer Muños” no fueron los únicos. Otra media docena de posibles agentes de inteligencia pasó o se instaló en el país durante los últimos años. Y todos ellos contaron con una red de apoyo logístico y monetario que abarcó a ciudadanos argentinos y extranjeros, según surge de dos informes oficiales que reconstruyeron las actividades de esos espías en el país entre 2012 y 2022 y datos adicionales que constan en un dictamen fiscal al que accedió LA NACION.
Ambos informes oficiales detallan que “Gisch” y “Mayer Muños” recibieron documentos falsos, dinero y otros insumos que les permitieron moverse por la ciudad de Buenos Aires y, al menos, seis provincias durante años, sin que saltaran las alarmas oficiales. Por el contrario, se instalaron y espiaron en el país e, incluso, cruzaron las fronteras con dos identidades distintas cada uno y llegaron a votar en las elecciones nacionales de 2013.
Redactados en diciembre de 2023 por la Dirección Nacional de Inteligencia Criminal (DNIC) del Ministerio de Seguridad nacional y en noviembre de 2024 por la Unidad Fiscal Especializada en Criminalidad Organizada (Upeco), que lidera el fiscal Santiago Marquevich, ambos informes constituyeron la base del dictamen que el fiscal federal Eduardo Taiano presentó a fines de mayo ante el juez federal Sebastián Ramos. ¿El objetivo? Avanzar contra la red logística que apoyó a los espías contra la Argentina.
En su dictamen, el fiscal Taiano pidió medidas de prueba para avanzar sobre los integrantes de esa red que asistió a “Gisch” y “Mayer Muños” –es decir, los espías rusos Artem Dultsev y Anna Iudina-, antes, durante y después de que se radicaran en el barrio porteño de Belgrano, desde donde llegaron a espiar a tres madres del colegio de sus hijos.
De manera indirecta, el fiscal Taiano también se apoyó en los datos que las autoridades eslovenas remitieron a la Argentina en las semanas posteriores a los arrestos de “Gisch” y “Mayer Muños” en aquel país, en diciembre de 2022, aunque algunos de esos datos resultaron ser incorrectos. ¿Un ejemplo? Consignaron que la hija de la pareja, había nacido en Moscú, en 2013, y el hijo, en San Petersburgo, en 2015, pero luego se verificó que ambos nacieron en el Hospital Italiano de Buenos Aires.
En su informe, Taiano detalló el nombre de tres sospechosos de integrar la red local e incluyó los nombres de seis rusos que pasaron por la Argentina durante los últimos años y que, de acuerdo a las investigaciones de la DNIC –durante la gestión ministerial de Aníbal Fernández-, integrarían el espionaje militar de Moscú, conocido por las siglas GRU, a diferencia de “Gisch” y “Mayer Muños”, que integraban el SVR, abocado al espionaje civil.
Los sospechosos
El primer sospechoso de integrar esa red sería, de acuerdo con esos informes, el funcionario que tramitó en Viedma el pedido de “Gisch” para acceder a la ciudadanía argentina, apoyado en documentación falsa. ¿Cuál? Un certificado adulterado de defunción austríaco de 2010, a nombre de la falsa madre del espía, una argentina llamada Helga Tatschke que en realidad murió en 1947, en Buenos Aires, a los cuatro años de edad.
El fiscal Taiano considera que ese funcionario, identificado como Fabián Horacio Gutiérrez (59 años), debe ser investigado junto a su esposa, la ucraniana Olga Alexandrivska (63), y al argelino Ali Kherchi (60), quien reside o residió en Buenos Aires. Los tres, según el dictamen, “pudieron haber colaborado con Artem Viktorovich Dultsev [por ‘Gisch’] y Anna Valerevna Dultseva [por ‘Mayer Muños] para la consecución de sus objetivos ilícitos”.
-No hay problema, que investiguen. Olga es mi mujer; el otro no sé quién es-, replicó Gutiérrez cuando LA NACION lo contactó vía telefónica-. Seguramente tendré que viajar a algún tribunal para dar mi descargo porque nosotros somos proponentes de los trámites de ciudadanía, pero los controladores son otros. La documentación [de “Gisch”] para mí era verídica, y yo no manejo la parte digital, que se maneja en el Renaper [por el Registro Nacional de las Personas]. Ellos son los que están a cargo de controlar cada trámite.
Según remarcó la UFECO, que lidera el fiscal Marquevich, el acceso fraudulento de “Gisch” a la ciudadanía argentina destrabó, a su vez, la de su esposa, que decía haberse criado en México tras su falso nacimiento en Grecia. “La maniobra antedicha hizo posible que Artem Viktorovich Dultsev y Anna Valerevna Dultseva […] respectivamente puedan ocultar sus verdaderas identidades y llevar adelante sus tareas de espionaje ilegal”, consignó.
-¿Conoce usted a Kherkhi?-, insistió LA NACION a Gutiérrez.
-No, ni idea.
-Figura que viajó con usted a Turquía, en 2016, y compartieron los vuelos de ida y vuelta.
-Ni idea –insistió Gutiérrez, en un tono monocorde-. Yo fui a Ucrania con mi señora, en un avión que hizo escala en Turquía.
En su página personal en Facebook, Gutiérrez sólo subió dos imágenes. Una panorámica de una mezquita en Turquía y un retrato suyo, que su esposa Olga Alexandrivska elogió desde una cuenta a nombre de “Olita Gutiérrez” que abrió en esa red social, en la que no aparecen imágenes de su rostro.
Apoyada en registros migratorios, la Dirección de Inteligencia Criminal (DNIC) consignó lo que caracterizó como “una sugestiva vinculación” entre Gutiérrez y el argelino Kherchi, “cuyo lugar de procedencia al ingresar por primera vez a nuestro país fue Moscú”, y que durante 2016 compartió con Gutiérrez -o coincidió en- dos vuelos de Turkish Airlines. Serían el 6 de septiembre con destino a Turquía y el 1 de octubre de regreso a la Argentina.
La DNIC consignó otro dato sugestivo sobre Kherchi, quien trabajó para la embajada de la República Argelina Democrática y Popular, un país afín a Rusia. ¿Cuál? Fijó su domicilio en la calle 11 de Septiembre 2140 de la ciudad de Buenos Aires. A tan solo dos cuadras del departamento de la calle O’Higgins donde vivió la familia “Gisch” en Buenos Aires.
Para la DNIC, la detección de la presencia de “Gisch” y “Mayer Muños” en la Argentina conllevó la apertura de una pesquisa sobre qué pasó alrededor de ellos durante esos años. ¿Por qué? Por “la posible existencia en nuestro país de una organización criminal de apoyo y facilitación de actividades de inteligencia de actores extranjeros”
“En caso de probarse los hechos que les imputan a los ciudadanos extranjeros –abundó la DNIC-, es posible esbozar a modo de hipótesis que contaron con actores locales que les facilitaron, mediante distintas conductas, la comisión de delitos tales como falsificación de documentos, movimientos de dinero, entre otras conductas”.
¿Red de espías?
A fin de investigar a los “Gisch” y otros sospechosos, el fiscal Taiano le requirió al juez Ramos el acceso a los registros de llamadas entrantes y salientes de todos ellos, y el levantamiento de los secretos bancario, financiero y bursátil de todos ellos, como también todos los datos que puedan haber acumulado las empresas PayPal, Payoneer, Prex, Mercado Libre y Ualá, además de la información disponible en WhatsApp y Meta.
En el dictamen, el fiscal Taiano detalló los nombres de seis extranjeros que pasaron por la Argentina, sospechados de espiar para Rusia. ¿Sus nombres? Alexander Verner, Olga Koloba, Denis Sergeev, Vladimir Ochatov, Irina Bain y Andrei Zuev, “encuadrando las conductas en una posible infracción a la ley 13.985”. La ley que penaliza los actos de espionaje, sabotaje y traición en la Argentina desde 1950, en el amanecer de la Guerra Fría.
Ninguno de esos nombres integra la supuesta célula de espías que el 18 de junio denunció el vocero presidencial, Manuel Adorni –y que integrarían Lev Konstantinovich Andriashvili y su esposa, Irina Yakovenko, como parte de una entidad denominada “La Compañía”, asociada al “Proyecto Lahkta”-, y que rechazó la embajada rusa. “Lamentablemente esta no es la primera oleada de una manía de espionaje relacionada con los intentos de los adversarios de nuestro país de perjudicar las relaciones ruso-argentinas”, sostuvo.
En el caso de los seis extranjeros que quedaron bajo el foco de la DNIC y el fiscal Taiano incorporó a su dictamen, ¿por qué levantaron sospechas? Entre otros motivos, por un error cometido por el servicio de espionaje militar ruso (GRU): emitió pasaportes con números consecutivos. Así, el pasaporte de Alexander Verner (número 643258017) es muy próximo al de dos agentes del GRU que ya salieron a la luz: Olga Koloba (643258050), quien se movió por Europa bajo la identidad peruana falsa de María Adela Kuhfeldt Rivera, y el general Denis Sergeev –alias “Sergei Fedotov”, (643258060), acusado de envenenamientos en Europa.
El fiscal Taiano pidió medidas de prueba para determinar si se entregaron documentos falsos, dinero y otros insumos; se suman a los casos de Ludwig Gisch y María Rosa Mayer Muños, que con esas identidades falsas recorrieron el país y votaron en las elecciones LA NACION