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La causa de la sucesión de Sarlo sigue sin juez y el expediente volvió a la Cámara de Apelaciones

El “culebrón” del legado de Beatriz Sarlo tiene nuevas entregas. Hoy, cuando parecía que la sucesión de la escritora -en la que concurren el marido arquitecto residente en Chile, Alberto Sato; el encargado del edificio de Caballito, Melanio Alberto Meza López, y el gobierno porteño- se encaminaba a una nueva etapa del proceso, la excusación del juez Fernando Cesari, del Juzgado Civil n° 60, y el rechazo de la jueza Cecilia Kandus, del Juzgado Civil n° 24, hizo que el expediente retrocediera algunos casilleros. La situación es la misma que hace una semana y otra vez la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil debe expedirse al respecto.

El primer juez de la causa fue Carlos Goggi, del Juzgado Civil n° 91, a quien la Cámara de Apelaciones apartó porque entendió que había adelantado el fallo, al excluir como legatario a Sato, el marido de quien la escritora nunca se divorció, por considerar que estaban separados de hecho, por décadas. En un nuevo sorteo, la causa recayó en el juzgado de Cesari, que hoy se excusó de intervenir por razones de conocimiento con el letrado de Sato, el doctor Agustín Mariano Lipovsek Albores, y de su madre, la pediatra Estela Albores, que atendía a los hijos del juez. El juez alegó “cuestiones de decoro y delicadeza”.

«Gomina para la peluca»: la vicepresidenta que desafía a los Milei

La causa, entonces, fue sorteada nuevamente y recayó en el Juzgado Civil n° 24, a cargo de Cecilia Kandus, designada por el Senado en 2018. Pero la jueza también rechazó el expediente al señalar que la excusación tiene que fundarse en la relación con las partes litigantes (Sato o Meza López) y no con “los profesionales que los representan o patrocinan”, señala la jueza en un farragoso escrito. “La vinculación que señala el magistrado [Cesari] con el letrado [Lipovsek Albores] y su madre de ningún modo habilitan a la excusación pretendida por motivos graves de decoro y delicadeza”, concluye.

Ante este “conflicto de competencia negativa” (es decir que ningún juez acepta la causa), la Cámara de Apelaciones debe decidir si le toca a Cesari o a Kandus hacerse cargo del expediente. Sin embargo, si el tribunal confirma a Cesari, los abogados del encargado lo recusarán, porque él mismo sostuvo que tenía afinidad con una de las partes. Lo más probable es que Kandus sea confirmada como la jueza del caso Sarlo.

El presunto testamento ológrafo de Sarlo, que ya fue digitalizado, se preserva en una caja fuerte del tribunal y hasta que no se designe juez, el peritaje caligráfico queda en suspenso. Es probable que si el juez determina que el testamento es válido (luego del informe pericial) el letrado de Sato argumente que Sarlo no estaba lúcida al momento de escribirlo, como ya sostuvieron ante medios de prensa algunos amigos de la escritora.

Mientras tanto, LA NACION pudo saber que Nini, la gata de Sarlo y Rafael Filippelli, vive con la gata de Meza López, que se llama Itys, en el departamento de la autora de Escenas de la vida posmoderna. Esto se explica porque la pareja de Meza López, que está embarazada de ocho meses, por recomendación médica debe mantenerse alejada de estos animales que transmiten la toxoplasmosis.

El “culebrón” del legado de Beatriz Sarlo tiene nuevas entregas. Hoy, cuando parecía que la sucesión de la escritora -en la que concurren el marido arquitecto residente en Chile, Alberto Sato; el encargado del edificio de Caballito, Melanio Alberto Meza López, y el gobierno porteño- se encaminaba a una nueva etapa del proceso, la excusación del juez Fernando Cesari, del Juzgado Civil n° 60, y el rechazo de la jueza Cecilia Kandus, del Juzgado Civil n° 24, hizo que el expediente retrocediera algunos casilleros. La situación es la misma que hace una semana y otra vez la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil debe expedirse al respecto.

El primer juez de la causa fue Carlos Goggi, del Juzgado Civil n° 91, a quien la Cámara de Apelaciones apartó porque entendió que había adelantado el fallo, al excluir como legatario a Sato, el marido de quien la escritora nunca se divorció, por considerar que estaban separados de hecho, por décadas. En un nuevo sorteo, la causa recayó en el juzgado de Cesari, que hoy se excusó de intervenir por razones de conocimiento con el letrado de Sato, el doctor Agustín Mariano Lipovsek Albores, y de su madre, la pediatra Estela Albores, que atendía a los hijos del juez. El juez alegó “cuestiones de decoro y delicadeza”.

«Gomina para la peluca»: la vicepresidenta que desafía a los Milei

La causa, entonces, fue sorteada nuevamente y recayó en el Juzgado Civil n° 24, a cargo de Cecilia Kandus, designada por el Senado en 2018. Pero la jueza también rechazó el expediente al señalar que la excusación tiene que fundarse en la relación con las partes litigantes (Sato o Meza López) y no con “los profesionales que los representan o patrocinan”, señala la jueza en un farragoso escrito. “La vinculación que señala el magistrado [Cesari] con el letrado [Lipovsek Albores] y su madre de ningún modo habilitan a la excusación pretendida por motivos graves de decoro y delicadeza”, concluye.

Ante este “conflicto de competencia negativa” (es decir que ningún juez acepta la causa), la Cámara de Apelaciones debe decidir si le toca a Cesari o a Kandus hacerse cargo del expediente. Sin embargo, si el tribunal confirma a Cesari, los abogados del encargado lo recusarán, porque él mismo sostuvo que tenía afinidad con una de las partes. Lo más probable es que Kandus sea confirmada como la jueza del caso Sarlo.

El presunto testamento ológrafo de Sarlo, que ya fue digitalizado, se preserva en una caja fuerte del tribunal y hasta que no se designe juez, el peritaje caligráfico queda en suspenso. Es probable que si el juez determina que el testamento es válido (luego del informe pericial) el letrado de Sato argumente que Sarlo no estaba lúcida al momento de escribirlo, como ya sostuvieron ante medios de prensa algunos amigos de la escritora.

Mientras tanto, LA NACION pudo saber que Nini, la gata de Sarlo y Rafael Filippelli, vive con la gata de Meza López, que se llama Itys, en el departamento de la autora de Escenas de la vida posmoderna. Esto se explica porque la pareja de Meza López, que está embarazada de ocho meses, por recomendación médica debe mantenerse alejada de estos animales que transmiten la toxoplasmosis.

 Mientras se espera la definición del magistrado que seguirá el caso, el peritaje caligráfico del testamento de la intelectual queda en suspenso  LA NACION

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