Por qué hay baja presión de gas en los hogares

Durante los últimos días, varios sectores de la ciudad de Mar del Plata y otros puntos de la provincia de Buenos Aires enfrentaron un fenómeno que pocos anticipaban: baja presión o corte total del suministro de gas en hogares. Este hecho, con pocos antecedentes en una ciudad abastecida por una red histórica y en principio robusta, dejó al descubierto una cadena de problemas técnicos, estructurales y de gestión que afectan al sistema energético argentino.
La red residencial colpasó debido a la falta de presión de gas, que se produjo por una conjunción de demanda récord, restricciones en la capacidad de transporte, y cuellos de botella en la red troncal.
El martes se registró una demanda residencial récord de más de 100 millones de metros cúbicos diarios. Esta cifra superó ampliamente el promedio de consumo de un día invernal típico, lo que puso al límite la capacidad del sistema nacional de transporte de gas natural.
Según explicó un técnico de Camuzzi Gas Pampeana, empresa distribuidora en la región, “el sistema no tiene espalda técnica para responder a este nivel de demanda residencial. Los gasoductos están al límite, y si en algún punto hay una caída de presión, el resto de la red empieza a desinflarse como un globo pinchado”.
Uno de los puntos críticos detectados fue la estación reguladora de presión ubicada en Tandil, donde se origina una derivación clave para abastecer a Mar del Plata. Esta planta funciona como una suerte de “válvula madre” que regula el flujo hacia la ciudad costera y otros partidos cercanos. Durante la madrugada del martes, las válvulas de seguridad se activaron al detectar caídas abruptas de presión, lo que derivó en el corte del suministro a miles de usuarios residenciales.
Los técnicos describen el fenómeno como un “desinfle de cañerías”, una imagen que ilustra la pérdida de presión a lo largo de la red. Cuando esto ocurre, las válvulas de seguridad de los hogares se activan y cortan automáticamente el paso de gas, generando apagones en cocinas, estufas y calefones.
Según estimaciones extraoficiales, miles usuarios se vieron afectados en Mar del Plata. El restablecimiento del servicio no es inmediato: una vez recuperada la presión, los técnicos deben ingresar casa por casa, verificar que no haya fugas ni peligros y volver a conectar los artefactos, una tarea que puede demorar días.
Durante los últimos días, varios sectores de la ciudad de Mar del Plata y otros puntos de la provincia de Buenos Aires enfrentaron un fenómeno que pocos anticipaban: baja presión o corte total del suministro de gas en hogares. Este hecho, con pocos antecedentes en una ciudad abastecida por una red histórica y en principio robusta, dejó al descubierto una cadena de problemas técnicos, estructurales y de gestión que afectan al sistema energético argentino.
La red residencial colpasó debido a la falta de presión de gas, que se produjo por una conjunción de demanda récord, restricciones en la capacidad de transporte, y cuellos de botella en la red troncal.
El martes se registró una demanda residencial récord de más de 100 millones de metros cúbicos diarios. Esta cifra superó ampliamente el promedio de consumo de un día invernal típico, lo que puso al límite la capacidad del sistema nacional de transporte de gas natural.
Según explicó un técnico de Camuzzi Gas Pampeana, empresa distribuidora en la región, “el sistema no tiene espalda técnica para responder a este nivel de demanda residencial. Los gasoductos están al límite, y si en algún punto hay una caída de presión, el resto de la red empieza a desinflarse como un globo pinchado”.
Uno de los puntos críticos detectados fue la estación reguladora de presión ubicada en Tandil, donde se origina una derivación clave para abastecer a Mar del Plata. Esta planta funciona como una suerte de “válvula madre” que regula el flujo hacia la ciudad costera y otros partidos cercanos. Durante la madrugada del martes, las válvulas de seguridad se activaron al detectar caídas abruptas de presión, lo que derivó en el corte del suministro a miles de usuarios residenciales.
Los técnicos describen el fenómeno como un “desinfle de cañerías”, una imagen que ilustra la pérdida de presión a lo largo de la red. Cuando esto ocurre, las válvulas de seguridad de los hogares se activan y cortan automáticamente el paso de gas, generando apagones en cocinas, estufas y calefones.
Según estimaciones extraoficiales, miles usuarios se vieron afectados en Mar del Plata. El restablecimiento del servicio no es inmediato: una vez recuperada la presión, los técnicos deben ingresar casa por casa, verificar que no haya fugas ni peligros y volver a conectar los artefactos, una tarea que puede demorar días.
El consumo récord, las limitaciones en el sistema de transporte y la prioridad del abastecimiento industrial explican una situación que ya dejó sin suministro a miles de usuarios LA NACION