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El dilema de los argentinos que votan en los estados clave de las elecciones norteamericanas

Estados Unidos vive este martes una jornada histórica de elecciones. En el centro de esta batalla están los candidatos Donald Trump y Kamala Harris, dos figuras polarizantes en una carrera que podría decidirse en los estados clave; los llamados swing states. Y entre los votantes hay un puñado de 290.000 argentinos -muchos de ellos residentes de larga data- que viven esta elección con sentimientos encontrados, atrapados entre candidatos con los que no están completamente satisfechos.

Uno de estos casos es el de Alejandra Mangione, que vive en Georgia desde 2008. “Hace 22 años que vivo acá y esta es la tercera vez que voy a votar”, dijo a LA NACION mientras esperaba para votar esta madrugada en la escuela primaria Shallowford Falls. La semana pasada intentó hacerlo de forma anticipada en dos ocasiones, pero tuvo que desistir por las largas filas -hasta ahora 82 millones de personas votaron anticipadamente-.

Aunque se identifica como republicana, no se considera “trumpista” y expresa su frustración con un tono resignado: “Voto a Trump porque no tengo otra opción”.

Esta sensación resuena en muchos argentinos que no se sienten identificados con ninguno de los candidatos. Mangione, por ejemplo, ve con preocupación el estado de la economía: “La economía del país se está desmoronando. Opino que esto es un comunismo tapado”, dice, pero a la vez, confiesa que para ella, el candidato republicano es “un loco de la guerra”.

Más allá de sus críticas, cree en la importancia de votar: “Prefiero votar que no votar. No estoy de acuerdo con la gente que opina pero no pone el voto”.

Según el último informe del Pew Research Center de EE. UU., presentado en 2023 y basado en datos hasta 2021, hay 290 mil argentinos en Estados Unidos y más del 67% está principalmente distribuidos en cinco estados: Florida (23%), California (20%), Nueva York (10%), Texas (8%) y Nueva Jersey (6%).

La expectativa para las elecciones de este martes recae especialmente en los estados clave o swing states, donde una cantidad significativa de argentinos también ejercerá su voto. La división entre republicanos y demócratas llegó incluso a su vida cotidiana, con familiares y amigos bloqueándose en redes sociales por sus opiniones políticas, cuenta Mangione.

Pero con su amiga Marcela Fernández, las diferencias políticas no son motivo de separación. Marcela votó de forma anticipada la semana pasada en la biblioteca de Alpharetta, en Georgia, en un proceso rápido y sin complicaciones. Ciudadana desde 2005 y casada con un puertorriqueño —una nacionalidad recientemente atacada por un comediante trumpista cuando la llamó “isla de basura”— expresa su apoyo a la candidata demócrata.

“Yo estoy muy orgullosa de haber votado a Kamala Harris, y votaría diez veces por ella. A la otra persona no puedo ni nombrarla”, comenta a LA NACION. “Me duele mucho que hayan puesto vallas en Washington por miedo a represalias de personas que no aceptan los resultados”.

Formas de manifestarse

Pero a los indecisos e insatisfechos como Alejandra, su descontento se refleja en su manera de votar: “Corto boleta y que se maten todos ahí. Meto republicanos y demócratas para que se puedan discutir cosas”, comenta, refiriéndose a su decisión de elegir candidatos de ambos partidos para fomentar el debate.

En las elecciones presidenciales de Estados Unidos, los ciudadanos emiten su voto por un candidato presidencial, pero técnicamente están votando por un grupo de electores comprometidos con ese candidato en el Colegio Electoral. Cada estado tiene un número de electores proporcional a su representación en el Congreso, sumando un total de 538 electores a nivel nacional. Para ganar la presidencia, un candidato necesita al menos 270 votos electorales.

Además de la elección presidencial, los votantes también eligen a representantes para otros cargos federales, estatales y locales en la misma boleta. Esto permite a los electores seleccionar candidatos de diferentes partidos para distintos puestos, práctica conocida como “voto dividido” o “cortar boleta”. Por ejemplo, un votante puede optar por un presidente de un partido y un congresista de otro. Esto es lo que hizo Alejandra con la intención de “promover un equilibrio de poder” y “fomentar el debate político”, pero sobre todo, para demostrar su descontento con ambos candidatos.

Marcella Medina es otra argentina que votó desmotivada. Vive hace 20 años en Carolina del Norte, es notaria pública, agente de seguros y creadora del canal de YouTube “Una Argentina en USA,” y describe cómo se siente al enfrentarse a las urnas en este país. “La política estadounidense no es realmente democrática en el sentido pleno”, comenta a este medio luego de ejercer su voto. “Más bien, nos dan opciones preseleccionadas, y eso genera indecisión, especialmente entre los inmigrantes.”

Al igual que otros argentinos, Medina expresa frustración con los candidatos actuales. “Las opciones para votar no son muy buenas, tanto demócratas como republicanos presentan aspectos con los que no estoy de acuerdo”.

“Estamos frustrados ya que no creemos que estamos siendo representados adecuadamente”, agrega.

“Voto verguenza”

Esta sensación de resignación también la comparte Marcos, un votante argentino de 29 años residente en Florida, quien prefiere mantener su apellido en reserva. Describe el fenómeno del “voto vergüenza”: personas que no expresan abiertamente su apoyo a Trump porque no se identifican con él a nivel personal, pero lo eligen por falta de opciones convincentes.

“Los dos candidatos dejan mucho que desear, y mi voto por Trump no es porque me sienta representado por él como persona, sino porque voto por el partido político”, explica. Además, menciona que la falta de visibilidad de Kamala Harris durante su tiempo como vicepresidenta le genera dudas, ya que, aunque intenten presentarla como moderada, “parece tener una tendencia hacia la izquierda”.

Florida, históricamente considerado un estado “péndulo” debido a su capacidad para inclinarse hacia cualquiera de los dos partidos en distintas elecciones, ha experimentado un cambio significativo en su orientación política en los últimos años. En las elecciones de 2022, el gobernador Ron DeSantis fue reelegido con un amplio margen y consolidó a Florida como un estado predominantemente republicano.

Estados Unidos vive este martes una jornada histórica de elecciones. En el centro de esta batalla están los candidatos Donald Trump y Kamala Harris, dos figuras polarizantes en una carrera que podría decidirse en los estados clave; los llamados swing states. Y entre los votantes hay un puñado de 290.000 argentinos -muchos de ellos residentes de larga data- que viven esta elección con sentimientos encontrados, atrapados entre candidatos con los que no están completamente satisfechos.

Uno de estos casos es el de Alejandra Mangione, que vive en Georgia desde 2008. “Hace 22 años que vivo acá y esta es la tercera vez que voy a votar”, dijo a LA NACION mientras esperaba para votar esta madrugada en la escuela primaria Shallowford Falls. La semana pasada intentó hacerlo de forma anticipada en dos ocasiones, pero tuvo que desistir por las largas filas -hasta ahora 82 millones de personas votaron anticipadamente-.

Aunque se identifica como republicana, no se considera “trumpista” y expresa su frustración con un tono resignado: “Voto a Trump porque no tengo otra opción”.

Esta sensación resuena en muchos argentinos que no se sienten identificados con ninguno de los candidatos. Mangione, por ejemplo, ve con preocupación el estado de la economía: “La economía del país se está desmoronando. Opino que esto es un comunismo tapado”, dice, pero a la vez, confiesa que para ella, el candidato republicano es “un loco de la guerra”.

Más allá de sus críticas, cree en la importancia de votar: “Prefiero votar que no votar. No estoy de acuerdo con la gente que opina pero no pone el voto”.

Según el último informe del Pew Research Center de EE. UU., presentado en 2023 y basado en datos hasta 2021, hay 290 mil argentinos en Estados Unidos y más del 67% está principalmente distribuidos en cinco estados: Florida (23%), California (20%), Nueva York (10%), Texas (8%) y Nueva Jersey (6%).

La expectativa para las elecciones de este martes recae especialmente en los estados clave o swing states, donde una cantidad significativa de argentinos también ejercerá su voto. La división entre republicanos y demócratas llegó incluso a su vida cotidiana, con familiares y amigos bloqueándose en redes sociales por sus opiniones políticas, cuenta Mangione.

Pero con su amiga Marcela Fernández, las diferencias políticas no son motivo de separación. Marcela votó de forma anticipada la semana pasada en la biblioteca de Alpharetta, en Georgia, en un proceso rápido y sin complicaciones. Ciudadana desde 2005 y casada con un puertorriqueño —una nacionalidad recientemente atacada por un comediante trumpista cuando la llamó “isla de basura”— expresa su apoyo a la candidata demócrata.

“Yo estoy muy orgullosa de haber votado a Kamala Harris, y votaría diez veces por ella. A la otra persona no puedo ni nombrarla”, comenta a LA NACION. “Me duele mucho que hayan puesto vallas en Washington por miedo a represalias de personas que no aceptan los resultados”.

Formas de manifestarse

Pero a los indecisos e insatisfechos como Alejandra, su descontento se refleja en su manera de votar: “Corto boleta y que se maten todos ahí. Meto republicanos y demócratas para que se puedan discutir cosas”, comenta, refiriéndose a su decisión de elegir candidatos de ambos partidos para fomentar el debate.

En las elecciones presidenciales de Estados Unidos, los ciudadanos emiten su voto por un candidato presidencial, pero técnicamente están votando por un grupo de electores comprometidos con ese candidato en el Colegio Electoral. Cada estado tiene un número de electores proporcional a su representación en el Congreso, sumando un total de 538 electores a nivel nacional. Para ganar la presidencia, un candidato necesita al menos 270 votos electorales.

Además de la elección presidencial, los votantes también eligen a representantes para otros cargos federales, estatales y locales en la misma boleta. Esto permite a los electores seleccionar candidatos de diferentes partidos para distintos puestos, práctica conocida como “voto dividido” o “cortar boleta”. Por ejemplo, un votante puede optar por un presidente de un partido y un congresista de otro. Esto es lo que hizo Alejandra con la intención de “promover un equilibrio de poder” y “fomentar el debate político”, pero sobre todo, para demostrar su descontento con ambos candidatos.

Marcella Medina es otra argentina que votó desmotivada. Vive hace 20 años en Carolina del Norte, es notaria pública, agente de seguros y creadora del canal de YouTube “Una Argentina en USA,” y describe cómo se siente al enfrentarse a las urnas en este país. “La política estadounidense no es realmente democrática en el sentido pleno”, comenta a este medio luego de ejercer su voto. “Más bien, nos dan opciones preseleccionadas, y eso genera indecisión, especialmente entre los inmigrantes.”

Al igual que otros argentinos, Medina expresa frustración con los candidatos actuales. “Las opciones para votar no son muy buenas, tanto demócratas como republicanos presentan aspectos con los que no estoy de acuerdo”.

“Estamos frustrados ya que no creemos que estamos siendo representados adecuadamente”, agrega.

“Voto verguenza”

Esta sensación de resignación también la comparte Marcos, un votante argentino de 29 años residente en Florida, quien prefiere mantener su apellido en reserva. Describe el fenómeno del “voto vergüenza”: personas que no expresan abiertamente su apoyo a Trump porque no se identifican con él a nivel personal, pero lo eligen por falta de opciones convincentes.

“Los dos candidatos dejan mucho que desear, y mi voto por Trump no es porque me sienta representado por él como persona, sino porque voto por el partido político”, explica. Además, menciona que la falta de visibilidad de Kamala Harris durante su tiempo como vicepresidenta le genera dudas, ya que, aunque intenten presentarla como moderada, “parece tener una tendencia hacia la izquierda”.

Florida, históricamente considerado un estado “péndulo” debido a su capacidad para inclinarse hacia cualquiera de los dos partidos en distintas elecciones, ha experimentado un cambio significativo en su orientación política en los últimos años. En las elecciones de 2022, el gobernador Ron DeSantis fue reelegido con un amplio margen y consolidó a Florida como un estado predominantemente republicano.

 Unos 290 mil argentinos en EE. UU. enfrentan la decisión de votar en unas elecciones reñidas, sin identificarse plenamente con ninguno de los candidatos  LA NACION

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