Boca perdió con Lanús y Fernando Gago tuvo, a nivel resultados, el peor inicio de ciclo de los últimos 35 años en la Ribera
En el cuarto partido de Fernando Gago, Boca jugó otro partido de “fin de ciclo” y cayó 1-0 ante Lanús en otra pobrísima actuación como visitante. El Xeneize jugó su peor partido en el año y cayó ante un rival directo en la lucha por la clasificación a las copas, que -además- hacía 12 partidos que no ganaba en la Liga Profesional. El gol del Granate fue convertido por Eduardo Salvio, quien dejó Boca en 2022 en conflicto con la dirigencia.
El grito de guerra con el que los hinchas del Xeneize despidieron a los jugadores frente a Riestra, aquel que exigía mayor entrega y, por supuesto, mejores resultados, pareció no surtir efecto en los dirigidos por Fernando Gago. Boca fue un equipo sin juego, sin alma, sin rebeldía y sin respuesta física que terminó bailado en el segundo tiempo y que no cayó por más goles gracias a las buenas intervenciones de Leandro Brey, que evitó la catástrofe. El local, que venía de caer en semifinales de la Copa Sudamericana, cortó una racha de 12 partidos sin victorias y se reconcilió con su gente y con el triunfo tras la dura derrota en casa.
Gago hizo borrón y cuenta nueva y empleó su cuarto dibujo táctico en cuatro partidos dirigidos. Esta vez fue un 3-4-3 con Advíncula y Saracchi en la mitad de la cancha y un tridente ofensivo conformado por Exequiel Zeballos, Edinson Cavani y Brian Aguirre. Boca, en consecuencia, ocupó mejor el ancho del terreno, pero no tuvo quien condujera sus ataques. Con Belmonte y Miramón abocados a la recuperación y Cavani (de flojísimo partido) encallado en el área rival, al Xeneize fue un equipo híbrido que remató una sola vez al arco a lo largo de la primera mitad: un disparo a pie abierto del uruguayo que encontró bien posicionado al arquero Losada.
Boca tuvo más la pelota (77% de posesión en los primeros 25 minutos), pero las más claras fueron para Lanús. El Granate exigía a Boca en la salida (en especial a Figal y Anselmino) y probaba de media y larga distancia, con poca puntería. Boca era un equipo prolijo, pero sumamente previsible y con nula generación de juego. Esa fue su mejor versión en la Fortaleza: en el complemento, directamente, fue borrado de la cancha.
A los 28 minutos del primer tiempo llegó la polémica de la noche: Marcelino Moreno probó de zurda ante la marca de Rojo y el balón rebotó en la mano de apoyo del zaguero xeneize, que bloqueó el disparo desde el piso. Facundo Tello dejó seguir y el VAR, a cargo de Yamil Possi, validó la decisión del juez.
Gago, es cierto, no contó con Miguel Merentiel (distensión), Lucas Janson (desgarro), Cristian Lema (lesión en los ligamentos internos del tobillo), Pol Fernández (purgó la fecha de suspensión por su roja ante Riestra) y Cristian Medina, quien se entrena apartado. Sin embargo, el problema va mucho más allá de los nombres propios. Con diferentes nombres y sistemas, el resultado no varió. Y la crisis futbolística es cada vez más profunda.
Lo mejor del partido
El segundo tiempo de Boca rozó el papelón. Gago armó y desarmó varias veces el esquema, pero Boca ni siquiera estuvo en partido. Lanús asumió el protagonismo, se plantó decididamente en campo rival y desnudó todas las falencias de un Boca desconcertado. Moreno se hizo un festín a espaldas del doble 5, los laterales iban y venían como flechas y Bou era una amenaza constante para un fondo que no hacía pie. De una pérdida de Saralegui en el medio nació la jugada del 1 a 0: Moreno condujo, hizo la pausa justa y le sirvió la definición a Salvio, que retornó con gol de una larga actividad.
Más allá del oasis que significó la clasificación a semifinales de la Copa Argentina ante Gimnasia (1-1 y triunfo 2-1 en los penales), Gago tuvo, a nivel resultados, el peor inicio de ciclo de los últimos 35 años, con dos empates (el Lobo y Riestra) y dos derrotas (Tigre). Un récord aún más negativo que los de Jorge Benítez en 2004, Claudio Borghi 2010 y Guillermo Barros Schelotto en 2016, quienes tampoco sumaron de a tres en sus primeros tres juegos pero lograron, al menos, festejar en el cuarto.
Boca juega mal de local y pierde de visitante. En lo que va del 2024 disputó 23 partidos en esa condición, de los cuales ganó cuatro, empató ocho y perdió los 11 restantes. Su último triunfo fuera de casa en el torneo local fue el 19 de mayo, cuando venció 4 a 2 a Central Córdoba en Santiago del Estero, hace casi 170 días.
A falta de siete fechas, Boca está a siete puntos de la zona de clasificación a la Libertadores 2025 y en el puesto 17 de la Liga Profesional, ya sin posibilidades de pelear el campeonato. La semifinal de la Copa Argentina ante Vélez y una hipotética final ante los santiagueños decretarán si Boca vuelve a la Copa Libertadores o se queda por segundo año consecutivo fuera de la máxima competición internacional.
En el sur tocó fondo: cayó con justicia ante un rival golpeado y sumó un nuevo traspié en un 2024 para el olvido.
En el cuarto partido de Fernando Gago, Boca jugó otro partido de “fin de ciclo” y cayó 1-0 ante Lanús en otra pobrísima actuación como visitante. El Xeneize jugó su peor partido en el año y cayó ante un rival directo en la lucha por la clasificación a las copas, que -además- hacía 12 partidos que no ganaba en la Liga Profesional. El gol del Granate fue convertido por Eduardo Salvio, quien dejó Boca en 2022 en conflicto con la dirigencia.
El grito de guerra con el que los hinchas del Xeneize despidieron a los jugadores frente a Riestra, aquel que exigía mayor entrega y, por supuesto, mejores resultados, pareció no surtir efecto en los dirigidos por Fernando Gago. Boca fue un equipo sin juego, sin alma, sin rebeldía y sin respuesta física que terminó bailado en el segundo tiempo y que no cayó por más goles gracias a las buenas intervenciones de Leandro Brey, que evitó la catástrofe. El local, que venía de caer en semifinales de la Copa Sudamericana, cortó una racha de 12 partidos sin victorias y se reconcilió con su gente y con el triunfo tras la dura derrota en casa.
Gago hizo borrón y cuenta nueva y empleó su cuarto dibujo táctico en cuatro partidos dirigidos. Esta vez fue un 3-4-3 con Advíncula y Saracchi en la mitad de la cancha y un tridente ofensivo conformado por Exequiel Zeballos, Edinson Cavani y Brian Aguirre. Boca, en consecuencia, ocupó mejor el ancho del terreno, pero no tuvo quien condujera sus ataques. Con Belmonte y Miramón abocados a la recuperación y Cavani (de flojísimo partido) encallado en el área rival, al Xeneize fue un equipo híbrido que remató una sola vez al arco a lo largo de la primera mitad: un disparo a pie abierto del uruguayo que encontró bien posicionado al arquero Losada.
Boca tuvo más la pelota (77% de posesión en los primeros 25 minutos), pero las más claras fueron para Lanús. El Granate exigía a Boca en la salida (en especial a Figal y Anselmino) y probaba de media y larga distancia, con poca puntería. Boca era un equipo prolijo, pero sumamente previsible y con nula generación de juego. Esa fue su mejor versión en la Fortaleza: en el complemento, directamente, fue borrado de la cancha.
A los 28 minutos del primer tiempo llegó la polémica de la noche: Marcelino Moreno probó de zurda ante la marca de Rojo y el balón rebotó en la mano de apoyo del zaguero xeneize, que bloqueó el disparo desde el piso. Facundo Tello dejó seguir y el VAR, a cargo de Yamil Possi, validó la decisión del juez.
Gago, es cierto, no contó con Miguel Merentiel (distensión), Lucas Janson (desgarro), Cristian Lema (lesión en los ligamentos internos del tobillo), Pol Fernández (purgó la fecha de suspensión por su roja ante Riestra) y Cristian Medina, quien se entrena apartado. Sin embargo, el problema va mucho más allá de los nombres propios. Con diferentes nombres y sistemas, el resultado no varió. Y la crisis futbolística es cada vez más profunda.
Lo mejor del partido
El segundo tiempo de Boca rozó el papelón. Gago armó y desarmó varias veces el esquema, pero Boca ni siquiera estuvo en partido. Lanús asumió el protagonismo, se plantó decididamente en campo rival y desnudó todas las falencias de un Boca desconcertado. Moreno se hizo un festín a espaldas del doble 5, los laterales iban y venían como flechas y Bou era una amenaza constante para un fondo que no hacía pie. De una pérdida de Saralegui en el medio nació la jugada del 1 a 0: Moreno condujo, hizo la pausa justa y le sirvió la definición a Salvio, que retornó con gol de una larga actividad.
Más allá del oasis que significó la clasificación a semifinales de la Copa Argentina ante Gimnasia (1-1 y triunfo 2-1 en los penales), Gago tuvo, a nivel resultados, el peor inicio de ciclo de los últimos 35 años, con dos empates (el Lobo y Riestra) y dos derrotas (Tigre). Un récord aún más negativo que los de Jorge Benítez en 2004, Claudio Borghi 2010 y Guillermo Barros Schelotto en 2016, quienes tampoco sumaron de a tres en sus primeros tres juegos pero lograron, al menos, festejar en el cuarto.
Boca juega mal de local y pierde de visitante. En lo que va del 2024 disputó 23 partidos en esa condición, de los cuales ganó cuatro, empató ocho y perdió los 11 restantes. Su último triunfo fuera de casa en el torneo local fue el 19 de mayo, cuando venció 4 a 2 a Central Córdoba en Santiago del Estero, hace casi 170 días.
A falta de siete fechas, Boca está a siete puntos de la zona de clasificación a la Libertadores 2025 y en el puesto 17 de la Liga Profesional, ya sin posibilidades de pelear el campeonato. La semifinal de la Copa Argentina ante Vélez y una hipotética final ante los santiagueños decretarán si Boca vuelve a la Copa Libertadores o se queda por segundo año consecutivo fuera de la máxima competición internacional.
En el sur tocó fondo: cayó con justicia ante un rival golpeado y sumó un nuevo traspié en un 2024 para el olvido.
En 2024 disputó 23 partidos como visitante, de los cuales ganó 4, empató 8 y perdió los 11 restantes. Su último triunfo fuera de casa en el torneo local fue el 19 de mayo, cuando venció 4 a 2 a Central Córdoba en Santiago del Estero LA NACION