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Kevin Bacon reveló que se disfrazó de “persona común”, pero que la experiencia no fue lo que esperaba: “¡Quiero volver a ser famoso!”

Su fama y su trayectoria son tan grandes que existe desde hace décadas un juego que se basa en la distancia que lo separa de cada uno de los seres humanos del planeta. Y es que Kevin Bacon llegó a ser una de las personas más famosas gracias a su talento y no a los escándalos. Quizá por eso, es considerado por sus colegas y por el público en general como “un buen tipo” y no suele recibir comentarios hirientes ni en la calle ni en las redes sociales. Sin embargo, en algún momento no solo fantaseó con ser un ser anónimo, sino que las ingenió para hacer su sueño realidad.

En una reciente entrevista publicada por Vanity Fair, el actor contó que una tarde se hartó de su fama y tomó cartas en el asunto. “No me quejo, pero tengo una cara bastante reconocible… Por eso, ponerme simplemente un sombrero y lentes oscuros solo funcionará hasta cierto punto”, comenzó explicando. Y reveló: “Entonces se me ocurrió una idea. Fui a ver a un maquillador de efectos especiales, le consulté y le pedí que me hiciera una máscara protésica”.

Su “disfraz” estaba equipado con dientes falsos, una nariz ligeramente diferente y gafas. Sin dudarlo, Bacon se puso su “traje de persona común” y lo puso a prueba en uno de los paseos de compras al aire libre más concurridos de Los Ángeles. Para su deleite, el disfraz realmente funcionó. “Nadie me reconoció”, aseguró. Sin embargo, con el correr de los minutos, la sensación de triunfo fue dándole paso a una cierta incomodidad. “La gente me empujaba y no era amable conmigo, como suele serlo. Nadie me decía ‘te quiero’”, recordó. “Una de las peores cosas es que tuve que hacer cola, no sé, para comprarme un café o una hamburguesa. Fue ahí que pensé: ‘Esto es una mierda. ¡Quiero volver a ser famoso!’”, reveló.

Más allá de su anécdota, el actor señaló que se encuentra muy agradecido por su recorrido artístico y también con su vida personal. “Sinceramente, me siento muy agradecido por el lugar en el que me encuentro. He luchado mucho y durante mucho tiempo para conseguirlo”. Para graficar lo que acababa de decir, Bacon sacó de la manga otra vivencia. “Hollywood quiere que hagas lo mismo que hiciste la última vez que un proyecto tuyo ganó dinero. Por eso, cuando hice Quicksilver (1986), la siguiente película que hice después de Footloose (1984), pensé: ‘No quiero hacer otra película de baile. Quiero hacer una película de motos dura’. Y mientras filmábamos la película, de repente agregaron al guion una secuencia de baile en motos. Así que tienes que luchar mucho contra eso y encontrar gente que esté interesada en que des un gran paso”.

También hubo tiempo para la autocrítica: “Mirando hacia atrás, y francamente es algo que no hago a menudo, me doy cuenta de que debía haberle pedido consejo a personas que tuvieran mucha más experiencia que yo. Simplemente no lo hice. Pensaba que me las sabía todas. Nunca busqué ningún tipo de mentoría o consejo, ni de actores ni de gente que tuviera más experiencia que yo. No tenía ese gen. Era arrogante, testarudo y decidido”.

El actor reveló, también, que la relación con su hija Sosie, fruto de su histórico matrimonio con Kyra Sedgwick, se convirtió también en actriz. “Curiosamente, durante muchos años, como no era actriz, no pidió ningún consejo. Ninguno de nuestros hijos nos ha pedido ningún consejo sobre casi nada. Nuestro hijo es músico y compositor, y ahora está empezando a dedicarse a la realización cinematográfica”, explicó. Y agregó: “Cuando nuestra hija se dedicó al cine, eso cambió. No en todo, pero ahora podemos intercambiar ideas y conversaciones sobre el proceso de actuar, el proceso de la carrera, los agentes, los representantes, las audiciones, los contratos y todas las demás cosas por las que pasamos. Ella nos envía audiciones y mi esposa es una verdadera directora. Puede ser de gran ayuda. Por lo general, mi primera respuesta es: ‘Si no te dan este papel, son unos malditos idiotas’. Siempre pienso que cada audición que hace es como un chasquido”.

Sobre cómo imagina su futuro dentro del mundo del entretenimiento, Bacon explicó: “Todavía tengo hambre y siento que el mejor trabajo está por llegar. No creo que sea una competencia con mis pares, es una competencia conmigo mismo. Probablemente, en algún momento pasé por esa fase, pero no vea a tal o cual actor y me sorprendo diciendo ‘ojalá fuera él’ u ‘ojalá tuviera lo que él tiene’. Cuando me acerco a la gente, no es porque quiera conseguir un trabajo, sino porque siento que es una sensación agradable que alguien más valore lo que uno hace como artista. Si alguien a quien admiro se me acerca y me dice: ‘Oye, me gusta mucho lo que hiciste en tal película’, me siento bien. Lamentablemente, la industria cinematográfica es un sector muy aislado y jerárquico. Existe la sensación subyacente de que debemos competir entre nosotros. Existe toda esta cuestión de ser el número uno en taquilla. Todas estas tonterías, como el tamaño del tráiler o los salarios… Son todas tonterías jerárquicas. Así que, siempre que pueda sentir que soy miembro de una comunidad que se apoya mutuamente para crear estas cosas que creo que son súper importantes, quiero hacerlo”.

Su fama y su trayectoria son tan grandes que existe desde hace décadas un juego que se basa en la distancia que lo separa de cada uno de los seres humanos del planeta. Y es que Kevin Bacon llegó a ser una de las personas más famosas gracias a su talento y no a los escándalos. Quizá por eso, es considerado por sus colegas y por el público en general como “un buen tipo” y no suele recibir comentarios hirientes ni en la calle ni en las redes sociales. Sin embargo, en algún momento no solo fantaseó con ser un ser anónimo, sino que las ingenió para hacer su sueño realidad.

En una reciente entrevista publicada por Vanity Fair, el actor contó que una tarde se hartó de su fama y tomó cartas en el asunto. “No me quejo, pero tengo una cara bastante reconocible… Por eso, ponerme simplemente un sombrero y lentes oscuros solo funcionará hasta cierto punto”, comenzó explicando. Y reveló: “Entonces se me ocurrió una idea. Fui a ver a un maquillador de efectos especiales, le consulté y le pedí que me hiciera una máscara protésica”.

Su “disfraz” estaba equipado con dientes falsos, una nariz ligeramente diferente y gafas. Sin dudarlo, Bacon se puso su “traje de persona común” y lo puso a prueba en uno de los paseos de compras al aire libre más concurridos de Los Ángeles. Para su deleite, el disfraz realmente funcionó. “Nadie me reconoció”, aseguró. Sin embargo, con el correr de los minutos, la sensación de triunfo fue dándole paso a una cierta incomodidad. “La gente me empujaba y no era amable conmigo, como suele serlo. Nadie me decía ‘te quiero’”, recordó. “Una de las peores cosas es que tuve que hacer cola, no sé, para comprarme un café o una hamburguesa. Fue ahí que pensé: ‘Esto es una mierda. ¡Quiero volver a ser famoso!’”, reveló.

Más allá de su anécdota, el actor señaló que se encuentra muy agradecido por su recorrido artístico y también con su vida personal. “Sinceramente, me siento muy agradecido por el lugar en el que me encuentro. He luchado mucho y durante mucho tiempo para conseguirlo”. Para graficar lo que acababa de decir, Bacon sacó de la manga otra vivencia. “Hollywood quiere que hagas lo mismo que hiciste la última vez que un proyecto tuyo ganó dinero. Por eso, cuando hice Quicksilver (1986), la siguiente película que hice después de Footloose (1984), pensé: ‘No quiero hacer otra película de baile. Quiero hacer una película de motos dura’. Y mientras filmábamos la película, de repente agregaron al guion una secuencia de baile en motos. Así que tienes que luchar mucho contra eso y encontrar gente que esté interesada en que des un gran paso”.

También hubo tiempo para la autocrítica: “Mirando hacia atrás, y francamente es algo que no hago a menudo, me doy cuenta de que debía haberle pedido consejo a personas que tuvieran mucha más experiencia que yo. Simplemente no lo hice. Pensaba que me las sabía todas. Nunca busqué ningún tipo de mentoría o consejo, ni de actores ni de gente que tuviera más experiencia que yo. No tenía ese gen. Era arrogante, testarudo y decidido”.

El actor reveló, también, que la relación con su hija Sosie, fruto de su histórico matrimonio con Kyra Sedgwick, se convirtió también en actriz. “Curiosamente, durante muchos años, como no era actriz, no pidió ningún consejo. Ninguno de nuestros hijos nos ha pedido ningún consejo sobre casi nada. Nuestro hijo es músico y compositor, y ahora está empezando a dedicarse a la realización cinematográfica”, explicó. Y agregó: “Cuando nuestra hija se dedicó al cine, eso cambió. No en todo, pero ahora podemos intercambiar ideas y conversaciones sobre el proceso de actuar, el proceso de la carrera, los agentes, los representantes, las audiciones, los contratos y todas las demás cosas por las que pasamos. Ella nos envía audiciones y mi esposa es una verdadera directora. Puede ser de gran ayuda. Por lo general, mi primera respuesta es: ‘Si no te dan este papel, son unos malditos idiotas’. Siempre pienso que cada audición que hace es como un chasquido”.

Sobre cómo imagina su futuro dentro del mundo del entretenimiento, Bacon explicó: “Todavía tengo hambre y siento que el mejor trabajo está por llegar. No creo que sea una competencia con mis pares, es una competencia conmigo mismo. Probablemente, en algún momento pasé por esa fase, pero no vea a tal o cual actor y me sorprendo diciendo ‘ojalá fuera él’ u ‘ojalá tuviera lo que él tiene’. Cuando me acerco a la gente, no es porque quiera conseguir un trabajo, sino porque siento que es una sensación agradable que alguien más valore lo que uno hace como artista. Si alguien a quien admiro se me acerca y me dice: ‘Oye, me gusta mucho lo que hiciste en tal película’, me siento bien. Lamentablemente, la industria cinematográfica es un sector muy aislado y jerárquico. Existe la sensación subyacente de que debemos competir entre nosotros. Existe toda esta cuestión de ser el número uno en taquilla. Todas estas tonterías, como el tamaño del tráiler o los salarios… Son todas tonterías jerárquicas. Así que, siempre que pueda sentir que soy miembro de una comunidad que se apoya mutuamente para crear estas cosas que creo que son súper importantes, quiero hacerlo”.

 En una entrevista, el protagonista de Footlose reflexionó acerca de lo mucho que luchó para que se dejara de pensar en él como un “actor bailarín” y sobre la imposición de Hollywood para que las estrellas compitan entre sí  LA NACION

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