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Hace calor en Seúl, y las altas temperaturas, incluso si ocurren en pleno verano, comenzaron a parecerse a una mala noticia. O, al menos, al atisbo de cierta amenaza. Pero quién les quita lo bailado a estos chicos recién salidos de clase, que se refrescan en una de las fuentes públicas de la ciudad. La foto, en sí misma, es bella: la gama de colores, la alegría capturada por la lente, el juego del agua, las formas de los cuerpos que asoman, se desdibujan, vuelven a asomar y a fundirse en la fiesta acuática. En algunos párrafos de Antártida negra (diario de su viaje al continente blanco), Adriana Lestido destaca la importancia de estar disponible ante lo que el mundo nos cuenta. Ante los instantes en que la vida se revela. Ella reflexionaba sobre esto en medio de hielos eternos y témpanos gigantes; quien tomó esta imagen en los primeros días de un verano tórrido debe haber pensado algo parecido.

Hace calor en Seúl, y las altas temperaturas, incluso si ocurren en pleno verano, comenzaron a parecerse a una mala noticia. O, al menos, al atisbo de cierta amenaza. Pero quién les quita lo bailado a estos chicos recién salidos de clase, que se refrescan en una de las fuentes públicas de la ciudad. La foto, en sí misma, es bella: la gama de colores, la alegría capturada por la lente, el juego del agua, las formas de los cuerpos que asoman, se desdibujan, vuelven a asomar y a fundirse en la fiesta acuática. En algunos párrafos de Antártida negra (diario de su viaje al continente blanco), Adriana Lestido destaca la importancia de estar disponible ante lo que el mundo nos cuenta. Ante los instantes en que la vida se revela. Ella reflexionaba sobre esto en medio de hielos eternos y témpanos gigantes; quien tomó esta imagen en los primeros días de un verano tórrido debe haber pensado algo parecido.

 Hace calor en Seúl, y las altas temperaturas, incluso si ocurren en pleno verano, comenzaron a parecerse a una mala noticia. O, al menos, al atisbo de cierta amenaza. Pero quién les quita lo bailado a estos chicos recién salidos de clase, que se refrescan en una de las fuentes públicas de la ciudad. La foto, en sí misma, es bella: la gama de colores, la alegría capturada por la lente, el juego del agua, las formas de los cuerpos que asoman, se desdibujan, vuelven a asomar y a fundirse en la fiesta acuática. En algunos párrafos de Antártida negra (diario de su viaje al continente blanco), Adriana Lestido destaca la importancia de estar disponible ante lo que el mundo nos cuenta. Ante los instantes en que la vida se revela. Ella reflexionaba sobre esto en medio de hielos eternos y témpanos gigantes; quien tomó esta imagen en los primeros días de un verano tórrido debe haber pensado algo parecido.  LA NACION

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