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La desaparición de Loan. En Nueve de Julio crece la desconfianza y la gente pide que los detenidos “hablen”

NUEVE DE JULIO, Corrientes (Enviado especial). En este pueblo de 2500 habitantes, hoy, nadie habla de otra cosa que de la desaparición de Loan Danilo Peña, al que todos buscan desde el jueves 13. Al drama de la búsqueda frenética que puso a esta localidad del interior correntino en los ojos de la Argentina, el viernes se sumó el drástico giro de la investigación, que mutó de la eventualidad de un niño perdido en el monte a la inquietante hipótesis de que haya sido raptado. Pero lo que más inquieta es que los principales sospechosos son sus propios vecinos, a los que ahora muchos, incluso desde el estupor, creen capaces de haber “entregado” al chico a una red internacional dedicada a la trata de personas.

“Ahora nos miramos todos con desconfianza”, dijo a LA NACION una vecina que anoche participó de la décima marcha en la plaza San Martín. Entre las manifestaciones de dolor y de apoyo cundían la angustia, la sorpresa y, también, las sospechas. Hay un pensamiento que se repite: si a Loan se lo llevaron de la casa de su abuela, casi en las narices de más de media docena de adultos, es porque alguien “lo entregó”. Alguien cercano, además. Quizás, un familiar que facilitó la desaparición o que, directamente, lo puso en manos de quienes se encargaron de llevárselo con rumbo desconocido y fines inconfesables.

Anoche, entre los 300 presentes en la marcha el clamor era “¡Que hablen!”. Los ciudadanos de Nueve de Julio esperan que los detenidos –a los que, hasta hace poco, se cruzaban en la calle–, rompan su pacto de silencio. Esperan que eso pase durante las indagatorias previstas para esta mañana en el Juzgado Federal de Goya.

Cinco de los seis detenidos del caso estuvieron sentados a la mesa de Catalina Peña, la abuela de Loan, el mediodía del jueves 13, en el paraje El Algarrobal; el nene estaba entre ellos, junto con su padre. El primero que cayó fue Bernardino Benítez, tío de la víctima, imputado por “abandono de persona”. Pero el golpe más fuerte llegó el viernes, cuando fueron arrestados el comisario local Walter Maciel –el primero que intervino en la búsqueda– y el capitán de navío de la Armada Carlos Guido Pérez y su esposa, la exfuncionaria municipal María Victoria Caillava, a quienes se acusa de haber raptado al chico después de aquel almuerzo y de haberlo entregado a una banda de tratantes que, eventualmente, ya habría sacado al niño hacia Paraguay, y, desde allí, con destino incierto.

Maciel, Caillava y Pérez van a ser indagados hoy. Anoche trascendió que, desde su lugar provisional de detención, el marino retirado deslizó su temor a que “lo suiciden”. Tiene miedo de que alguien intente matarlo para que no hable. ¿Significa eso que, efectivamente, tiene algo para confesar?

Desde el viernes, la mayoría de los operativos están centrados en el marino retirado y la exfuncionaria municipal, convertidos, ahora, en los principales acusados. La investigación se cierra sobre ellos. El sábado fueron allanadas sus casas en Nueve de Julio. El domingo a la mañana, dos departamentos en Resistencia, Chaco, vinculados con Pérez. En uno de ellos la pareja se alojó entre el viernes y el sábado, en un viaje relámpago que, para los detectives policiales y judiciales, está vinculado con el traslado de Loan desde Nueve de Julio hacia un destino más al norte, en algún lugar de Paraguay.

En la línea de sospechas sobre la pareja, en las últimas horas se convirtió en comentario entre los vecinos Nueve de Julio una sugestiva circunstancia: un corte de energía eléctrica “cegó” durante aproximadamente dos horas la cámara de videovigilancia que enfoca hacia la ruta 123 y sobre todo, hacia la casa de Pérez y Caillava. Que haya cortes de luz no es inhabitual en la zona; lo singular es que el corte se produjo el jueves 13 a media tarde, justamente a la hora en la que la pareja habría llegado hasta allí después del almuerzo en el campo de la abuela Catalina. Quizás, con el niño en su poder.

Ayer hubo, además, un allanamiento en un campo que pertenece a la familia de Jorge Bertone, expareja de Caillava. Fue el tercer allanamiento que se hace en Nueve de Julio y sus inmediaciones en las últimas horas.

Carlos Moreira, capataz del campo, dijo a LA NACION que se sorprendieron con la llegada de los efectivos policiales y aseguró que en los últimos días no vieron “nada extraño”, es decir, movimientos o situaciones que pudieran estar emparentadas con la desaparición del chico de 5 años visto por última vez el jueves 13 de este mes en la casa de su abuela, en el paraje El Algarrobal.

Los efectivos de la policía de Corrientes que ejecutaron el operativo peinaron tanto el terreno como un basural lindero. En los perímetros de los allanamientos trabajó la brigada K9 de la fuerza provincial, con la utilización de Marley, un can adiestrado específicamente para el rastrillaje de restos humanos. Afortunadamente, en pos de las posibilidades de encontrar a Loan con vida, Marley no detectó en su recorrida el aroma de la muerte.

NUEVE DE JULIO, Corrientes (Enviado especial). En este pueblo de 2500 habitantes, hoy, nadie habla de otra cosa que de la desaparición de Loan Danilo Peña, al que todos buscan desde el jueves 13. Al drama de la búsqueda frenética que puso a esta localidad del interior correntino en los ojos de la Argentina, el viernes se sumó el drástico giro de la investigación, que mutó de la eventualidad de un niño perdido en el monte a la inquietante hipótesis de que haya sido raptado. Pero lo que más inquieta es que los principales sospechosos son sus propios vecinos, a los que ahora muchos, incluso desde el estupor, creen capaces de haber “entregado” al chico a una red internacional dedicada a la trata de personas.

“Ahora nos miramos todos con desconfianza”, dijo a LA NACION una vecina que anoche participó de la décima marcha en la plaza San Martín. Entre las manifestaciones de dolor y de apoyo cundían la angustia, la sorpresa y, también, las sospechas. Hay un pensamiento que se repite: si a Loan se lo llevaron de la casa de su abuela, casi en las narices de más de media docena de adultos, es porque alguien “lo entregó”. Alguien cercano, además. Quizás, un familiar que facilitó la desaparición o que, directamente, lo puso en manos de quienes se encargaron de llevárselo con rumbo desconocido y fines inconfesables.

Anoche, entre los 300 presentes en la marcha el clamor era “¡Que hablen!”. Los ciudadanos de Nueve de Julio esperan que los detenidos –a los que, hasta hace poco, se cruzaban en la calle–, rompan su pacto de silencio. Esperan que eso pase durante las indagatorias previstas para esta mañana en el Juzgado Federal de Goya.

Cinco de los seis detenidos del caso estuvieron sentados a la mesa de Catalina Peña, la abuela de Loan, el mediodía del jueves 13, en el paraje El Algarrobal; el nene estaba entre ellos, junto con su padre. El primero que cayó fue Bernardino Benítez, tío de la víctima, imputado por “abandono de persona”. Pero el golpe más fuerte llegó el viernes, cuando fueron arrestados el comisario local Walter Maciel –el primero que intervino en la búsqueda– y el capitán de navío de la Armada Carlos Guido Pérez y su esposa, la exfuncionaria municipal María Victoria Caillava, a quienes se acusa de haber raptado al chico después de aquel almuerzo y de haberlo entregado a una banda de tratantes que, eventualmente, ya habría sacado al niño hacia Paraguay, y, desde allí, con destino incierto.

Maciel, Caillava y Pérez van a ser indagados hoy. Anoche trascendió que, desde su lugar provisional de detención, el marino retirado deslizó su temor a que “lo suiciden”. Tiene miedo de que alguien intente matarlo para que no hable. ¿Significa eso que, efectivamente, tiene algo para confesar?

Desde el viernes, la mayoría de los operativos están centrados en el marino retirado y la exfuncionaria municipal, convertidos, ahora, en los principales acusados. La investigación se cierra sobre ellos. El sábado fueron allanadas sus casas en Nueve de Julio. El domingo a la mañana, dos departamentos en Resistencia, Chaco, vinculados con Pérez. En uno de ellos la pareja se alojó entre el viernes y el sábado, en un viaje relámpago que, para los detectives policiales y judiciales, está vinculado con el traslado de Loan desde Nueve de Julio hacia un destino más al norte, en algún lugar de Paraguay.

En la línea de sospechas sobre la pareja, en las últimas horas se convirtió en comentario entre los vecinos Nueve de Julio una sugestiva circunstancia: un corte de energía eléctrica “cegó” durante aproximadamente dos horas la cámara de videovigilancia que enfoca hacia la ruta 123 y sobre todo, hacia la casa de Pérez y Caillava. Que haya cortes de luz no es inhabitual en la zona; lo singular es que el corte se produjo el jueves 13 a media tarde, justamente a la hora en la que la pareja habría llegado hasta allí después del almuerzo en el campo de la abuela Catalina. Quizás, con el niño en su poder.

Ayer hubo, además, un allanamiento en un campo que pertenece a la familia de Jorge Bertone, expareja de Caillava. Fue el tercer allanamiento que se hace en Nueve de Julio y sus inmediaciones en las últimas horas.

Carlos Moreira, capataz del campo, dijo a LA NACION que se sorprendieron con la llegada de los efectivos policiales y aseguró que en los últimos días no vieron “nada extraño”, es decir, movimientos o situaciones que pudieran estar emparentadas con la desaparición del chico de 5 años visto por última vez el jueves 13 de este mes en la casa de su abuela, en el paraje El Algarrobal.

Los efectivos de la policía de Corrientes que ejecutaron el operativo peinaron tanto el terreno como un basural lindero. En los perímetros de los allanamientos trabajó la brigada K9 de la fuerza provincial, con la utilización de Marley, un can adiestrado específicamente para el rastrillaje de restos humanos. Afortunadamente, en pos de las posibilidades de encontrar a Loan con vida, Marley no detectó en su recorrida el aroma de la muerte.

 Entre los habitantes del pueblo cercano al lugar donde desapareció el chico de cinco años hay consternación porque creen que alguien cercano “lo entregó” a quienes lo raptaron; esperan que se quiebre el “pacto de silencio”  LA NACION

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